Empleadas del hogar marroqu¨ªes se quejan de recibir tratos vejatorios y racistas
La plaza de Tirso de Molina se convirti¨® a mediod¨ªa de ayer en el escenario de un coloquio callejero entre mujeres inmigrantes magreb¨ªes. Todas intercambiaban con calma, como si no fuera excepcional, sus peque?as desgracias en los hogares madrile?os en que trabajan como empleadas. El marco fue una manifestaci¨®n contra la ley de extranjer¨ªa, que reuni¨® a unas 170 personas, hombres y mujeres que han llegado del Magreb, Suram¨¦rica o el centro de ?frica.
"La se?ora s¨®lo dejaba que me ba?ara una vez a la semana, y s¨®lo durante 15 minutos. Cuando pasaba el tiempo se pon¨ªa a golpear en la puerta para que saliera", dice Fatiha Chovali, una marroqu¨ª de 30 a?os que vive en una pensi¨®n del casco viejo desde que sali¨® de este dulce hogar de Las Rozas, en el que vivi¨® durante casi un mes. "Me despertaban a las siete y media de la ma?ana y hasta las once o las doce de la noche no paraba de trabajar, no me dejaban ni dormir ni descansar un rato. Adem¨¢s me daban de comer lo que nadie quer¨ªa o los restos de lo que ellos com¨ªan, y me dec¨ªan que no me quejara que aqu¨ª com¨ªa mejor que en Marruecos", a?ade esta mujer.Una compatriota y amiga suya, Naima Ahattoud, de 21 a?os, traduce sus palabras. Ahattoud, que parece m¨¢s desenvuelta que las dem¨¢s, es guapa y alegre, y se expresa con claridad: "Me he apuntado a clases de espa?ol en un colegio de monjas", comenta esta chica que tambi¨¦n ha sufrido los malos tratos de una familia madrile?a. "Ahora estoy muy contenta, pero viv¨ª en una casa donde no me dejaban salir. Tengo un d¨ªa entero y una tarde para salir y me tratan bien. Voy a discotecas y bares, y la familia, que vive en la calle de P¨ªo XII, es amable conmigo".
Otra mujer, Aicha Mellagui, de 28 a?os, trabaja como empleada del hogar desde hace dos meses y medio con una familia que reside en Moncloa. Mellagui, que dej¨® dos hijos en Marruecos, ha encontrado despu¨¦s de tres a?os en Madrid una casa donde se siente bien tratada. "Antes trabaj¨¦ en dos casas donde no ten¨ªa ni horas de descanso ni un gesto amable", comenta esta mujer, que trabaja como empleada interna mientras su marido se aloja en una pensi¨®n del centro de la ciudad. Al mismo tiempo que estas mujeres hablaban e intercambiaban experiencias, en la manifestaci¨®n se o¨ªan gritos en ¨¢rabe: "Somos trabajadoras y trabajadores", dec¨ªan mientras portaban pancartas con pintadas en contra la ley de extranjer¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Encierros
- Inmigrantes magreb¨ªes
- Desigualdad social
- Orden p¨²blico
- Discriminaci¨®n sexual
- Inmigrantes
- Protestas sociales
- Seguridad ciudadana
- Madrid
- Inmigraci¨®n
- Derechos humanos
- Malestar social
- Grupos sociales
- Empleo
- Migraci¨®n
- Comunidad de Madrid
- Racismo
- Ayuntamientos
- Delitos odio
- Mujeres
- Demograf¨ªa
- Discriminaci¨®n
- Pol¨ªtica laboral
- Delitos
- Prejuicios