Almu¨¦danos de la violencia
A pesar de la resurrecci¨®n literaria, no parece que el belicismo de Ernst J¨¹nger vaya a lograr un seguimiento de masas en Espa?a. La fascinaci¨®n de la guerra, posible en sociedades como la norteamericana, la brit¨¢nica o la francesa, con dos conflictos mundiales sobre las espaldas y un rico pasado de violencia colonial, apenas ha calado entre nosotros. Las bombas inteligentes, el error del refugio o las masas de carros de combate avanzando por el desierto han producido, pienso ante todo, una sensaci¨®n de horror.Es desde esta perspectiva desde la que puede hablarse de buena salud mental de la sociedad espa?ola en el tema de la guerra y de la paz. Para, empezar, una mayor¨ªa ha apoyado la posici¨®n gubernamental y cree justificado el apoyo prestado a la acci¨®n armada multinacional. No es poca cosa, habida cuenta de la sucesi¨®n de vacilaciones y desprop¨®sitos en la acci¨®n informativa del Gobierno. Pero, hacia otra vertiente, la cultura de la paz ha mostrado tambi¨¦n su arraigo, y no s¨®lo porque muchos sigan sin entender las exigencias de la integraci¨®n de Espa?a en Occidente Existe una justificada desconf¨ªanza ante la declaraci¨®n de voluntad por parte de Estados Unidos en cuanto a resolver los problemas internacionales en nombre de la justicia: esto s¨®lo sucede cuando entran en juego sus intereses econ¨®micos. Y, sobre todo, muchos piensan que cualquier mal con paz es mejor que tina guerra. La experiencia hist¨®rica de nuestro pa¨ªs, con el 36 al fondo, cuenta tambi¨¦n a la hora de asociar guerra y destrucci¨®n.
Sin embargo, lo ocurrido durante las semanas de guerra abierta viene a confirmar la hip¨®tesis de que no exist¨ªa otra alternativa para la restauraci¨®n del derecho internacional violado por la anexi¨®n de Kuwait. En sus declaraciones a Novedades de Mosc¨², Edvard Shevardnadze acaba de puntualizarlo: "Despu¨¦s de la entrevista con Aziz en Mosc¨² llegu¨¦ a 1a conclusi¨®n de que la guerra era inevitable. Irak no estaba dispuesto a ning¨²n compromiso". Si Sadam Husein prefiri¨® sacrificar su ej¨¦rcito a retroceder en la anexi¨®n en nombre del wajh, de salvar su cara a toda costa, mal iba a ceder ante un embargo. Por otra parte, las atrocidades cometidas en el emirato, predecibles por los antecedentes iran¨ªes y kurdos, situaban la exigencia del derecho internacional m¨¢s all¨¢ del tema de la soberan¨ªa. Y entra en juego, por encima de todo, la l¨®gica de expansi¨®n a trav¨¦s de la fuerza que encerraba el paso dado por Sadam Husein. "Se trataba de un plan aventurero", precisa a este respecto Shevardnadze, que ten¨ªa como objetivo inmiscuir a Israel en esta guerra a cualquier precio, provocar a este pa¨ªs para transformar el conflicto primero en una guerra ¨¢rabe-israel¨ª y despu¨¦s, quiz¨¢, en una guerra mundial. Este era el verdadero peligro".
No es de extra?ar que el olvido de lo que representa el proyecto pol¨ªtico de Sadam Husein se haya convertido en el denominador com¨²n de los publicistas que de modo casi encubierto auspiciaron su victoria. Aplicando un dualismo primario, pero sin duda eficaz por lo que tiene de simplif¨ªcador, la guerra habr¨ªa sido un simple acto de imperialismo, de brutalidad ejercida por el Norte sobre el Sur, con Estados Unidos como gendarme. Claro que para el buen funcionamiento de este esquema hab¨ªa que esconder convenientemente al promotor de la crisis, convirti¨¦ndolo en algo irrelevante. Ser¨ªa: as¨ª un loco una criatura de Occidente, un pobre diablo dotado de una car¨ªcatura del ej¨¦rcito que nos quiso hacer ver la propaganda norteamericana. Y como hacer intervenir a Sadam en la explicaci¨®n lo destrozaba todo, de verse apurados, entraba en juego la m¨¢xima Final de some like it hot, de Billy Wilder: "No importa, nadie es perfecto". Lo esencial consist¨ªa en designar el enemigo principal, y ¨¦ste era, de principio a fin, la intervenci¨®n dirigida por Estados Unidos.
Sin embargo, Sadam Husein tiene derecho a ser tomado en serio. Ya se ve que ni siquiera vencido deja de vender cara la piel, lo que de nuevo ¨ªnvalida su consideraci¨®n como pelele oportunista. Su pomposa calificaci¨®n de "la madre de todas la batallas" enlaza directamente con la perspectiva pol¨ªtica enunciada por el fundador del Baaz, Michel Aflaq, en "la batalla del destino ¨²nico". Desde este ¨¢ngulo, el conflicto actual era visto por Sadam como el lanzamiento de uina movilizaci¨®n general de los pueblos ¨¢ra bes hacia el logro de su destino unitario. De ah¨ª la centralidad del ataque (fallido) a Israel. No en vano, desde la ¨®ptica del Baaz, el sionismo precede al irnperialismo como obst¨¢culo para ese proceso de unificaci¨®n de los ¨¢rabes en una sola naci¨®n. En apariencia, el ideario de resurgimiento (tal cosa significa Baaz) representa un avance sobre las tendencias integristas y fundamentalistas que invaden el mundo ¨¢rabe. En la pr¨¢ctica, dado el papel de la dictadura pol¨ªtica y de la violencia exterior (com¨²n a los dos Baaz, el iraqu¨ª y el sirio), est¨¢bamos ante una versi¨®n ¨¢rabe y nacionalpopulista de los proyectos de modernizaci¨®n reaccionar¨ªa que m¨¢s de una vez han regado con sangre nuestro siglo. Por eso la victoria de Sadam, paz mediante, no era garant¨ªa de paz, sino de una guerra peor.
Pero, insistimos, para muchos la irrelevancia de Sadain constituy¨® un principio sagrado. Poco importaba que el dictador se hiciera con los recursos petrol¨ªferos de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga: sobra petr¨®leo en el mundo, replicaban. Ni da fe de su barbarie la cat¨¢strofe provocada en el medio ambiente por el incend¨ªo de los pozos kuwait¨ªes: los ecologistas callan prudentemente en cuanto a fijar responsabilidades. Ni sirven las ejecuciones sumarias y las torturas en el Kuwait invadido: m¨¢s de un progresista defensor institucional de los derechos humanos cambia de tercio al rozar el tema y nos lleva a la Intifada (lo cual es distinto de se?alar hoy la persecuci¨®n sufrida por los palestinos en el mismo Kuwait). Todo ello hace pensar que en la crisis han coexistido dos pacifismos, el de convicci¨®n y el de captaci¨®n, y que no siempre el primero ha sabido resistir la infiltraci¨®n del segundo. Buen ejemplo fue la ¨²ltima manifestaci¨®n pacifista de Madrid admitiendo retratos de Sadam y presidida por los gritos de "?Bush-Gonz¨¢lez, asesinos!".
Y es que ciertamente un sector tradicionalista de la izquier
Pasa a la p¨¢gina siguiente
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.