La cohesi¨®n economica y social en la CE, nuevas perspectivas (1)
En octubre del a?o pasado, la Comisi¨®n public¨® los resultados de un importante estudio sobre las consecuencias econ¨®micas de la adopci¨®n de una moneda ¨²nica y de la uni¨®n econ¨®mica. Los autores de esta publicaci¨®n, titulada Un mercado, una moneda, se?alan que la moneda ¨²nica es el complemento natural del mercado ¨²nico europeo. De hecho, sostienen que la uni¨®n econ¨®mica y monetaria (UEM) resulta fundamental para consolidar las ventajas derivadas de la realizaci¨®n del mercado interior. La eliminaci¨®n de la incertidumbre, de la variabilidad del tipo de cambio y de los costes de las operaciones reducir¨¢ a¨²n m¨¢s las barreras comerciales entre los Estados miembros. Adem¨¢s, la Comunidad podr¨¢ construir la uni¨®n monetaria bas¨¢ndose en la estabilidad monetaria que se atribuye a sus pa¨ªses miembros menos inflacionistas, lo que facilitar¨¢ la estabilidad de precios en la Comunidad.Desde el punto de vista de la cohesi¨®n, resulta evidente que toda mejora del clima econ¨®mico general ser¨¢ bien recibida. La experiencia hist¨®rica ense?a que resulta m¨¢s f¨¢cil reducir las disparidades regionales en periodos de expansi¨®n econ¨®mica general. Al aumentar el ritmo de crecimiento de la econom¨ªa europea, la uni¨®n econ¨®mica y monetaria podr¨ªa contribuir de manera importante al establecimiento de condiciones din¨¢micas sin las cuales es poco probable que pueda mantenerse la convergencia.
Algunas de las principales ventajas de la uni¨®n europea y monetaria (UEM) revestir¨¢n especial importancia para los Estados miembros m¨¢s d¨¦biles de la Comunidad. Actualmente, los costes de las operaciones de cambio son considerablemente mayores en Grecia y Portugal que en otros pa¨ªses comunitarios. La supresi¨®n de dichos costes, junto con la reducci¨®n de las primas por riesgo de cambio, eliminar¨¢ una importante carga a las empresas griegas y portuguesas que deseen efectuar operaciones con otros Estados miembros. As¨ªmismo, son los pa¨ªses comunitarios con las regiones m¨¢s desfavorecidas los que est¨¢n en condiciones de obtener m¨¢s beneficios de la esperada convergencia de los tipos de inter¨¦s y de la consiguiente reducci¨®n de los costes de capital.
Riesgos y cohesi¨®n
A su vez, desde el punto de vista de la cohesi¨®n, resulta evidente que la uni¨®n econ¨®mica y monetaria no est¨¢ exenta de riesgos.
Creo que es importante recordar a este respecto que no todos los Estados miembros est¨¢n igualmente preparados para la uni¨®n econ¨®mica y monetaria. Para que ¨¦sta tenga ¨¦xito es necesario que los resultados macroecon¨®micos de los pa¨ªses comunitarios alcancen un importante grado de convergencia: habr¨¢ que reducir los d¨¦ficits presupuestarios hasta niveles sostenibles y la inflaci¨®n tendr¨¢ que alcanzar las cotas predominantes en las econom¨ªas m¨¢s fuertes.
Algunos pa¨ªses miembros tienen que recorrer a¨²n un largo camino antes de alcanzar el necesario nivel de convergencia. Esto es especialmente cierto en el caso de Grecia y Portugal, pero tambi¨¦n en el de Italia, Irlanda y Espa?a.
Por consiguiente, algunos de estos Estados tendr¨¢n que soportar importantes costes de reajuste durante la transici¨®n a la UEM. Un ejemplo de los especiales problemas de reajuste con que se enfrentan los pa¨ªses comunitarios del Sur reside en los esfuerzos que cada uno de ellos tendr¨¢ que realizar para reducir los d¨¦ficit presupuestarios hasta niveles sostenibles. De acuerdo con los estudios realizados por la Comisi¨®n, cuatro de los Estados miembros m¨¢s d¨¦biles -Grecia, Portugal, Italia y Espa?a- tendr¨¢n que mejorar su equilibrio presupuestarlo b¨¢sico para poder alcanzar niveles sostenibles a largo plazo. En el caso de Grecia, la reducci¨®n del d¨¦ficit presupuestario que hay que realizar equivale a m¨¢s del 10% de su producto interior bruto (PIB). En Italia y Portugal, esta cifra oscila entre el 3% y el 4%.
Es sumamente importante el modo en que los pa¨ªses comunitarios m¨¢s d¨¦biles aborden el problema de la disciplina presupuestaria. Cabe el peligro de que se sientan tentados de reducir la inversi¨®n en lugar de otros tipos de gasto p¨²blico.
Hay quienes sostienen que las transferencias fiscales a escala comunitaria no son necesarias siempre y cuando los Estados miembros mantengan un alto grado de autonom¨ªa fiscal. Creo que seguir este camino es peligroso. La autonom¨ªa fiscal podr¨ªa dar lugar a una competencia en materia fiscal entre Estados miembros con objeto de atraer segmentos m¨®viles de la base imponible, tales como sedes centrales de sociedades, activos financieros y personal muy cualificado. A largo plazo, una mayor competencia en materia fiscal podr¨ªa llevar a una prestaci¨®n insuficiente de bienes p¨²blicos, especialmerite cuando los efectos externos sean importantes. Una vez m¨¢s, los pa¨ªses comunitarios del sur de la Comunidad resultan especialmente vulnerables al respecto. La mayor parte est¨¢ ya fuertemente endeudada y tiene que dedicar una considerable proporci¨®n de los recursos p¨²blicos al servicio y liquidaci¨®n de las deudas.
Competencia fiscal
Como consecuencia, los bienes y servicios p¨²blicos que se ofrecen en esas regiones en relaci¨®n con el nivel de impuestos son relativamente bajos. Todo ello podr¨ªa inducir a los agentes econ¨®micos a emigrar y a negarse a reconocer las deudas contra¨ªdas por las generaciones precedentes. Resulta obvio que la competencia en materia fiscal se a?adir¨ªa a las cargas presupuestarlas que he mencionado anteriormente y que los Estados miembros con las regiones m¨¢s desfavorecidas tendr¨ªan a¨²n m¨¢s dificultades para mantener los niveles relativamente elevados de inversi¨®n p¨²blica necesarios para ponerse al d¨ªa.
Aparte de los problemas vinculados a la convergencia presupuestaria, la supresi¨®n del mecanismo de tipo de cambio nominal que lleva emparejada la UEM es indudablemente el factor de riesgo m¨¢s importante.
Por otro lado, puede afirmarse que algunas econom¨ªas de la periferia de nuestra Comunidad se hallan en un estado de perturbaci¨®n permanente, ya que la competitividad nacional est¨¢ sometida a un proceso de erosi¨®n contin¨²a debida al aumento del coste unitario de la mano de obra y al bajo crecimiento de la productividad.
Resulta evidente que la uni¨®n econ¨®mica y monetaria no garantizar¨¢ por s¨ª sola una convergencia m¨¢s r¨¢pida de los niveles de vida en la Comunidad. Es m¨¢s, la UEM entra?ar¨¢ el peligro de lo contrario para las regiones menos desarrolladas.
La preocupaci¨®n que produce la UEM ha aumentado en los ¨²ltimos meses como consecuencia de lo que ha sucedido en Alemania. El proceso de unificaci¨®n, que en un momento determinado parec¨ªa que podr¨ªa desarrollarse suavemente, ha demostrado ser bastante m¨¢s problem¨¢tico.
Estos peligros se recogen en el Informe Delors sobre la uni¨®n econ¨®mica y monetaria. Sus autores se?alan que, a menos que se adopten medidas compensatorias, los cambios que supone la integraci¨®n plena en la uni¨®n econ¨®mica y monetaria podr¨ªan da?ar a las regiones y pa¨ªses miembros menos favorecidos de la Comunidad.
El documento de la Comisi¨®n sobre la UEM va m¨¢s lejos, y reconoce que podr¨ªan presentarse problemas no s¨®lo en el periodo de transici¨®n a la UEM, sino tambi¨¦n a largo plazo.
En tales circunstancias, las pol¨ªticas estructurales, y en particular la pol¨ªtica regional de la Comunidad, tienen que ser algo mas que un servicio de urgencia al que se recurre para socorrer a las v¨ªctimas de la integraci¨®n.
Unicamente lograremos llevar a t¨¦rmino nuestra empresa combinando los esfuerzos de las instituciones comunitarias, de todos los Estados miembros y de las propias regiones.
es director general de Pol¨ªtica Regional de la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas.
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