"R¨¦quiem" por los hierros comerciales
El comienzo de la Feria de Sevilla ha coincidido con una noticia que representa una aut¨¦ntica revoluci¨®n en el llamado por Antonio D¨ªaz Ca?abate el planeta de los toros. La noticia es que las dos m¨¢ximas figuras del momento han optado en la feria de San Isidro por hierros caracterizados por su casta, y no por su pastue?ez. Juan Antonio Ruiz Espartaco ha pedido las corridas de Puerto de San Lorenzo y Murteira. El diestro sanluque?o Paco Ojeda ha optado por los hierros de Alonso Moreno y otro pendiente de recibir. Si la fiesta tiene hoy un grave problema, ¨¦ste es el de la falta de raza del ganado que lidian las figuras y, por tanto, el que se lidia en las ferias punteras. No es ajena a esa falta de casta la deleznable ca¨ªda de los toros.Hay que recibir, por tanto, con j¨²bilo la noticia, aunque a los sevillanos nos llegue tarde esa encomiable decisi¨®n de los diestros y hayamos de padecer en esta feria unos carteles, por lo que se refiere al ganado, pre?ados de monoton¨ªa y, si Dios no lo remedia, soportar un d¨ªa y otro derechazados y naturales a unos animales sin fiereza, restando toda emoci¨®n a la lidia.
Es natural que estas dos figuras hayan ya advertido que la situaci¨®n no pod¨ªa continuar as¨ª, y que fomentar, desde los despachos de influencias, la demanda de este tipo de ganado significaba ir en contra de la selecci¨®n y que tanto empe?o en buscar el toro d¨®cil significa poner la caba?a brava en un precipicio, donde el paso siguiente es la mansedumbre abrumadora. El domingo tuvimos el ejemplo de la corrida de Carlos N¨²?ez, un hierro otrora codiciado por las figuras, y que hoy no sirve ni para lidiadores tan avezados como Jos¨¦ Antonio Campuzano o Manili.
La decisi¨®n de Espartaco y Paco Ojeda engarza, adem¨¢s, con la tradici¨®n de las figuras hist¨®ricas. Ser figura entra?a responsabilidad para enfrentarse y superar las m¨¢ximas dificultades. As¨ª, vemos c¨®mo Joselito El Gallo y Juan Belmonte toreaban, generalmente, en la Feria de Sevilla, las corridas de Miura. As¨ª lo hacen en las ferias de 1914 a 1920, hasta la muerte de Jos¨¦, con la excepci¨®n del a?o 1917 en que Juan estaba herido y no toreaba, en la feria, y del a?o 1918, en que tore¨® cri Lima, Panam¨¢ y Caracas, y adem¨¢s, estuvo de luna de miel. Tanta importancia ten¨ªa para la afici¨®n el ganado que las Figuras lidiaban, que Jos¨¦ mat¨® 89 toros de Miura en sus nueve a?os de matador de toros. Emular a los dos colosos de la edad de oro del toreo deber¨ªa ser una aspiraci¨®n peri-nanente de las figuras de hoy.
?Podemos pensar que con esta decisi¨®n de Espartaco y Paco Ojeda estamos en v¨ªsperas de una competencia vivIficadora del espect¨¢culo? Ojal¨¢ sea as¨ª. Loque s¨ª parece adivinarse, para bien de la fiesta, es que ha empezado a entonarse el requiem de los llamados hierros comerciales.
Babelia
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