Mogadiscio, ciudad sin ley
El terror no ha desaparecido de la capital de Somalia, pese a la ca¨ªda de Siad Barre
Los cad¨¢veres han desaparecido de las calles, pero el hedor de la muerte se percibe todav¨ªa en la capital de Somalia, Mogadiscio. Una capital violada y saqueada. Casi dos meses despu¨¦s de que una revuelta popular derrocara al dictador Siad Barre, la ciudad est¨¢ pr¨¢cticamente controlada por un grupo de hombres de negocios y miles de adolescentes bien armados y de gatillo f¨¢cil. Mientras las sepulturas aumentan fuera de los pocos y saturados hospitales de Mogadiscio, la ruptura es total entre los numerosos y arraigados clanes.
Al caer la noche comienza el carnaval, fuegos artificiales de disparos ininterrumpidos y excepcionales tracas de balas. Se prolongan durante toda la noche en el exterior de Towfiq, el ¨²nico hotel de Mogadiscio a¨²n abierto. Son las milicias de adolescentes que utilizan sus armas autom¨¢ticas contra los miembros de clanes rivales en su pugna por el petr¨®leo, cada vez m¨¢s caro y escaso, aunque a veces diaparan por diversi¨®n.Despu¨¦s de 30 d¨ªas de lucha con fuego de artiller¨ªa y cohetes no queda mucho de lo que una vez fue una ciudad bell¨ªsima. Todos los edificios, embajadas, bancos, comercios y casas particulares abandonadas han sido saqueados y destrozados. En Mogadiscio viven ahora unas 750.000 personas. Al menos 25.000 perdieron la vida durante la guerra.
Persecuci¨®n hist¨®rica
"Siad Barre no va a encontrar nada si vuelve alguna vez", dice un miliciano en la vieja calle comercial V¨ªa Roma. La milicia que controla la ciudad se ha asegurado de esto. Incluso el banco de sangre de la Cruz Roja Internacional ha sido destruido en esta persecuci¨®n hist¨¦rica de la instituciones establecidas duran te los 21 a?os que estuvo Siad Barre en el poder.
El palacio presidencial y vivienda particular de Barre, Vila Somalia, que se levanta sobre una colina, desde donde el r¨¦gimen se defendi¨® hasta el final, est¨¢ ocupado ahora por una fracci¨®n de la guerrilla del Congreso de Somalla Unida. Algu nos cad¨¢veres de tres semanas acaban de ser enterrados, pero el olor sigue siendo terrible. Nada queda del dormitorio de Siad Barre y sus dos leones han muerto de hambre en el zoo que hab¨ªa fuera.
Desde Vila Somalia es f¨¢cil ver las heridas que los boinas rojas, los guardias presidenciales infligieron a la capital con su artiller¨ªa y sus cohetes antes de huir hacia el Sur. Algunos tanques T52 rusos quemados, un regalo del l¨ªder libio, Muarnmar el Gaddafi, ilustran la derrota del r¨¦g¨ªmen.
Seg¨²n algunos documentos descubiertos, Siad Barre intent¨® en el ¨²ltimo minuto ofrecer 600.000 d¨®lares a mercenarios surafricanos para que repararan y pilotaran la paralizada fuerza a¨¦rea nacional en un desesperado intento final para permanecer en el poder. Ahora el anciano Barre, de casi 80 a?os, se esconde en Garba Harre, una peque?a poblaci¨®n pr¨®xima a la frontera entre Kenia y Etiop¨ªa, protegido por los boinas rojas que reclut¨® entre su propio clan Marehan. Los restos del Ej¨¦rcito gubernamental controlan el puerto de Kisimaio al Sur, a las ¨®rdenes del antiguo ministro de Defensa, Morgan, quien, seg¨²n algunos informes, planea utilizar parte del dinero robado en Mogadiscio para comprar armas nuevas y reclutar mercenarios.
Presos en la calle
La vieja prisi¨®n de estilo italiano de Mogadiscio, pr¨®xima al puerto, est¨¢ completamente destruida y todos los presos en libertad. Osman, un antiguo preso, muestra las oscuras cuevas de la prisi¨®n y el lugar del puerto desde el que los prisioneros eran arrojados a les grandes tiburones blancos que cazan cerca de la costa somal¨ª. "Matamos a todos los guardias", dice Osman con una sonrisa, y confirma que en esta guerra civil no hay prisioneros.
En el hospital mental de Mogadiscio, 180 pacientes se han hecho con el control y un joven con una gran pistola dirige a sus compa?eros. "A uno le mataron de un disparo el otro d¨ªa, tras vestirse con el uniforme y la boina roja de los guardias del presidente. Muchos ni siquiera saben que hemos tenido guerra, dice un joven miliciano sonriendo.
El hospital de la ciudad infantil SOS es uno de los cinco de durante las batallas en la ciudad. Willy Hober, un italiano que dirige el centro, dice que cada d¨ªa llegan alrededor de 200 pacientes. "Ni?os desnutridos, casos de disenter¨ªa, gente con heridas de arma de fuego e incluso enfermos a causa de la guerra llegan aqu¨ª", dijo Hober, quien consigui¨® organizar varios transportes a¨¦reos de alimentos y medicinas. Hay dos cad¨¢veres a la espera de ser sacados de una habitaci¨®n y una joven enfermera ense?a un jard¨ªn pr¨®ximo en el que, en los ¨²ltimos d¨ªas, se ha cavado una l¨ªnea creciente de tumbas. "Se entierran aqu¨ª millares, muchos en la misma fosa", dice cansadamente.
El ministro de Sanidad, Nur Elmi Osman, que estuvo en el pasado en Ayuda Internacional, se muestra preocupado por la peque?a y lenta ayuda que el mundo est¨¢ prestando. "la guerra del Golfo est¨¢ eclipsando a todo. Piense lo que podr¨ªamos hacer con el dinero que cuesta un misil Tomahawk .... Apelo a mis amigos de Ayuda Internacional en el mundo occidental para que no esperen a que Somalia sea un lugar seguro y act¨²en ahora".
El nuevo presidente interino de Somalia, Ali Mahdl Mohamed, vive en una villa grande y hermosa que ha sobrevivido milagrosamente al fuego de artiller¨ªa y a los cohetes. Ahora la casa est¨¢ custodiada por una banda le adolescentes bien armados. -omo casi todos los componentes del nuevo Gobierno, Mahdi pertenece al clan Hawaiye y es un hombre de negocios, propietario de varios grandes hoteles n Mogadiscio. "Este mes se eunir¨¢n todos los grupos en ,logadiscio y me retirar¨¦ si ¨¦sa s la voluntad del pueblo", delara el presidente Mahdl v1ohamed.
Cooperaci¨®n militar
El Movimiento Nacional Somal¨ª (SNM), formado b¨¢sicamente por el clan Isaq y que controla el norte de Somalia, no ha reconocido al nuevo presidente. El movimiento Patri¨®tico Somal¨ª (SPM), del clan Ogad¨¦n en el Sur, ha dejado incluso de luchar contra las tropas leales a Siad Barre y lucha ahora al lado del antiguo dictador contra el Congreso de Somalla Unida (USC) del clan Hawalye. ?ste, uno de los mayores del pa¨ªs, ha sido gobernado durante 20 a?os por el peque?o clan Marehan, de Barre. S¨®lo empezaron a actuar cuando el dictador mat¨® a miembros del clan el a?o pasado en el estadio nacional.
En agosto del a?o pasado, SNM, SPM y USC firmaron un acuerdo de cooperaci¨®n militar y pol¨ªtica para derrocar al r¨¦gimen. Cuando el a?o pasado, poco antes de Navidad, los Hawaiyes consiguieron hacerse durante una revuelta popular espont¨¢nea con lotes de armas y obtener apoyo de muchos desertores del clan del Ej¨¦rcito gubernamental, la guerrilla de USC estaba todav¨ªa lejos de Mogadiscio. Muchos habitantes de Mogadiscio se unieron repentinamente a USC cuando el derrocamiento del dictador fue un hecho; uno de ellos fue el nuevo presidente Mahdi Mohamed.
El presidente Mahdl no quiere hacer ning¨²n comentario sobre las declaraciones de los miembros de USC en el exilio que no le reconocen como presidente o l¨ªder de USC. Mahd1 tampoco hablar¨¢ del l¨ªder militar del USC, el general Mohamed Farah Aldid, el hombre que Erm¨® en agosto el acuerdo con SNM y SPM. "El general Aldid est¨¢ loco por el poder", dice el nuevo presidente.
No obstante, nadie cree que llegue a celebrarse una reuni¨®n en Marach ni que se solucione la guerra civil en Somalla mientras el presidente Mahdl Mohamed y sus colegas de negocios sigan en el poder.Miles de somal¨ªes desesperados se re¨²nen diariamente en el aeropuerto internacional de Mogadiscio con la esperanza de conseguir una plaza en uno de los pocos aviones de transporte que se atreven a aterrizar en la cludad. La atm¨®sfera es muy tensa en el aeropuerto, la milicia empieza a disparar al aire y algunas personas empiezan a luchar. En el suelo, una ni?a juega con las balas de un AK-47. Todo el mundo lleva una pistola. En Mogadiscio no hay escasez de municiones ni balas.
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