Olaz¨¢bal, a s¨®lo a tres golpes de Watson pese a un 'cu¨¢druple bogey'
Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal habr¨ªa sido el l¨ªder del Masters de golf de Augusta tras su segunda vuelta sin su ofuscaci¨®n en el hoyo 6, que le supuso un cu¨¢druple bogey. Con ella, s¨®lo es el sexto, a tres golpes, 139 (68 y 71) por 136 (68 y 68), del redivivo norteamericano Tom Watson. Los tambi¨¦n estadounidenses Lanny Wadkins, Mark McCumber y Mark Calcavecchia y el gal¨¦s lan Woosnam llevan 138, y el alem¨¢n Bernhard Langer y los locales Ray Floyd y Billy Brown 139. Severiano Ballesteros, con 145 (75 y 70), como el ingl¨¦s Nick Faldo, es el 44? El australiano Greg Norman, con 147, fue eliminado.
"Es como si tuviera el demonio dentro. Mejor de lo que he jugado no se puede jugar, pero... El primer recorrido deb¨ª concluirlo con 70 y lo hice con 75. Este era de 65, no de 70. No entiendo lo que me ocurre. Pero no arrojo la toalla. Me he concentrado m¨¢s. Apenas dorm¨ª la noche pasada recordando mis cuatro putts en el hoyo 16". Era el desahogo de Ballesteros despu¨¦s de que, una vez m¨¢s, la fortuna le hubiera sido esquiva en el green del 18, en el que su bogey le impidi¨® colocarse al par a la mitad del torneo.El c¨¢ntabro eludi¨®, al menos, su tercera eliminaci¨®n consecutiva en el Grand Slam. Una ca¨ªda en Augusta habr¨ªa sido muy dura para ¨¦l. Sus dos triunfos en el c¨¦lebre torneo estadounidense fueron decisivos para su consagraci¨®n ante Am¨¦rica, pero sobre todo permitieron la progresi¨®n imparable de los golfistas europeos, que manten¨ªan hasta la aparici¨®n de Ballesteros la condici¨®n de parientes pobres ante los golfistas estadounidenses. Desde esta perspectiva psicol¨®gica, era algo muy importante para ¨¦l. Sus fracasos de 1990 en el Open Brit¨¢nico y el Campeonato de la PGA no pod¨ªan repetirse en el Masters. Habr¨ªa sido un impacto excesivo para quien fue calificado como el golfista de los 80. Pero evitar el corte le supuso un sufrimiento constante. Cada acierto le cuesta un trabajo enorme. La angustia se irradia a su alrededor. La tensi¨®n preside sus lanzamientos.
El gesto de Ballesteros en el 17, quit¨¢ndose la visera y arroj¨¢ndola al suelo, represent¨® la explosi¨®n de su rabia contenida. Al fin, le hab¨ªa sonre¨ªdo el golpe magistral, ¨¦se que se le niega ¨²ltimamente. Ten¨ªa la pelota al lado de la arena delantera del green. Habr¨ªa unos 25 metros hasta la bandera. Pero su toque fue perfecto. La bola rod¨® ladera, arriba y enfil¨® el agujero hacia el birdie. Parec¨ªa que hab¨ªa ahuyentado de s¨ª al diablo. Pero... no. En el 18 ser¨ªa de nuevo presa de ¨¦l. Sucede que el campe¨®n de Augusta en 1980 y 1983 camina por el filo de la navaja de su putter. Ayer volvi¨® a ser su enemigo, Es cierto que sum¨® otros cuatro birdies en el 1, el 8, el 12 y el 13.. Pero ¨¦ste, por ejemplo, deber¨ªa haber sido un eagle, al igual que su pobre par del 15, en el que perdi¨® otra oportunidad. Y es que sobre el green, la desconfianza le invade. Desde lejos, porque se queda corto. Desde cerca, porque se desv¨ªa por mil¨ªmetros. As¨ª, no es extra?o que pague muy caro cualquier imponderable, incluso con un doble bogey, como en el 14, en el que no encontr¨® la calle con su salida.
Problemas
Pero nadie est¨¢ libre de padecer alg¨²n que otro calvario. El de Olaz¨¢bal fue en el 6. Su fantasma. ha de perseguirle durante lo que resta de competici¨®n. Fue como pasar del infinito al cero en unos segundos. Ser¨ªa trist¨ªsimo para ¨¦l que su "cu¨¢druple bogey" en ese floreado Par-3 le echara sus cuentas negativas al t¨¦rmino de un Masters a su alcance pese a que acab¨® afirmando que no le va a producir "ning¨²n trauma".El vasco volvi¨® a empezar con birdies en el 1 y el 2 y, con -6, se situ¨® como l¨ªder. Pero en el 5 incurri¨® en un bogey. A continuaci¨®n, con el ce?o fruncido, lanz¨® su pelota fuera del green del 6. Ten¨ªa que enviarla luego hacia arriba. Calcul¨® mal y la bola subi¨®, no remont¨® el desnivel y baj¨®. Nervioso, blandi¨® otra vez el palo para dejarla en el borde alto. Si hubiera mantenido la serenidad, habr¨ªa tirado ya a colocarla. Sin embargo, quiso embocarla y la mand¨®, cuesta abajo, muy lejos. Precis¨® tres putts y le hizo un siete literal a su tarjeta. Su clase y sus birdies, arriesg¨¢ndose con fe y temperamento, del 8, el 13, el 15, el 16 y el 17 por s¨®lo otro bogey, en el 9, se la arreglaron. Pero...
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