El Churra y El Suso
Jes¨²s Garcia, 'El Suso', dej¨® la bebida, pero su inseparable compa?ero, El Churra, se gasta en 'priva' (alcohol) todo lo que gana: son dos de las muchas ovejas negras de la metr¨®poli
Jes¨²s Garc¨ªa, El Suso, tiene 40 a?os y lleva su cabeza de platino debajo de una gorra negra. Desde que se estrell¨®, hace 20 a?os, cuando montaba la Derbi que gan¨® a las cartas, la gorra no le abandona ni para ingresar en los quir¨®fanos. Ella oculta un peque?o accidente geogr¨¢fico en su cr¨¢neo, como el que deja la primera cucharada en un yogur. Los 40.000 vecinos de Orcasitas saben que desde el accidente, El Suso pas¨® de temible a temeroso. La chupa de rockero, las gafas de: sol, el walkman y las estampas de V¨ªrgenes en la cartera ya las llevaba desde antes del accidente. Visit¨® varias veces la c¨¢rcel de: Carabanchel, donde lleg¨® a beber colonia, y otras tantas veces el Psiqui¨¢trico Provincial (antes hospital Alonso Vega).La bebida la dej¨® hace dos a?os, pero antes ya hubo varios avisos para que le dieran los santos ¨®leos. Cuando sali¨® la ¨²ltima vez del Alonso Vega, su amigo de toda la vida, El Churra, quiso hacer el amor con la compa?era sentimental que trajo del psiqui¨¢trico, y se la ahuyent¨®. "Le saqu¨¦ una navaja a la t¨ªa en plan de broma, sali¨® corriendo y no la volvimos a ver por Orcasitas", cuenta El Churra. El Suso asegura que el ¨²nico que se ha atrevido alguna vez a quitarle la gorra y dejarle el platino al aire libre es El Churra.
A los 11 a?os, El Churrita vend¨ªa churros y lo que ganaba se lo gastaba en priba (alcohol). Ahora tiene 47 a?os, una cirrosis "de caballo", y un r¨¦cord de seis meses en su haber como m¨¢ximo tiempo sin pillarla.
Un navajazo tuvo la culpa
Como en los malos cuentos, El Churra y El Suso compart¨ªan desde peque?os dinero, borracheras y amistades, y lo ¨²nico que los enfrentaba eran las mujeres. Hace dos a?os se enamoraron de una vecina. Le quitaban dinero a sus padres para darle de comer y comprarle bragas, y ella los iba a ver cada vez que ingresaban en el Doce de Octubre por sus borracheras. "Es muy alta", dice El Churra, "y cuando se pone en la calle de la Montera, toda pintadita, est¨¢ guap¨ªsima". "Yo no quer¨ªa que se fuera contigo porque t¨² la emborrachabas para hacer el amor, y eso no es legal, amigo... que a las mujeres hay que llev¨¢rselas por derecho", le espeta El Suso.
El Suso es un nost¨¢lgico de las bandas. "La primera vez que fui a la c¨¢rcel fue por un navajazo ejue le pegu¨¦ a un t¨ªo en un baile. Ibamos en grupo a los bailes, y yo siempre daba la cara por mis colegas. Antes nos pon¨ªamos bolingas [borrachos] y disfrut¨¢bamos, y ahora la gente s¨®lo quiere chutarse". "Una vez un t¨ªo se me qued¨® mirando junto al and¨¦n del metro y se cay¨®. Cuando lo fui a coger me quiso pegar, le di un gallet¨®n, y cuatro mujeres que hab¨ªa all¨ª se me vinieron a m¨ª como si yo le fuera a pegar una sirla [atraco con navaja] al t¨ªo".
Paga por su pinta todos los d¨ªas, cuando pide zumos de naranja en las discotecas y los camareros se le quedan mirando, incr¨¦dulos, o cuando le paga los billetes de autob¨²s a los ni?os. Otra vez cogi¨® una mariconera de la barra de un bar, se la llev¨® al tigre (cuarto de ba?o) y se encontr¨® 1.000 pesetas, una pistola y un carn¨¦ de polic¨ªa secreta. Sali¨® del tigre, avis¨® al camarero y le dijo: "Guarde esto, que se lo ha dejado alguien". Cuando volvi¨® el due?o de la mariconera "un chico rubio, muy joven", estaba casi llorando y miraba de arriba abajo a, El Suso. "Le dije, 'el camarero la tiene', y me quiso dar todo el dinero. Hasta que no me dio cuatro mil pesetas no se qued¨® conforme".
Los escasos ahorros
Mientras hablan, El Churra se acerca a un oficina bancaria de la plaza de la Asociaci¨®n para sacar lo que le queda de la pensi¨®n. La plaza, en el centro de Orcasitas, est¨¢ tachonada de yonquis desde la ma?ana. Cuando vuelve trae dos monedas de 200 pesetas y le dice a El Suso que le ha dado mucha verg¨¹enza entrar para sacar eso. "Pero es que, si no lo hago, no tengo para comprarme la litrona y comprarle un paquete de tabaco a ¨¦ste". Un joven con mirada agresiva se le acerca a El Suso y le dice que el Psiquiatra le ha mandado medicina para anularlo durante un a?o:
- "Me lo voy a comer todo, Suso, pero voy a estar anulado un el sof¨¢".
- "Tienes que hacerlo, hombre, para que se te vaya la gotera que tienes".
El joven se aleja, y El Churra le dice que no se r¨ªa del muchacho. El Suso explica que el chaval tiene una gotera muy grande, pero no es mal chico. "Cuando yo beb¨ªa, lo padres no quer¨ªan que nadie se viniera conmigo, y ahora todos les dicen que se vengan para que yo los cuide".
A la hora del almuerzo, El Suso se recluye en su casa para leer, ver la tele o escuchar novelas, mientras que a El Churra a¨²n le quedan por beber dos o tres litronas.
Tr¨¢mites burocr¨¢ficos
El Suso es el que le arregla a El Churra todos los tr¨¢mites burocr¨¢ticos. Sabe leer y, escribir y asegura que ha tenido muchas m¨¢s mujeres que El Churra, aunque s¨®lo se enamor¨® dos veces. La compa?era sentimental del Psiqui¨¢trico era de nacionalidad alemana, chapurreaba el espa?ol, estaba casada y ten¨ªa varios hijos.
"Una vez que estaba en el piso de ella, en Ventas, llam¨® su marido por el telefonillo diciendo que si el piojoso ¨¦se (por m¨ª) no se hab¨ªa ido todav¨ªa. Cog¨ª un cuhillo y le dije que subiera a ver al piojoso, pero no se atrevi¨®". Todo lo malo que hizo El Suso fue bajo el efecto del alcohol, y para mostrar el buen coraz¨®n que tiene su amigo, El Churra siempre cuenta cuando fueron los dos a la calle de la Montera. "Hab¨ªa algunas con un tipazo", pero El Suso se par¨® delante de la prostituta m¨¢s fea, "que era horrorosa, gorda y viej¨ªsima. Yo me re¨ªa, y el Suso me dijo que por lo menos aquel d¨ªa la fea iba a comer y que las otras com¨ªan todos los d¨ªas".
El Suso asegura que desde que no bebe disfruta cuando se r¨ªen de ¨¦l. Dice que desde que fue al entierro de su abuelo vestido de pijo mientras sus primos iban con vaqueros, el ¨²nico criterio v¨¢lido para ir a la moda es el suyo propio. "A mi psiquiatra lo tengo m¨¢s loco que yo, porque la gente se r¨ªe de uno y yo me r¨ªo de muchos".
Para la primavera, afirma tener preparado un modelo que los vecinos se van a creer que se ha escapado de una reserva india. En realidad, escapar nunca lo hizo de ning¨²n sitio, y, las pocas veces que ha viajado fue para ir andando a Valencia. "La ¨²ltima de ellas, hace mucho tiempo, llegu¨¦ a Valencia, vi unos pinos preciosos, me masturb¨¦ y me volv¨ª". Llevaba el cabello a la altura de los codos y tuvo que volverse andando porque nadie quer¨ªa montarlo.
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