Posibilidades de renacimiento del mundo ¨¢rabe
El hundimiento de Sadam Husein no marca solamente el fin de una guerra; con ¨¦l termina un largo per¨ªodo hist¨®rico. Despu¨¦s de los movimientos de afirmaci¨®n y de liberaci¨®n nacional que destruyeron los antiguos imperios, turco, ingl¨¦s y franc¨¦s, el mundo ¨¢rabe musulm¨¢n fue cada vez m¨¢s dominado por dictaduras militares y religiosas. El desarrollo fue reemplazado como objetivo principal de estos pa¨ªses por la islamizaci¨®n y por el aislamiento. Lo que se acompa?aba, sobre todo en los pa¨ªses del Golfo, de una extrema concentraci¨®n de las rentas y de la formaci¨®n de una masa nacional proletarizada y de inmigrantes a menudo miserables, as¨ª como de luchas entre Estados para conquistar la hegemon¨ªa en la regi¨®n. La gran causa fue la violencia pol¨ªtica y el terrorismo dirigido contra Israel y contra Occidente. C¨®mo no recordar la dram¨¢tica regresi¨®n de esta regi¨®n que ha conducido a la guerra sangrienta entre Ir¨¢n e Irak, a la destrucci¨®n de L¨ªbano, a los atentados terroristas, a las aventuras guerreras de Gaddafi y despu¨¦s de Sadam Husein, a las matanzas de Argelia y a las tentativas de desestabilizaci¨®n de Marruecos, de Egipto y hasta de T¨²nez. Hay que estar ciego para ver en este periodo la prolongaci¨®n de los movimientos de liberaci¨®n colonial; fue todo lo contrario, corno Sadam Husein en 1990 fue lo contrario del Nasser de 1956, y como el Ben Bella de hoy es lo contrario del Ben Bella del primer Gobierno del FLN. Al fallar su desarrollo, a pesar de la abundancia de recurs0s provenientes del petr¨®leo, el mundo ¨¢rabe se ha cerrado sobre s¨ª mismo, mirando hacia el pasado en lugar de preparar el porvenir, y sobre todo se ha dejado llevar por fuerzas pol¨ªticas que han movilizado en su exclusivo provecho la inquietud y las decepciones nacidas del fracaso del desarrollo y las han transformado en rechazo del exterior, y en particular de Israel, de una manera puramente destructiva. En m¨²ltiples pa¨ªses del mundo, el nacionalismo ha tomado desde hace un siglo la forma del bismarckismo, es decir, que ha permitido, a partir de un Estado autoritario, crear una sociedad civil fuerte y diferenciada. Tal fue el caso, despu¨¦s de Alemania, de ltalia y Jap¨®n, en la segunda mitad del siglo XIX; de Turqu¨ªa, de la India, de M¨¦xico y de Brasil en el siglo XX. Probablemente sea hoy tambi¨¦n el caso del pa¨ªs musulm¨¢n m¨¢s grande, Indonesia. Pero en el mundo ¨¢rabe musulm¨¢n hemos asistido a una evoluci¨®n opuesta: en vez de que el Estado construya una sociedad, la ha devorado, lo que significa la definici¨®n misma del totalitarismo. Y es triste que tantos intelectuales occidentales hayan sido tan ciegos ante este fen¨®meno masivo y dram¨¢tico: la conversi¨®n de los movimientos de liberaci¨®n nacional en reg¨ªmenes autoritarios y hasta totalitarios, hasta llegar al militarismo y a las obras de destrucci¨®n de Sadam Husein en el interior de Irak y contra los pa¨ªses vecinos. El apoyo dado a la liberaci¨®n argelina no hubiera debido impedir el reconocimiento de la violencia ejercida por la dictadura militar en Argelia, de la misma manera que los temas nacionalistas y laicos del Baaz, tanto sirios como iraqu¨ªes, no justifican las dictaduras de Hafez el Asad o de Sadam Husein. El mundo ¨¢rabe y una parte importante del mundo musulm¨¢n han sido arrastrados hacia el antidesarrollo, en una regresi¨®n que se ha vuelto m¨¢s peligrosa todav¨ªa por el hecho de que se encubr¨ªa con un nacionalismo ¨¢rabe que no ten¨ªa otro contenido que el rechazo de las influencias exteriores, y por tanto de la modernizaci¨®n.El mundo ¨¢rabe ser¨¢, pues, el beneficiarlo del fracaso de Sadam Husein porque se librar¨¢ de una tendencia al ostracis.mo y a la violencia que no le puede llevar nac¨ªa m¨¢s que a la autodestrucci¨®ri. Los palestinos, a pesar del compromiso de Arafat y del rey, Hussein en el bando de Irak, podr¨ªan estar entre los m¨¢s beneficiados por la victoria de los aliados. Pues cada uno sabe que el reconocimiento de los palestinos por Israel y de Israel por los pa¨ªses ¨¢rabes son inseparables; doble inversi¨®n que es imposible mientras que se llame a los ¨¢rabes al odio contra Israel y que es menos imposible hoy por el hecho de que Israel no ha part¨ªcipado en la guerra y que los norteamericanos desean crear una cierta estabilidad en la regi¨®n. Ser¨¢, evidentemente, mucho m¨¢s dif¨ªcil defender los intereses de L¨ªbano, puesto que la dominaci¨®n siria fue establecida sobre un pa¨ªs en el que las confesiones se destrozaban entre s¨ª en m¨²ltiples guerras civiles.
Este optimismo de conjunto se mantiene dificilmente cuando reflexionamos sobre Europa. La negativa a desempe?ar un papel internacional est¨¢ muy extendida, y una parte noiable de la Juventud est¨¢ encerrada en un verdadero odio hacia s¨ª misma, en el que se comprenden los or¨ªgenes cuando se dirigen, en Alemania, contra el recuerdo del Estado nazi, pero que se vuelven innecesarios cuando se dirigen contra pa¨ªses que no son un nido de criminales y que tendr¨ªan m¨¢s bien la necesidad de ser salvados de un burdo materialismo por nuevos ideales de libertad y de justicia, que no se pueden identificar en ning¨²n caso con el militarismo de Sadam Husein o con la teocracia de Jorne¨ªni.
Un largo periodo se acaba, pues el hundimiento del r¨¦gimen sovi¨¦tico, la liberaci¨®n de los pa¨ªses del Este europeo y la descomposici¨®n o debilitamiento de las dictaduras del Golfo forman parte del mismo fen¨®meno: la ca¨ªda de los Estados antidemocr¨¢ticos que han comenzado por querer una modernizaci¨®n autoritaria y han acabado por llevar a sus pa¨ªses al poder absoluto y represivo de una ¨¦lite dirigente, a las guerras y al subdesarrollo econ¨®mico. Pero no hay que mirar m¨¢s hacla atr¨¢s; por el contrario, hay que reconstruir esos pa¨ªses, es decir, asociar crecimiento econ¨®mico, libertad pol¨ªtica y justicla social. En eso consiste el verdadero nacionalismo, sobre todo en los pa¨ªses que no son naciones, pues el poder absoluto esconde una sociedad segmentada, encerrada en los poderes locales y tribales o en las redes de la clientela y de la corrupci¨®n. Estos pa¨ªses deber¨¢n elegir con decisi¨®n y r¨¢pidamente. De forma m¨¢s urgente Argelia, donde la guerra ha reforzado una conciencia arabista y antioccidental, pero se podr¨ªa frenar la progresi¨®n del FIS y reforzar la corriente favorable a una apertura pragm¨¢tica. Ninguna de estas transformaciones ser¨¢ f¨¢cil, pero ninguna evoluci¨®n puede ser m¨¢s catastr¨®fica que la del ¨²ltimo decenio que ha empujado hasta el extremo la l¨®gica infernal del antidesarrollo, del encerramiento cultural y de la agresividad pol¨ªtica del Pr¨®ximo Oriente, que as¨ª ha desperdiciado la ocasi¨®n de lograr una modernizaci¨®n para la cual contaba con los medios materiales.
es director del Instituto de Estudios Superiores de Par¨ªs.Traducci¨®n: Mar¨ªa Teresa Vallejo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.