?Nuevo orden o caja de Pandora?
Unas semanas despu¨¦s de la invasi¨®n de Kuwait y anexi¨®n del emirato por el dictador de Bagdad, cuando la amenaza del recurso a la guerra para forzarle a soltar su presa se precisaba de d¨ªa en d¨ªa con mayor claridad, fuimos muchos los que nos planteamos la pregunta de si dicho recurso extremo era el m¨¢s adecuado a una regi¨®n tan fr¨¢gil y de equilibrio tan precario como es Oriente Pr¨®ximo. La experiencia hist¨®rica, particularmerte rica en la zona, mostraba que no se pod¨ªa responder a una violencia con otra a¨²n mayor sin engendrar con elllo nuevos e imparables mecanismos de violencia. La decisi¨®n de destruir un pa¨ªs a fin de parar los pies -y eventualmente eliminar- a un gobernante indeseable, sin tomar en consideraci¨®n las consecuencias de dicha empresa, nos parec¨ªa un remedio peor que la enfermedad. Como sabemos, la l¨®gica imperial de Bush y la terquedad, rayana en la inconsciencia, de Sadam decidieron de otro modo. Concluida la guerra de los 40 d¨ªas -o, para emplear una formulaci¨®n m¨¢s correcta, el mayor bombardeo de la historia-, nos encontramos, casi dos meses despu¨¦s del alto el fuego, con una realidad no prevista en ning¨²n gui¨®n: la coalici¨®n encabezada por Estados Unidos arroj¨® sobre Irak 800.000 toneladas de explosivos y caus¨® un n¨²mero de v¨ªctimas civiles militares cuyas estimaciones se sit¨²an alrededor de las 300.000; pero el dictador origen de la tragedia sigue no s¨®lo en su puesto, sino haciendo de las suyas con su tradicional e inc¨®lurne ferocidad. Quienes dud¨¢bamos de que la Operaci¨®n Tormenta del Desierto para Iibrar al mundo del "nuevo Hitler ¨¢rabe", vendida por los servicios de propaganda estadounidenses, trajera consigo un nuevo orden moral y jur¨ªdico universal, y sospech¨¢bamos que servia tan s¨®lo de pantalla a la voluntad de Washington de conservar para siempre su control de petr¨®leo ¨¢rabe, hemos visto confirmadas nuestras dudas y aprensiones. Pero ello no nos exime del deber de reexaminar nuestra postura a la luz de lo que est¨¢ ocurriendo hoy y enfrentarla a las realidades creidas por la victoria de la coalici¨®n. Ahora que han ca¨ªdo las m¨¢scaras de unos y otros y reina el orden brutal de la realpolitik cabe preguntarse de nuevo si era inevitable una guerra -y consiguiente posguerra- cuyo coste en vidas humanas (?occidentales excluidas!) y los estragos en el medio ambiente han superado en los hechos los c¨¢lculos m¨¢s pesimistas, en otras palabras, si el triunfo de la justa causa ha resuelto o ayudado a resolver los dramas existentes en la zona (palestino, kurdo y liban¨¦s), la monstruosa desigualdad de recursos entre pa¨ªses productores de petr¨®leo y carentes de ¨¦l, la venta masiva de armas (incluidas las de alta tecnolog¨ªa) a Israel y Estados ¨¢rabes de confianza, la eliminaci¨®n de dictaduras sangrientas y democratizaci¨®n de las monarqu¨ªas teocr¨¢ticas... Repasemos estos temas uno a uno y veamos en qu¨¦ punto se hallan.1. Los llamamientos del presidente Bush durante la guerra para derrocar a Sadam se dirig¨ªan ¨²nicamente, como sabemos hoy, a la c¨²pula pol¨ªtico-militar de Bagdad, no al desdichado pueblo iraqu¨ª, arrastrado sin su consentimiento a dos guerras mort¨ªferas por la megaloman¨ªa y groseros errores de c¨¢lculo del dictador: el levantamiento de los shi¨ªes en el sureste y de los kurdos en el norte no entraba en el cuadro de la visi¨®n estrat¨¦gica del Pent¨¢gono tocante a la zona. Una autonom¨ªa aceptable para los kurdos -como la que les fue ofrecida enga?osamente por el Baaz en 1970- podr¨ªa, en efecto, resultar contagiosa para los Estados vecinos e introducir un factor de libanizaci¨®n en Irak; la posibilidad de una toma del poder por la mayor¨ªa sli¨ª y el espectro de una rep¨²blica isl¨¢mica reactualizaban, por otra parte, la pesadilla estadounidense del peligro jomeinista y el terror de Arabia Saudi y, los dem¨¢s emiratos a un bloque irano-iraqu¨ª, con su eventual poder imantador respecto a las poblaciones shi¨ªes del Golfo. A consecuencia de ello, slil¨ªes y kurdos fueron fr¨ªamente abandonados: los acuerdos de alto el fuego exclu¨ªan de modo deliberado los helic¨®pteros de la lista de armas prohibidas al Ej¨¦rcito de Sadam. Gracias a este olvido, el dictador ha podido ganar por fin su tercera guerra: la emprendida contra su propio pueblo. Las llamadas de socorro de los kurdos a finales de marzo obtuvieron la misma respuesta que las lanzadas por el legendario Barzani a Kissinger en 1975: despu¨¦s de haber recibido el apoyo y financiaci¨®n de la CIA, a petici¨®n del monarca iran¨ª, fueron sacrificados en el altar de los acuerdos de Argel entre Sadam y el sha como el simple pe¨®n de una estrategia superior. Diecis¨¦is a?os m¨¢s tarde, siguiendo la misma pauta, Bush prefiri¨® irse de pesca y confiar al pueblo Iraqu¨ª, con motivo del D¨ªa Nacional de Acci¨®n de Gracias, a la alta protecci¨®n divina, tras manifestar, eso si, su profunda compasi¨®n por las v¨ªctimas de Sadam. ?Nobles y muy sentidas palabras! El abismo existente entre el machaqueo inaudito de su aviaci¨®n para ayudar a los kuwait¨ªes y la invocaci¨®n a Dios tocante a los kurdos era una clara se?al dirigida a Sadam, experto tambi¨¦n en el recurso a la divinidad, de que, guardando un poco las formas, pod¨ªa seguir su tarea. De golpe, el Hitler de quita y pon recuperaba su anterior situaci¨®n: la del dictador capaz de conducir dos veces a su pueblo al matadero, arrasar 4.000 poblados kurdos para transterrar a sus habitantes y exterminar a los 5.000 moradores de Haladya con armas qu¨ªmicas en medio de la indiferencia general. Como en 1975 y 1988, la protesta internacional -aun que m¨¢s fuerte que en aquellas fechas- no le ha atado las manos. Enfrentadas a la magnitud de la cat¨¢strofe -el exodo de todo un pueblo aterrorizado-, las potencias occidentales han puesto en marcha sus mecanismos de ayuda humanitaria y la habilitaci¨®n de ¨¢reas de seguridad en las zonas fronterizas con Ir¨¢n y Turqu¨ªa. Ello no impide la muerte diaria de centenares de personas ni, mucho me temo, la probable soluci¨®n palestina, al menos parcial, del problema kurdo Iraqu¨ª: desembarazado de una buena parte de sus kurdos, como Israel en 1948 de sus palestinos, Sadam puede felicitarse del ¨¦xito de la opera or¨®n e invitar incluso a Bagdad a los jefes rebeldes para discutir de una futura autonom¨ªa como la que ya les ofreci¨® en 1970, con los resultados que sabemos. En corto: la instalaci¨®n de un r¨¦gimen democr¨¢tico en Irak no se ha planteado siquiera, pese a que la mayor¨ªa del pueblo iraqu¨ª -shi¨ªes, sun¨ªes y kurdos- aspira a ella. Un militar, y s¨®lo un militar m¨¢s presentable que Sadam, ofrece a Estados Unidos la garant¨ªa de
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cumplir las cl¨¢usulas del tratado de paz y defender eficazmente sus intereses. Una vez m¨¢s, el pueblo kurdo habr¨¢ vivido un sue?o y, tras ello, la pesadilla del retorno a lo real.2. Aunque con cierto retraso, debido a la necesidad de reponer las alfombras y l¨¢mparas robadas por los iraqu¨ªes en sus palacios, la familia Sabaj se ha instalado de nuevo en Kuwait, pero el pa¨ªs parece incapaz de salir por s¨ª solo de la opresi¨®n y la ruina: la dinast¨ªa reinante se aferra al poder, dirige la represi¨®n de los supuestos opositores y sus promesas de democratizaci¨®n son cada vez m¨¢s remotas y vagas; el acoso y el asesinato de los palestinos y jordanos que durante 30 a?os vertebraron la Administraci¨®n y la vida p¨²blica del emirato, sin obtener por ello el menor reconocimiento ni gratitud de sus jeques, son denunciados a diario por la Cruz Roja y otras organizaciones humanitarias; el desastre ecol¨®gico -centenares de pozos de petr¨®leo en llamas, casquete de nubes negras, invierno nuclear, aire irrespirable- est¨¢ provocando a su vez un nuevo ¨¦xodo de numerosos kuwait¨ªes a los hoteles de lujo situados en ¨¢reas m¨¢s gratas, a la espera de que las compa?¨ªas occidentales y sus empleados extranjeros realicen la limpieza y acomodo del emirato. In¨²til precisar que el 86% de los contratos de reconstrucci¨®n ha sido acaparado por sociedades norteamericanas. ?La consternaci¨®n de los hombres de negocios franceses entrevistados en un reciente programa de televisi¨®n arrancaba casi las l¨¢grimas!
3. El orden sirio reina en L¨ªbano, e Israel sigue ocupando su franja de seguridad en la zona sur y bombardeando a voluntad los campamentos palestinos. Como Sadam durante su guerra de agresi¨®n a Ir¨¢n, Hafez el Asad es hoy un socio honorable de Occidente, y nadie tendr¨¢ el mal gusto de reprocharle sus pasadas carnicer¨ªas de palestinos y el arrasamiento de la ciudad siria de Hama, con el coste de 30.000 vidas.
4. La famosa conferencia internacional patrocinada por Mitterrand y otros l¨ªderes europeos para resolver el problema palestino ha sido, por ahora, arrinconada. Los ministros de Exteriores de la Comunidad han aceptado el "enfoque pragm¨¢tico" de Estados Unidos a la pol¨ªtica israel¨ª de negarse a negociar con la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) y acelerar la implantaci¨®n de nuevas colonias en los territorios ocupados. Europa ha perdido su protagonismo y los palestinos siguen encerrados en sus siniestros campos de refugiados, sin ninguna expectativa razonable de ver sus derechos reconocidos por el Gobierno de Shamir.
5. El papel de la Comunidad, tras su alineamiento incondicional con Estados Unidos, sale rebajado y malparado del conflicto. Las tensiones internas de los Doce durante el mismo se traducen hoy en un retraso de los planes de unificaci¨®n pol¨ªtica y monetaria y disensiones tocantes a la creaci¨®n de un dispositivo militar com¨²n. El prestigio europeo, y en especial el franc¨¦s, en el Magreb ha sufrido un da?o dif¨ªcil de reparar.
6. Bush ha alcanzado el mayor ¨ªndice de popularidad presidencial en la historia de Estados Unidos y, aunque su abrupto desinter¨¦s inicial por la tragedia del pueblo kurdo le haya restado 14 puntos, la espectacular operaci¨®n de ayuda a los refugiados redorar¨¢ probablemente su imagen. ?La televisi¨®n se encargar¨¢ de difundir a escala planetaria el lanzamiento de toneladas de vituallas con la misma resoluci¨®n con la que ocult¨® el de centenares de miles de toneladas de explosivos! La econom¨ªa norteamericana no ha sufrido el coste de la guerra: ¨¦sta ha sido financiada enteramente por Arabia Saud¨ª, Kuwait, Jap¨®n y Alemania (?se habla incluso de que la suma donada excede en unos 20.000 millones de d¨®lares el precio real de la operaci¨®n!). La reconstrucci¨®n de Kuwait se anuncia como el negocio del siglo y Washington se ha asegurado, por contra, el dominio de los recursos petrol¨ªferos de la zona, un arma nada desde?able, como es obvio, en la guerra econ¨®mica que le enfrenta a la Comunidad Europea y sobre todo a Jap¨®n.
7. La guerra ha abierto en Oriente Pr¨®ximo la caja de Pandora, y las condiciones infrahumanas de vida de los kurdos, iraqu¨ªes, palestinos, etc¨¦tera, tienden a agravarse tras esa cruzada moral que no ha aportado ni paz, ni justicia, ni equidad a una regi¨®n tan necesitada de ellas. Mi pregunta, para concluir, es la siguiente: la cadena de desastres eslabonada por la invasi¨®n de Kuwait y el subsiguiente aplastamiento de Irak, ?puede interrumpirse sin conceder a todos los pueblos de la zona el derecho a la existencia ni ayudar a sentar en los Estados de aqu¨¦lla las bases de un sistema m¨ªnimamente democr¨¢tico?
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