El fascismo y los tulipanes
Desde hace alrededor de 20 a?os estamos permanentemente condenados a dar examen. Nuestros examinadores se encuentran en los tribunales m¨¢s diversos, m¨¢s heterog¨¦neos, y no se cansan nunca de vigilarnos y de juagarnos. Adem¨¢s tienen, en su calidad de jueces autoasignados, una caracter¨ªstica que podr¨ªamos llamar curiosa: primero juzgan y despu¨¦s preguntan, interrogan, examinan. Pero siempre juzgan primero. En ese punto son implacables. constantes. Y no se hacen demasiados problemas sobre sus credenciales propias. ?Para qu¨¦!Mi experiencia personal ha sido de largos juicios y censuras. Me convert¨ª hace tiempo, sin propon¨¦rrnelo en absoluto, en un experto en censuras expl¨ªcitas o subliminales. Cuando llegu¨¦ a La Habana, a fines de 1970, fui sometido a proceso de inmediato y condenado sin tr¨¢mite. El r¨¦gimen consider¨® que yo no era la persona m¨¢s adecuada para representar a Chile, y lo consider¨® desde antes de mi llegada. As¨ª me lo dijo el propio Fidel Castro en la v¨ªspera de mi partida, de modo que no necesit¨¦ mayores pruebas del asunto. La sentencia dictaminaba que yo no era un verdadero revolucionario, sino un intelectual burgu¨¦s. Vale decir un apestado, un r¨¦probo.
Cuando resolv¨ª regresar de Barcelona a Chile, a fines de 1978, fu¨ª sometido de nuevo a examen, a juicio. Si regresaba a mi pa¨ªs en ese momento, ?no signioficaba eso que era un fascista disimulado, un hip¨®crita, una persona deseosa de caer en los brazos de la dictadura? Expliqu¨¦, acosado, que en Chile exist¨ªa, sin duda un r¨¦gimen autoritario muy represivo y duro, pero que empezaban a formarse espacios de libertad, y que en este rasgo se diferenciaba del hitlerismo y de los fascismo c¨¢sicos. Respuesta de un publicista de esos a?os: no existe fascismo en Chile, ni existen tulipanes en Holanda. Me imagino que ese publicista, con su visi¨®n simplificada de las cosas, estar¨¢ todav¨ªa perplejo frente a la transici¨®n tan at¨ªpica que hemos tenido, o se estar¨¢ diciendo, como tantos otros, que esto de la democracia chilena es un puro cuento.
Ahora veo que el presidente Aylwin, como corresponde a, nuestro destino nacional, tambi¨¦n ha tenido que rendir examen. Le han pedido que explique sus relaciones con el general Pinochet, y sus explicaciones no siempre han sido bien recibidas. Hasta en Chile. con iron¨ªa no muy bien intencionada, se ha sostenido que es el mejor embajador que ha tenido el general Pinochet en Europa. La verdad es que Patricio Aylwin ha dado una respuesta bastante simple y, sensata. que se podr¨ªa resumir en la forma siguiente: el general fue un dictador, de eso no cabe ninguna duda, y nosotros combatimos contra su dIctadura, pero fue un dictador que reconoci¨® su derrota electoral, que entreg¨® el gobierno en forma pac¨ªfica y, que ahora act¨²a como un militar que reconoce la supremac¨ªa del poder civil. Una situaci¨®n tambi¨¦n at¨ªpica, si ustedes quieren. pero que ah¨ª est¨¢.
Alguna prensa europea ha entendido estas afirmaciones como un espaldarazo incondicional a Pinochet, lo cual constituye una cl¨¢sica interpretaci¨®n abusiva, y algunos miembros de la extrema izquierda de nuestro exilio han salido a protestar a las calles. Como ya lo he sostenido a veces, son personas que en estos 20 a?os no han olvidado nada y tampoco han aprendido nada. Han protestado en contra, pero no se sabe a favor de qu¨¦: ?de la vuelta de a?o 1988 o de la vuelta a 1970?
Lo que sucede en Europa y sucede sobre todo en Espa?a, es que la visi¨®n de Chile se reduce a dos polos, dos antipodas. Salvador Allende y Augusto Pinochet. Si alguien de Chile no se identifica con esos dos polos, no existe. A Patricio Aylwin, para hacerlo inteligible, tratan de convertirlo en allendista o en pinochetista. Con todos nosotros se practica la misma operaci¨®n. Leer a Isabel Allende no porque sea buena escritora, que lo es, sin duda, sino porque creen que es de Salvador. Publican de pronto un texto m¨ªo y colocan al pie, sin consultarme una palabra, sin decir agua va: 'Novelista y asesor del Gobierno de Allende". ?Por que esta singular asesor¨ªa? Para darme existencia, para que alg¨²n desocupado lector sienta la tentaci¨®n de leerme. Podr¨ªa contestar que soy novelista, s¨ª, pero que nunca he sido asesor de ning¨²n Gobierno, y que si hubiera asesorado al de Allende, habr¨ªa tratado de que hiciera algunas cosas un poco mejor. Podr¨ªa contestar en esa forma, pero mis amigos me advierten, alarmados, que no me conviene por ning¨²n motivo. Emprenderlas contra las ideas hechas, contra las visiones simples de las cosas, es, me se?alan, demasiado arriesgado, adem¨¢s de in¨²til.
El Parlamento de Estrasburgo, con excelentes intenciones, acaba de hacer una declaraci¨®n en la que pretende apoyar a la democracia chilena, pero en la que parte de la base de que el Ejecutivo nuestro est¨¢ sometido a la tutela de los militares. Eso implica no entender nada de lo que ha pasado en Chile, En Espa?a, Franco muri¨® en su cama y, en su trono pero el posfranquismo habla comenzado antes de la muerte de Franco. El pospinochetismo tambi¨¦n comenz¨® en Chile antes de la salida de Pinochet, pero nosotros quemamos etapas de un modo mucho mas r¨¢pido que los espa?oles, Esto se vio desde muy temprano. ?sa fue una de las razones que molivaron mi regreso a Chile en 1978 y que muchos de mis colegas de la Pen¨ªnsula entendieron tan mal.
La apertura chilena, a diferencia de la espa?ola, culmin¨® en un proceso electoral que fue bien manejado por la oposici¨®n y donde mis coterr¨¢aneos demostraron su vieja experiencia en materia de elecciones. Desde ese momento, las fuerzas armadas, que hab¨ªan salido a la calle en una situaci¨®n que tampoco se termina de comprender bien desde fuera, empezaron a regresar a sus cuarteles. Ha sido una evoluci¨®n irreversible, que nos ha sorprendido a nosotros mismos, pero que era, al mismo tiempo, claramente previsible. Lo ¨²nico que podr¨ªa alterarla, quiz¨¢, es un crecimiento masivo del terrorismo, pero francamente no creo probable que esto ¨²ltimo ocurra.
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