Salsa concentrada
Siete horas de m¨²sica caribe?a calentaron el Palacio de Deportes
Las hermanas Milly y Joselyn Quezada y su grupo Los Vecinos, compuesto por 11 m¨²sicos, abrieron anoche el II Festival de Salsa Coronas. Estas dominicanas, afincadas en la isla neoyorquina de Manhattan, comenzaron a las ocho y media de la noche a calentar con su m¨²sica el Palacio de Deportes de la Comunidad, que hirvi¨® hasta las tres de la madrugada y se convirti¨® por una noche en un sals¨®dromo. Actuaron 64 m¨²sicos latinoamericanos que consiguieron con salsa, merengues y sones que todo el mundo soltara, con emoci¨®n, la gota gorda durante siete horas de movimiento.
Las agrupaciones que actuaron fueron: Milly, Joselyn y Los Vecinos, Roberto Torres y su orquesta, Raphy Leavitt y La Selecta, el popular Gran Combo de Puerto Rico y Johnny Pacheco y Hector Casanova. Los tres primeros se repartieron las primeras tres horas del espect¨¢culo. A partir de las once, los cinco grupos volvieron a ocupar el escenario.Las hermanas Milly y Joselyn, de pelo y traje rojo, comenzaron a cantar en su casa de Manhattan, hace ahora 17 a?os. En estos conciertos caseros participaban sus vecinos y as¨ª surgi¨® su primer disco, en 1975, titulado Esta es Milly con los vecinos. Tres a?os m¨¢s tarde se uni¨® su hermana peque?a Joselyn y pasaron a llamarse Milly, Joselyn y los Vecinos.
Primer plato
Anoche cantaron por primera vez en Espa?a. "Este era el momento para venir aqu¨ª", dijo Milly, de "treinta y tantos a?os", que a?adi¨®: "Nosotros somos la ¨²nica de las cinco bandas que toca merengue, que por ser tan dulce y contagioso gustar¨¢ y nadie podr¨¢ quedarse sin bailar y sin mover la cintura".
Ten¨ªa raz¨®n Milly: fueron un excelente primer plato para una noche destinada a atiborrar de salsa a los madrile?os. Siete horas de esta m¨²sica que consigui¨® mover, al menos una vez, a todo el mundo. Joselyn, de 30 a?os, a?adi¨®: "Llegamos el viernes y hemos visitado el Museo del Prado, la Puerta de Alcal¨¢ y el Palacio de Oriente. No hemos desaprovehado ni un momento para conocer la madre patria".
El Palacio de Deportes se convirti¨® en una sauna gigante en uno de los primeros d¨ªas calurosos del a?o. Los 22 grados que hab¨ªa en la calle ayudaron a que todos sintieran con una fuerza m¨¢s real el calor propio de la salsa.
"Estoy orgullosa de que se oiga la m¨²sica de mi pa¨ªs aqu¨ª", declar¨® Eridiana, una dominicana de 19 a?os, que se llev¨® a este concierto a Isadora, una de las hijas de la familia venezolana para la que trabaja en Madrid. "Ella me ense?a a bailar en casa", dijo Isadora, de 15 a?os. "?Baila tan bien!", a?adi¨® mientras admiraba los pasos de Eridiana, que se mov¨ªa al son montuno de Roberto Torres, un cubano afincado en Miami que recuper¨® para el p¨²blico, junto a sus 14 m¨²sicos, el ritmo que en los a?os 30 rescat¨® el Tr¨ªo Matamoros. Torres, que trajo la salsa m¨¢s pura, declar¨® antes de salir al, escenario: "Mi salsa es la salsa cubana".
Raphy Leavitt y la Selecta fue el tercer grupo que actu¨®. Leavitt se estren¨® as¨ª en Espa?a. "Estoy muy contento de que esta noche se escuche mi salsa, que es filos¨®fica, con un mensaje profundo para la humanidad. Tambi¨¦n tengo salsa caliente y jocosa y la rom¨¢ntica, por supuesto", dijo Leavitt, que naci¨® en Bayam¨®n, Puerto Rico, y que lleg¨® a bajarse del escenario.
Una pareja de madrile?os de mediana edad permanec¨ªan sentados entre el c¨²mulo de parejas bailarinas -entre las que los latinoamericanos destacaban-. "Nos estamos reservando para el final", dijeron. "Esta es la m¨²sica que nos gusta y no nos iremos sin bailar". Otra pareja de j¨®venes madrile?os dijeron: "No podemos parar, aunque nos gustar¨ªa bailar como todos estos suramericanos que cuando se mueven nos dejan a todos detr¨¢s".
Cuerpo a cuerpo
En el escenario las acompa?antes de Roberto Torres se encargaron de que gordas y flacas se olvidaran de sus complejos y bailaran imitando sus potentes movimientos. Entre el p¨²blico la efusi¨®n fue creciendo y el baile se convirti¨® en un c¨¢lido cuerpo a cuerpo. El ambiente creci¨® y creci¨® y al pasar la medianoche el Pabell¨®n era en una olla expr¨¦s a punto de reventar.
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