Paz en Angola
LA FIRMA, hace dos d¨ªas, en Estoril, por los delegados del Gobierno de Luanda y del movimiento rebelde Uni¨®n Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) del acuerdo que debe poner fin a la guerra civil en Angola puede ser considerada como un hecho hist¨®rico.El acuerdo consta de seis documentos en los que todos los aspectos pol¨ªticos y militares del tr¨¢nsito a una situaci¨®n de paz, en una Angola democr¨¢tica y pluralista, son considerados de manera detallada. Y, asimismo, las condiciones de los controles y vigilancias internacionales que, bajo la ¨¦gida de la ONU, deber¨¢n garantizar el cumplimiento de lo pactado.
El acto solemne de ratificaci¨®n del acuerdo tendr¨¢ lugar a finales de mes en Lisboa, por parte del presidente de Angola, Eduardo dos Santos, y del jefe guerrillero Jon¨¢s Savimbi, con una presencia internacional de alto rango: el presidente de Portugal, Mario Soares; el secretario general de la ONU, Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar, y los jefes de las diplomacias de EE UU y de la URSS. Por todo ello no resulta exagerado afirmar que, por fin, la torturada Angola puede vislumbrar ya una perspectiva de paz.
Ello significa que se va a poner fin a la guerra civil quiz¨¢ m¨¢s larga de las que perduran en el mundo. La UNITA naci¨® en 1966 y, a¨²n bajo el colonialismo portugu¨¦s, se enfrent¨® al movimiento de liberaci¨®n rival, el Movimiento Popular de Liberaci¨®n de Angola (MPLA), con periodos de acuerdos t¨¢cticos con la potencia entonces dominante. Cuando en 1975 el MPLA tom¨® el poder en Luanda, eliminando a la UNITA y a otros movimientos de resistencia, los enfrentamientos armados se enconaron y extendieron a diversas partes del pa¨ªs.
La capacidad de resistencia de la UNITA no dimana s¨®lo de su opci¨®n internacional a favor de lo que simplificadamente se denomina Occidente -lo que le ha permitido tener una extensa ayuda de Sur¨¢frica y de Estados Unidos-, sino que tiene ra¨ªces s¨®lidas en la realidad angole?a. Basada en la tribu ovimbundu -la m¨¢s numerosa, y escasamente representada en el MPLA-, ha reivindicado un concepto de africanidad m¨¢s tradicional, apoy¨¢ndose principalmente en los campesinos del interior, mientras el liderazgo del MPLA ha surgido sobre todo de las poblaciones de la costa, m¨¢s influidas por la penetraci¨®n cultural portuguesa.
En todo caso, durante un largo periodo, la guerra de Angola reflej¨® la oposici¨®n Este-Oeste, y ello explica el papel que la URSS y EE UU han desempe?ado, desde el fin de la guerra fr¨ªa, en los largos y complejos esfuerzos que han sido necesarios para que las negociaciones de Estoril hayan dado un resultado positivo.
La evoluci¨®n que se ha vivido en el ?frica austral en los ¨²ltimos a?os ha generado, sin duda, un marco favorable para que pueda materializarse en Angola una verdadera paz. En primer lugar, la existencia en sus fronteras de una Namibia ya independiente, con el antiguo jefe de la resistencia Sam Nujoma como presidente de la nueva rep¨²blica. Otro factor importante es la evacuaci¨®n de Angola por parte de las tropas cubanas, operaci¨®n que se realiza bajo el control de la ONU y que deber¨¢ concluir el pr¨®ximo mes de julio. El hecho de que Sur¨¢frica -pese a tantos obst¨¢culos- siga avanzando hacia la superaci¨®n de la discriminaci¨®n racial y hacia un sistema democr¨¢tico ejerce una influencia favorable en toda la zona. Por otra parte, y en el plano mundial, la cooperaci¨®n predomina sobre la guerra fr¨ªa en las relaciones entre EE UU y la URSS, a despecho de las dificultades por las que atraviesa Mija¨ªl Gorbachov.
En cuanto a la situaci¨®n interna de Angola, ser¨ªa absurdo ignorar o subestimar los enormes obst¨¢culos que deber¨¢n ser superados para avanzar hacia la consolidaci¨®n de la paz. En el plano militar, la UNITA desarrolla en la actualidad una ofensiva con apoyos sustanciales que puede agriar las relaciones. En lo pol¨ªtico, la integraci¨®n de la UNITA en una lucha pol¨ªtica civil y de una parte de sus guerrilleros en el Ej¨¦rcito nacional no puede dejar de plantear conflictos serios. Sin olvidar, tambi¨¦n, la preparaci¨®n de unas elecciones, convocadas para el pr¨®ximo ano, que sean capaces de expresar de verdad la voluntad popular. No obstante, y por amargas que puedan ser a¨²n ciertas etapas de la nueva andadura, Angola ha pasado una p¨¢gina de su historia. Y cabe esperar que muy pronto los disparos y las muertes sean sustituidos por el conflicto pol¨ªtico en el terreno de la negociaci¨®n y de las urnas.
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