10 a?os despu¨¦s
El autor, ex coordinador del programa del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas para el s¨ªndrome t¨®xico, destaca la ineficacia administrativa con que ha sido tratado uno de los mayores problemas sanitarios de Espa?a en este siglo.
Se cumplen ahora 10 a?os desde el inicio del s¨ªndrome del aceite t¨®xico. Uno de los mayores problemas sanitarios de nuestro pa¨ªs en el presente siglo y tambi¨¦n uno de los episodios m¨¢s castizos en sus implicaciones pol¨ªticas, econ¨®micas, cient¨ªficas y legales. La efem¨¦ride invita a reflexionar sobre ellas, con la perspectiva del tiempo transcurrido y la parsimonia que proporciona la resoluci¨®n de algunas de sus principales urgencias.El 1 de mayo de 1981, seis hermanos de una familia de Torrej¨®n de Ardoz fueron trasladados a un centro hospitalario madrile?o con un cuadro respiratorio grave de causa desconocida; uno de ellos ingres¨® cad¨¢ver. La misma semana, tres hermanos de una familia vecina ingresaron con un proceso similar. Luego vino la avalancha de nuevos casos, diagnosticados provisionalmente como "neumon¨ªa at¨ªpica por micoplasma", sobre la base de sus manifestaciones respiratorias agudas.
Pese a las crecientes dudas de los especialistas acerca de la etiolog¨ªa infecciosa de la enfermedad, hasta el 5 de junio de 1981 no se produce un cambio sustantivo. Para ello fue decisiva la comunicaci¨®n de una encuesta alimenticia que identific¨® como uno de los rasgos m¨¢s frecuentes entre los diagnosticados de neumon¨ªa at¨ªpica el consumo familiar de aceite a granel, cuyo an¨¢lisis revel¨® la existencia de derivados de anilina. Como consecuencia de estos hallazgos, las autoridades sanitarias hacen suya la hip¨®tesis epidemiol¨®gica del aceite adulterado y alertan a la poblaci¨®n de los riesgos del consumo del aceite a granel. Un mercado clandestino, aunque tolerado, de grandes dimensiones y favorecido por una falta de regulaci¨®n de la industria aceitera.
Para entonces eran ya m¨¢s de 8.000 los casos hospitalizados, y las muertes atribuidas a la enfermedad ascend¨ªan a 50. Al final, la epidemia se sald¨® con cerca de 30.000 afectados, no menos de 2.000 incapacitaciones y minusval¨ªas permanentes y m¨¢s de 500 fallecimientos. Frente al dramatismo de aquella situaci¨®n, las comparecencias televisadas del ministro, esforz¨¢ndose por tranquilizar a la audiencia con aquella alegor¨ªa del bichito que se rompe s¨®lo de mirarlo, quedar¨¢n para siempre como paradigma de torpeza pol¨ªtica. Buen partido se supo sacar a esa imagen desafortunada desde las filas de la oposici¨®n, que habr¨ªa de culminar con una reprobaci¨®n ministerial m¨²ltiple, principio del fin de la UCD.
Todav¨ªa hoy produce v¨¦rtigo el recuerdo de aquellos meses turbulentos, en los que todo el mundo se sent¨ªa autorizado a utilizar la tragedia colectiva para sus desafueros epidemiol¨®gicos o sus objetivos pol¨ªticos. Los p¨¢jaros, las cebolletas, los pimientos y los tomates, la radiactividad, los pesticidas y las armas qu¨ªmicas, multiplicadas por algunos medios de comunicaci¨®n proclives al tremendismo, son ya an¨¦cdota, aunque en su d¨ªa crearon un ambiente de inquietud y escepticismo del que supo sacar partido la defensa de los procesados en el sumario de la colza.
Ayuda exterior
Sin embargo, justo es reconocer, desde las insuficiencias cr¨®nicas de nuestro sistema p¨²blico de salud, que la respuesta de las autoridades sanitarias fue eficaz y proporcionada a la magnitud del problema, tanto en la movilizaci¨®n de recursos hospitalarios como en el respaldo profesional que supo incorporar con la comisi¨®n cl¨ªnica y la ayuda externa del centro de Atlanta. Gracias a aqu¨¦llos, y a la abnegaci¨®n del personal hospitalario, se pudo proporcionar una asistencia m¨¦dica satisfactoria a los miles de afectados sin colapsar el sistema. Por su parte, la comisi¨®n cl¨ªnica supo coordinar una investigaci¨®n a la altura de la complejidad de una enfermedad multisist¨¦mica, cuya descripci¨®n en revistas internacionales constituye un punto de referencia de otras patolog¨ªas, como el caso notorio de la epidemia de mialgia con eosinofilia por ingesti¨®n de tabletas de tript¨®fano, recientemente descrita en Estados Unidos.
Finalmente, la asistencia de los epidemi¨®logos de Atlanta fue decisiva para encarrilar la investigaci¨®n epidemiol¨®gica hasta un nivel internacionalmente encomiable y decisivo a la hora de la peritaci¨®n for¨¦nsica en el sumario de la colza. Para quienes seguimos desde un principio las desventuras t¨®xico-epidemiol¨®gicas de esta enfermedad fue un alivio inmenso escuchar de sir Richard Doll, principal perito en aquel juicio, que la asociaci¨®n estad¨ªstica del s¨ªndrome t¨®xico con el aceite desnaturalizado con anilinas es tan alta que es pr¨¢cticamente imposible que se haya confundido este tipo de aceite con cualquier otro hipot¨¦tico agente pat¨®geno. Por ello, aunque es poco probable que la investigaci¨®n toxicol¨®gica depare alguna novedad, la enfermedad queda ya registrada en los anales de la historia m¨¦dica como el s¨ªndrome del aceite t¨®xico.
En el otro frente, tras una sentencia poco satisfactoria, por la benevolencia con que fueron tratados los inculpados, los afectados siguen reclamando al Estado las indemnizaciones que no pudieron obtener de los insolventes responsables legales de su desgracia. Habiendo aparcado el sumario que deb¨ªa dirimir la responsabilidad de los altos cargos de la Administraci¨®n, aparentemente por inhibici¨®n del ministerio fiscal, s¨®lo cabe esperar una acci¨®n graciable del Gobierno, que no debe hacerse esperar m¨¢s.
Aqu¨ª, como en el caso de la presa de Tous, se pone de manifiesto la necesidad de regular desde las administraciones p¨²blicas los riesgos tecnol¨®gicos, incluyendo mecanismos que garanticen una recompensa r¨¢pida y justa de sus v¨ªctimas. La intervenci¨®n de la justicia en estos casos se muestra ineficaz por la amplia gama de recursos legales para retrasar la ejecuci¨®n de sentencias, la posible insolvencia econ¨®mica de los culpables y los gastos inherentes a este tipo de litigaciones, que conduce a que buena parte de las indemnizaciones se destinen al pago de honorarios profesionales. Como se?alaba Antonio Do?ate (en estas p¨¢ginas en 1989), la crisis de credibilidad del sistema judicial necesita aliviar la judicalizaci¨®n de la cosa p¨²blica, que remite a los jueces la patata caliente de problemas. que debieran tener soluci¨®n pol¨ªtica o administrativa.
es bi¨®logo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Indemnizaciones v¨ªctimas
- Investigaci¨®n m¨¦dica
- CSIC
- Contagio
- Indemnizaciones
- Colza
- S¨ªndrome t¨®xico
- Intoxicaci¨®n alimentaria
- Transmisi¨®n enfermedades
- Enfermedades raras
- Organismos p¨²blicos investigaci¨®n
- Intoxicaci¨®n
- V¨ªctimas
- Pol¨ªtica cient¨ªfica
- Enfermos
- Investigaci¨®n cient¨ªfica
- Epidemia
- Sentencias
- Enfermedades
- Sucesos
- Asistencia sanitaria
- Sanciones
- Medicina
- Juicios