Vaya toreo m¨¢s malo
Pe?ajara / Manili, El Soro, Vi?aToros de Pe?ajara, muy serios y con trap¨ªo, encastados, varios blandos de patas o inv¨¢lidos; 1? bronco, resto nobles en general, 2? 2? bravo. Manili: pinchazo bajo, dos pinchazos, estocada perdiendo la muleta y descabello (silencio); bajonazo descarado (silencio). El Soro: estocada atravesada que asoma y descabello (algunos pitos); estocada corta escandalosamente baja y descabello (pitos). Rafi de la Vi?a: pinchazo y estocada corta perpendicular baja (silencio); bajonazo escandaloso (silencio). Plaza de Las Ventas, 10 de mayo. Primera corrida de feria. Cerca del lleno.
Los tres espadas ofrecieron una muestra acabada del toreo contempor¨¢neo y pudo apreciarse que es mal¨ªsimo. Por entre el p¨²blico se o¨ªa decir que era horroroso. Se pon¨ªan a pegar pases los de abajo y dec¨ªan los de arriba: "?Qu¨¦ horror!". Bueno, tampoco hay que tomarse las cosas tan a la tremenda. Un d¨ªa de estos llegar¨¢n las figuras, har¨¢n un toreo calcadito a ese que se ve¨ªa abajo, y ya no dir¨¢n los de arriba que es horroroso, o por lo menos no lo dir¨¢n tanto. Ser figura manda mucho. La gente se resiste a aceptar que nadie pueda ser figura haciendo un toreo horrible, y por bautizar de alguna manera sus trazas, lo llama poderoso.
Del toreo moderno y mal¨ªsimo, El Soro dio una versi¨®n tan precavida como desastrada, all¨¢ penas si sus dos toros eran boyantes, bravo y pastue?o el primero. Tambi¨¦n dio esa versi¨®n en banderillas. Los toros le embest¨ªan con encastada codicia y los banderilleaba a cabeza pasada, sin el menor disimulo. El arte de banderillear habr¨ªa quedado muy mal parado si no llega a ser por el banderillero Montoli¨², que lo redimi¨® con un espl¨¦ndido par al sexto de la tarde. Montoli¨² anduvo al toro con torer¨ªa, cuadr¨® en la cara, prendi¨® en lo alto y sali¨® andandito, seg¨²n era norma b¨¢sica de la suerte, antes de que llegaran los desahogos caracter¨ªsticos del toreo contempor¨¢neo.
Para las suertes de capa y muleta no hubo, en cambio, quien se brindara a ofrecer una muestra, siquiera fuese remota, del arte de torear. Manili, que traste¨® con vista y aseo al bronco y peligroso toro que abri¨® plaza, al cuarto le mulete¨® fuera de cacho, en lo que llaman l¨ªneas paralelas, lo cual consiste en que el toro va por su carril y el torero se coloca fuera de la v¨ªa con el brazo estirado para ense?ar el trapo rojo, al estilo del jefe de estaci¨®n cuando da la salida al tren. Manili dio much¨ªsimos pases as¨ª y cuantos m¨¢s daba, m¨¢s se aburr¨ªa la gente. En estos casos, los taurinos en general, el propio torero, su apoderado, sus paisanos, dicen que la culpa era del toro porque no transmit¨ªa. Es lo usual, pues taurinos, toreros, apoderados, paisanos y otros ex¨¦getas del toreo contempor¨¢neo tienen convertida la ganader¨ªa de bravo en el cuerpo de transmisiones.
El toro transmit¨ªa, ?no iba a transmitir?. Ocurre, sin embargo, que toreando en distintas longitudes de onda no hay transmisi¨®n posible. Para que se oiga, se sienta y se produzca sin interferencias, el toreo ha de ser reunido. No amontonado: reunido. Por ejemplo, Rafi de la Vi?a lo hac¨ªa amontonado y ten¨ªa especial predisposici¨®n a pegarse al costillar del toro, donde normalmente hay costillas pero cuernos no. La versi¨®n m¨¢s pura del toreo contempor¨¢neo, con todas sus requisitos, matices y ringorangos, la ofreci¨® precisamente Rafi de la Vi?a. No le falt¨® detalle: adelantaba mucho la muleta pero m¨¢s a¨²n el pico; pon¨ªa tan lejos y atr¨¢s la pierna contraria que se le iba a descoyuntar; en cuanto embarcaba al toro se pegaba al lomo; en el remate de la suerte perd¨ªa un paso, o varios seg¨²n conviniera a sus prop¨®sitos transmisores.
El toreo horripilante que los diestros prodigaron en la corrida inaugural de la feria merec¨ªa un adecuado colof¨®n, y los tres se lo dieron sin pereza, cortedad ni reserva. Antes bien, en un alarde de coherencia con la obra realizada, mechaban los jugosos morcillos bajeros de los toros arre¨¢ndoles tales cuchilladas carniceras, que hac¨ªan temblar el misterio.
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