La obsesi¨®n del piso
El deseo de acceder a la propiedad de la vivienda, frenado por la subida de los precios
La singular obsesi¨®n espa?ola por hacerse con la propiedad de un piso se ha reafirmado nuevamente, tras el clamoroso fracaso del decreto Boyer, te¨®ricamente destinado a ampliar la oferta de viviendas de alquiler. A falta de otra posibilidad, ante un mercado de alquileres raqu¨ªtico, opaco, caro e incontrolado, los espa?oles siguen buscando la propiedad de las viviendas, pese a la multiplicaci¨®n de los precios en la ¨²ltima d¨¦cada y los elevados intereses de los cr¨¦ditos.
Nacho Silvan, 40 a?os, profesor de Bellas Artes en la Universidad del Pa¨ªs Vasco, y Teresa Uriarte, de 35, arquitecta, son una de tantas parejas de profesionales a quienes la escalada de los precios de los ¨²ltimos a?os ha dejado fuera del mercado de propiedad. Casados hace 8 a?os y con dos hijos de corta edad, Nacho y Teresa ocupan en Getxo, a unos 18 kil¨®metros del casco urbano de Bilbao, una vivienda de alquiler, sin ascensor ni calefacci¨®n, por la que pagan 48.500 pesetas al mes, "un alquiler bastante bajo dados los precios de la zona". Vizca¨ªnos los dos, el matrimonio decidi¨® instalarse en Bilbao hace varios a?os, una vez constatado el alcance de la explosi¨®n de precios en San Sebasti¨¢n."Al principio buscamos casa en Bilbao, pero era un locura, hab¨ªa poco y muy caro". La casa que habitan, propiedad de una antigua criada de los padres de Nacho, es de protecci¨®n oficial, como la mayor¨ªa de la viviendas de Vizcaya y fue construida hace 25 a?os. Tiene casi 90 metros, pero la p¨¦sima construcci¨®n no aconseja introducir alegremente el taladro en los tabiques y, desde luego, permite a la humedad campar libremente por la casa y estampar en las paredes sus caracter¨ªsticas ronchas verdes.
Los catarros de los ni?os
"Todas las semanas", dice Nacho, "limpiamos los libros de la biblioteca para evitar que el moho se instale tambi¨¦n en los libros, pero lo que nos preocupa verdaderamente son los catarros de los ni?os". El matrimonio no tiene queja de la propietaria, "que carg¨® hace 6 meses con los gastos de la sustituci¨®n de las conducciones del ba?o" aunque, evidentemente, esa no es la casa en la que les gustar¨ªa vivir. "Te preguntas continuamente si merece la pena invertir en una vivienda que no es tuya y aunque rehicimos toda la instalaci¨®n el¨¦ctrica porque nos dijeron que mantenerla pod¨ªa resultar peligroso, te lo piensas mucho cuando se trata de aislar toda la casa o sustituir las desvencijadas y podridas puertas y ventanas".
Desde que tuvieron el primer hijo, Nacho y Teresa valoran mucho m¨¢s el poder disfrutar de una casa a su gusto. "Pasas mucho m¨¢s tiempo en casa, buscas cierta seguridad y no te hace gracia pensar que llevas 11 a?os pagando religiosamente alquileres y que no tienes nada". Al contrar¨ªo que otras parejas conocidas suyas, econ¨®micamente m¨¢s desahogadas, que rechazan la perspectiva de renunciar a muchos de sus h¨¢bitos de disfrute para comprase una vivienda, Nacho y Teresa s¨ª estar¨ªan dispuestos a hipotecarse a fondo.
"Pero una casa en condiciones dentro del ¨¢rea del Gran Bilbao no cuesta ahora menos de 12 millones, por modesta que sea". Con una suma de ingresos netos de unas 260.000 pesetas, el matrimonio no ve la posibilidad de hacerse con un piso y, desde luego, no es que conf¨ªe precisamente, en las propuestas electorales de las formaciones pol¨ªticas. "Calculo", dice Teresa. "que un cr¨¦dito de 10 millones nos exigir¨ªa un pago mensual de 150.000 pesetas, demasiado para nosotros en estos momentos en los que yo trabajo s¨®lo ocasionalmente. ?Qu¨¦ si se han estabilizado los precios en Bilbao?. Yo creo que no, que simplemente, se ha ralentizado la subida".
Teresa cree que en algunos casos el m¨²ltiplo correcto que permite evaluar la subida de los precios en los ¨²ltimos 12 a?os es el n¨²mero 10. "Hablo de lo que conozco. La casa que compr¨® mi hermana hace 12 a?os por dos millones y medio vale hoy 25, la de mis padres, ocho millones hace ocho a?os, 31; la de mi otra hermana, cuatro millones hace siete a?os, cuesta hoy como m¨ªnimo 16. De momento", dice Teresa, "sigo el movimiento por los peri¨®dicos, pero el d¨ªa en que disponga de las 150.000 al mes, ese d¨ªa me meto. !Seguro!".
Y es que, por razones que tienen que ver con la sociolog¨ªa pol¨ªtica del franquismo y la inexistencia de una normativa de arrendamientos estimulantes, el n¨²mero de casas dedicadas al alquiler en Espa?a es hoy inferior al 12% del parque total de viviendas, frente al 38% de Francia, al 58% de la antigua Alemania Federal y al 37% del Reino Unido.
El pa¨ªs en el que "casi todo el mundo es due?o de su casa", est¨¢ poblado, sin embargo, de gentes agobiadas econ¨®micamente hasta extremos insoportables. Estudios recientes muestran que para un trabajador medio, asalariado, hacerse hoy con un piso exige un esfuerzo superior al que tuvieron que hacer sus padres, hace 30 a?os. Y sin necesidad de recurrir a los informes, la realidad cotidiana indica que la imposibilidad de acceder a la propiedad de una vivienda alcanza ahora tambi¨¦n a estratos sociales que, como los profesionales, no han padecido, tradicionalmente este problema.
El casado casa quiere
Como resultado de una cultura de la propiedad subdesarrollada, vivir de alquiler sigue siendo todav¨ªa en Espa?a un indicativo de pobreza. La norma social, que impone la compra del piso como antesala de la boda, contin¨²a vigente ante la precaria situaci¨®n del mercado de alquiler, empujando a los matrimonios a hipotecar los a?os de su juventud en un esfuerzo econ¨®mico desmesurado y no s¨®lo por el precio de la propiedad, multiplicado en los ¨²ltimos a?os, tambi¨¦n por el alto coste que los pr¨¦stamos hipotecarios tienen en el mercado del dinero nacional.Esta generalizada voluntad de compra manifestada por las parejas espa?olas, dibuja un panorama inmobiliario sustancialmente distinto al que ofrecen pa¨ªses de nuestro entorno europeo en los que vivir arrendado es una pr¨¢ctica muy com¨²n, carente de obligada significaci¨®n, que se sustituye por la compra de la vivienda cuando la familia se encuentra ya s¨®lidamente asentada, sin perspectivas de un cambio de destino. Claro que el mercado de alquiler en esos pa¨ªses es considerablemente m¨¢s vol uminoso -por encima incluso de la mitad del parque de viviendas-, y que las administraciones respectivas se preocupan en garantizar su transparencia y el control de los precios.
En algunos casos, el Gobierno marca la tendencia de los precios como propietario de hasta el 25% del parque de viviendas y estimula la inversi¨®n en pisos de alquiler por medio de los incentivos fiscales adecuados. Frente a eso, la inversi¨®n inmobiliaria en Espa?a tiene una car¨¢cter marcadamente especulativo y atrae tambi¨¦n poderosamente a los peque?os y medianos ahorradores espa?oles que mantienen hacia la Bolsa una desconfianza proverbial. Los edificios, salvo que est¨¦n atacados de aluminosis, tienen seg¨²n la creencia popular, una vida m¨¢s larga que las acciones y tambi¨¦n una rentabilidad asegurada.
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