Cad¨¢veres de permiso
Despu¨¦s de t¨ªtulos tan poco estimulantes como Un ruso en Nueva York, Un loco suelto en Hollywood y Presidente por accidente, hab¨ªa motivos de sobra para dar por muerto y enterrado al autor de Una mujer descasada. Pues bien, contra todo pron¨®stico, Paul Mazursky ha resurgido de sus cenizas con Enemigos, una sugerente historia de fantasmas personales y muertos redivivos basada en la novela hom¨®nima de Isaac Bashevis Singer.Esta resurrecci¨®n se debe tanto a la calidad del material original -salvo en un par de ocasiones, Mazursky siempre se ha inspirado en argumentos propios como a la colaboraci¨®n en el gui¨®n de Roger L. Simon, otro jud¨ªo neoyorquino (y van tres), autor de atractivas ficciones policiacas que ya hab¨ªa demostrado sus dotes como guionista en aquella curiosa pel¨ªcula titulada Un investigador ins¨®lito.
Enemigos, una historia de amor
(Enemies, a love story). Director y productor: Paul Mazursky. Gui¨®n: L. Simon y Paul Mazursky, basado en la novela de Isaac Bashevis Singer.Fotograf¨ªa: Fred Murphy. M¨²sica: Maurice Jarre. Dise?o de producci¨®n: Patc Guzm¨¢n. Montaje: Stuart Papp¨¦. Producci¨®n: Morgan Creek Productions, para Twentieth Century Fox. EE UU, 1989, Int¨¦rpretes: Ron Silver, Anjelica Huston, Lena Olin, Margaret Sophie Steir- Salas de estreno en Madrid: Alphaville (versi¨®n original), Ideal Multicines y La Vaguada.
Enemigos, definida por su director como "una comedia con inflexiones tr¨¢gicas", retoma, desde la ficci¨®n, algunas conclusiones estremecedoras, ya expuestas de forma documental en Shoah, la obra maestra de Claude Lanzmann: no menos; terrible que la suerte de aquellos que perecieron en el holocausto jud¨ªo es la de los sobrevivientes que tuvieron que aprender a vivir de nuevo; y m¨¢s espeluznante todav¨ªa la de quienes, habi¨¦ndose librado de los campos de la muerte, se sintieron (sienten) culpables por no haber muerto o sufrido suficientemente.
Supervivientes
Esto ¨²ltimo es lo que le sucede al protagonista de la pel¨ªcula, el jud¨ªo polaco Herman Broder (extraordinario Ron Silver), que no para de correr de un barrio a otro del Nueva York de 1947 (impecablemente reconstruido) y de una mujer a otra sin llegar a salir psicol¨®gicamente del pajar donde estuvo escondido en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.Herman -personaje sugestivo donde los haya- Se ha convertido en un profesional de escurrir el bulto (trabaja como ghost writer, o negro, redact¨¢ndole los sermones a un rabino de Manhattan) que utiliza a tres mujeres (interpretadas, a cual mejor, por Anjelica Huston, Margaret Sophie Stein y la cada d¨ªa m¨¢s deslumbrante y mejor actriz Lena Olin), tambi¨¦n supervivientes del holocausto, como madrigueras alternativas.
La p¨¦rdida de identidad de Herman -que en un momento determinado llega a dividir el mundo en jud¨ªos y neonazis est¨¢ sutilmente subrayada en la pel¨ªcula por la variaci¨®n del punto de vista narrativo: ser¨¢n finalmente Masha, Yadwiga y Tamara quienes se erijan en protagonistas del relato, una vez que el escritor de sermones fantasmal pase de ser un simple maestro en evasivas a convertirse definitivamente en el hombre invisible. La historia de Herman deja de ser un problema jud¨ªo y se transforma en una f¨¢bula universal sobre los estragos a que puede conducir el sentimiento de culpabilidad. Invisibles son tambi¨¦n la puesta en escena y la planificaci¨®n de Mazursky, enteramente al servicio de su magn¨ªfico reparto (incluido ¨¦l mismo en un peque?o papel) y de una historia que le ha apasionado desde hace ahora casi veinte a?os. Tan s¨®lo se le puede reprochar al director la inclusi¨®n de algunos flashblacks en forma de pesadillas y alucinaciones que subrayan de forma innecesaria la influencia del pasado sobre el protagonista y entorpecen el excelente ritmo narrativo.
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