Alberti y Paco Ib¨¢?ez ofrecen un recital sobrio y emocionante
Gente de todas las edades escuch¨® sus poes¨ªas y canciones
Los poetas espa?oles, los vivos y los muertos, se conjuraron anoche en Madrid. Rafael Alberti y Paco Ib¨¢?ez abarrotaron el teatro Alcal¨¢ Palace con gente de todas las edades, tipo y condici¨®n, que guardaron un silencio emocionado durante el magn¨ªfico recital que ofrecieron al viejo poeta y el viejo cantautor. La sobriedad fue una constante durante todo el concierto, empezando por el escenario, vac¨ªo de barroquismos y lleno de presencias misteriosas.
En el descanso, el pintor Ignacio del R¨ªo comentaba algo que era opini¨®n un¨¢nime en el p¨²blico: "Resulta que estos son buenos tiempos para la l¨ªrica, aunque no lo parezca".El recital comenz¨® con las coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique. Comenz¨® recitando Rafael Alberti, un Alberti extraordinariamente joven, y Paco Ib¨¢?ez continu¨® musicando el mismo poema. Desde ese momento se hizo la magia, la emoci¨®n y la poes¨ªa en el teatro. Fue una aut¨¦ntica conjura de poetas: adem¨¢s de Jorge Manrique, G¨®ngora, Quevedo, Samaniego, Le¨®n Felipe, Vallejo, Lorca, Miguel Hern¨¢ndez, Rub¨¦n Dar¨ªo, Machado, Blas de Otero, Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo y Gabriel Celaya.
Al terminar la primera parte, Paco Ib¨¢?ez interpret¨® La poes¨ªa es un arma cargada de futuro; previamente, Rafael Alberti hab¨ªa recitado Por encima del mar, dedicado a Celaya y a su viuda, Amparitxu. Una ovaci¨®n cerrada y emotiva respondi¨® a los int¨¦rpretes. Alberti y Paco Ib¨¢?ez demostraron una vez m¨¢s que la poes¨ªa es necesaria como el pan de cada d¨ªa" y que la poes¨ªa no es un lujo.
Alberti y Paco Ib¨¢?ez salieron al escenario juntos, Alberti apoyado en un bast¨®n en su mano derecha, y en Paco Ib¨¢?ez en la izquierda, y comenzaron un recital de ritmo vertiginoso, sin pausas, dudas o circunloquios. Nada m¨¢s lejano de la potencia de los kilovatios que suele ser lo habitual en los acontecimientos musicales. Fue un espect¨¢culo asc¨¦tico, profundo y, adem¨¢s, divertido. No se oy¨® en la sala m¨¢s que la voz de los poetas; incluso la presencia de los poetas.
Babelia
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