Los espadas encontraron al p¨²blico muy exigente EMILIO MART¨ªNEZ Madrid
La terna de ayer coincid¨ªa en se?alar que el impacto de los triunfos de C¨¦sar Rinc¨®n ha sido muy fuerte, como las exigencias de la gente, mayores de lo habitual. Incluso lo comentaron entre ellos en el callej¨®n, seg¨²n confesaba Fernando C¨¢mara al Finalizar el festejo. No obstante, sus cr¨ªticas eran suaves: "Es razonable que sean tan exigentes, m¨¢xime porque, salvo los muy aficionados, la gran masa cre¨ªa estar viendo unos toros sensacionales y no era as¨ª".Admit¨ªa la nobleza del encierro en general, aunque pon¨ªa pegas a su lote: "No embest¨ªan como los que propiciaron el doble triunfo de Rinc¨®n. Esos s¨ª que fueron bravos, se lanzaban desde lejos hacia la muleta, y hac¨ªan caso a la voz del matador, mientras que los m¨ªos eran gazapones, iban andando, no te dejaban colocarte y estaban sordos, tal vez para hacer juego al peligro sordo que desarrollaron y del que no se percataron arriba".
C¨¢mara, que ten¨ªa fuertes dolores en una pierna, por el hematoma que le produjo al derribarle el sexto toro, dec¨ªa que, en vista del ambiente tan fr¨ªo, se dej¨® coger, al colocarse en un sitio donde el percance era inevitable. Sus ¨²ltimas palabras eran conciliadoras: "Aunque no est¨¦ de acuerdo con el p¨²blico hoy, no ser¨¦ yo el que les critique, porque todo lo que tengo se lo debo a ellos". Promet¨ªa arregarlo,"al estilo Rinc¨®n", en la feria de Oto?o.
Un Curro V¨¢zquez desmoralizado se limitaba a declarar que el p¨²blico hab¨ªa sido muy fr¨ªo e injusto, antes de marcharse r¨¢pidamente con su mujer e hijos "a intentar recuperar parte de la moral". Joselito abandon¨® tambi¨¦n su hotel con inusual rapidez, muy enfadado con el p¨²blico, seg¨²n se?al¨® su mozo de espadas.
Rinc¨®n se siente culpable
El festejo de ayer fue presenciado en una contrabarrera del tendido nueve por el triunfador de martes y mi¨¦rcoles, C¨¦sar Rinc¨®n, que vio al p¨²blico muy duro con la terna y les ped¨ªa perd¨®n: "Me siento culpable de que no se valoren sus esfuerzos y estoy trist¨ªsimo por haber puesto el list¨®n tan alto, pero nunca imagin¨¦ que les iba a perjudicar as¨ª".
A su apoderado, Luis ?lvarez, junto a ¨¦l, no le gustaban estas declaraciones y zanajaba la cuesti¨®n: -Venga, venga, ya est¨¢ bien de repetir la misma historia de nuevo. Te limitaste a cumplir con tu deber. Es m¨¢s, les has mostrado el camino directo del ¨¦xito: que toreen ellos como t¨² con tu verdad y autenticidad y triunfar¨¢n tambi¨¦n".
Rinc¨®n no lo entend¨ªa as¨ª y mientras abandonaba la plaza en olor de multitudes y firmando decenas de aut¨®grafos, volv¨ªa a sus reflexiones en voz alta, que eran rechazadas por el p¨²blico que le rodeaba. Un veterano aficionado se ganaba el aplauso general, cuando le respond¨ªa castizamente: "Amos, hombre. Pero, qu¨¦ dices". Si has estado T¨² eres el mejor y los de hoy, unos mantas".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.