La fecha de la huelga

EL CIUDADANO espa?ol comienza ya a mentalizarse sobre una de las caracter¨ªsticas de su condici¨®n: en v¨ªsperas de vacaciones o puentes prolongados florecen las huelgas por doquier. Ahora, el surgimiento de reivindicaciones sindicales coincide con el final de la campa?a electoral. No sabemos si es un salto cualitativo en la lucha por la emancipaci¨®n de la clase obrera o un plus en la larga marcha hacia la incomodidad total.Es imposible no atribuir una intencionalidad distinta de la estrictamente laboral a la convocatoria, en las mismas v¨ªsperas de la jornada electoral, de una huelga general como la que ayer paraliz¨® al sector p¨²blico, simultaneada con manifestaciones en las principales ciudades y que provoc¨® anomal¨ªas en la prestaci¨®n de servicios p¨²blicos esenciales en la vida ciudadana. Los dirigentes de UGT y CC OO han insistido en que las convocatorias ten¨ªan un origen exclusivamente laboral. Nadie lo cree. Las reivindicaciones espec¨ªficamente laborales se pueden plantear tres d¨ªas despu¨¦s de celebradas las elecciones. Hacerlo antes suena -objetivamente- a caceroladas.

Tampoco ser¨ªa ileg¨ªtimo, vista la escasa transparencia de las intenciones sindicales y la claridad de unos hechos que hablan por s¨ª mismos, atribuir a esta simultaneidad huelgu¨ªstica y electoral una interpretaci¨®n m¨¢s acusadamente pol¨ªtica d¨¢ndole el significado de un verdadero pulso al Gobierno, en tanto que patr¨®n y en cuanto responsable de la gobernaci¨®n del pa¨ªs. Como patr¨®n, endos¨¢ndole una imagen de interlocutor intransigente, y como gobernante, dejando extender la idea de que es incapaz de garantizar el buen funcionamiento de los servicios p¨²blicos y la tranquilidad ciudadana. Es dif¨ªcil no relacionar esta doble actuaci¨®n con alg¨²n tipo de finalidad de desgaste electoral:

Podr¨¢n arg¨¹ir los sindicatos que todo esto no pasa de ser un proceso de intenciones, pero en sus manos ha estado el evitarlo. Si no lo han hecho es porque no han querido y han preferido correr el riesgo de que su acci¨®n sea tildada de pol¨ªtica en aras de la consecuci¨®n de objetivos que han considerado m¨¢s ¨²tiles. Pero que no se enga?en los sindicatos. La injerencia en el proceso electoral, la intromisi¨®n en el desarrollo de la libre formaci¨®n de las opciones pol¨ªticas del ciudadano y la descarada coincidencia de su acci¨®n reivindicativa con el periodo de elecciones, que deber¨ªa ser respetado por todos en cualquier circunstancia, son cosas muy graves. Y podr¨ªan pagarlo muy caro en el futuro en prestigio y en cuanto a la legitimaci¨®n de su papel en la sociedad.

Y ello con independencia del derecho de huelga, que no puede ponerse en cuesti¨®n, y de la existencia en la actual situaci¨®n conflictiva de la empresa p¨²blica de elementos objetivos que la explican por s¨ª mismos, como el prolongado bloqueo de los convenios colectivos, la acumulaci¨®n de dificultades en el proceso negociador y el r¨ªgido endeudamiento de los gestores p¨²blicos a la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno cuando son ellos, como ha declarado el ministro de Obras P¨²blicas y Transportes, Jose Borrell, "los que tienen qu¨¦ lidiar el toro".