"Es inevitable un Estado democr¨¢tico en la URSS"`
Brodsky es un hombre nervioso Habla un ingl¨¦s correcto, pero interrumpe sus frases, y las rectifica, para elegir la palabra adecuada, que pronuncia con acento ligeramente brit¨¢nico. Tiene 50 anos, no m¨¢s de media docena de libros publicados, una esposa ruso-Italiana, m¨²sica y traductora y un apartamento en Greenwich Village, en Nueva York, donde entra y sale un gato que juega con la correspondencia sin abrir esparcida por el suelo.El poeta bebe vino blanco sin dejar de mover la copa. En realidad, Brodsky jam¨¢s se queda quieto en el asiento puesto de espaldas a su escritorio. No reposa ¨¦l y, a¨²n menos, su lenguaje. Acostumbra a abordar las respuestas devolviendo las preguntas con un interrogante ironico para darse tal vez el tiempo de ajustarlas. Y al poco rato de conversar con ¨¦l tiene uno la certeza de hallarse ante un interlocutor sagaz e ingenuo, agresivo y vulnerable, desesperado y vital.
Brodsky se encuentra a nueve pelda?os sobre el nivel de la calle. La escalera, que arranca en la misma acera junto al cubo de la basura, desemboca en una primera puerta que da a un pasillo recto. Al final de este pasillo hay otra puerta. Y detr¨¢s de esta otra puerta -como el juego ruso de las mu?ecas que viven unas dentro de otras- aparece el poeta con los cabellos revueltos, papeles en una mano, zapatillas viejas de deporte, una indumentaria sin fecha de caducidad que lleva ¨¦l como si no fuera suya. La imagen, pienso en seguida, es la de un ser que est¨¢ fuera de su propio cuerpo. Es la imagen de alguien que ha apartado deliberadamente ese cuerpo por tratarse de algo inc¨®modo, incluso de algo innecesario. Brodsky est¨¢ diciendo: adelante, mira ese par de calcetines arrugados debajo de la mesa de tres patas, ?pasa algo?, y mira mis ojos detr¨¢s de estas gafas de aro, lo ¨²nico que considero parte de mi cuerpo, lo¨²nico indispensable, aunque quiz¨¢ tambi¨¦n acabar¨¢ estrell¨¢ndolas contra la chimenea.
Hablamos de este t¨ªtulo reci¨¦nconcedido. ?Qu¨¦ es un poeta laureado? ?Es acaso un poeta quetiene que dedicar odas al Sistema? A cambio de ese a?o en elque puede hacer lo que le d¨¦ lagana con cargo al contribuyente, ?qu¨¦ le pide el mecenas?
Brodsky dice que todo lo que se le exige es dar una clase al comienzo de] curso acad¨¦mico yuna lectura al finaliz m¨¢s interesante del siglo XX. "Es la m¨¢s sustancial. La m¨¢s variada. La m¨¢s innovadora". Repite que en EE UU existe gran cantidad de poetas que producen tina obra de enorme calidad. "Pero la naci¨®n los ignora. No se clan cuenta de lo que tienen. Casi podr¨ªa hablarse de una conspiraci¨®n del silencio sobre los poetas. S¨¦ de lo que hablo. As¨ª que desde la plataforma de Washington invitar¨¦ a poetas para que hablen. Dar¨¦ a conocer su importancia, que ellos no est¨¢n seguros de tenerla. Por eso son tan poco arrogantes".
Brodsky a?ade que sabe c¨®mo alzar la voz. "Es un desaf¨ªo que me tienta. Un poeta laureado adquiere una visibilidad ante el p¨²blico que voy a aprovechar para impulsar ideas y para se?alar los errores de la democracia. Creo que la democracia tiene que ser algo m¨¢s que una receta para obtener riquezas. El principal problema del mundo es demogr¨¢fico. Tambi¨¦n aqu¨ª, en Estados Unidos, nos afecta ese mismo problema. La superpoblaci¨®n baja el nivel de la educaci¨®n enormemente, no s¨®lo el nivel del bienestar. Todos sufren m¨¢s. Todos se vuelven m¨¢s incultos. En la sociedad predomina el aturdimiento. La acci¨®n sobre la contemplaci¨®n. Y la poes¨ªa llama a la contemplaci¨®n. Si el pueblo no puede acceder a esa contemplaci¨®n, si no se le ofrece esa posibilidad, si solo se le empuja hacia la acci¨®n, ?qu¨¦ clase de democracia es ¨¦sta?"
Grotesco juicio
Brodsky no ha regresado a la U RSS desde que Breznev le arrebat¨® la ciudadan¨ªa sovi¨¦tica luego de someterle, a la edad de 24 a?os, a un grotesco juicio en el que se le conden¨® a cinco a?os de trabajos forzados en un penal, de los que cumpli¨® uno. Mantiene contacto con su pa¨ªs a trav¨¦s de las cartas que rec¨ªbe y de las personas que vienen de all¨ª a visitarle. No se plantea el regreso. En una entrevista aparecida este mismo mes en The Hampshine Daily Gazette Brodsky afirma ser "tan norteamericano como cualquiera que haya nacido en Estados Unidos".
Pero sus ra¨ªces est¨¢n en Rusia y sigue de cerca los acontecimientos pol¨ªticos. de los que ya hizo su propio diagn¨®stico. La geograf¨ªa europea deja pocas opciones a sus pueblos. Cuanto m¨¢s grande es un pa¨ªs menos opciones tiene. Lo que nos preguntamos ahora es esto: ?va a desempe?ar la URSS un papel grande o peque?o en Europa? ?Un papel grande o peque?o en Asia? En los ¨²ltimos a?os la URSS ha querido jugar un gran papel, el papel de una superpotencia. Y ha fracasado. Estoy seguro de que en 1995 la importancia que tendr¨¢ la URSS ser¨¢, todo lo m¨¢s, la, misma que tuvo en 1905 para sus vecinos. Y estoy convencido de que durante la pr¨®xima d¨¦cada cada semana abundar¨¢n los titulares alarmantes y desastrosos sobre la URSS hasta que nos hartemos de leerlos. Finalmente surgir¨¢ all¨ª algo parecido a un estado democr¨¢tico. Es inevitable. La Uni¨®n Sovi¨¦t¨ªca no ser¨¢ ya nunca m¨¢s un Estado autoritario. Y menos a¨²n una tiran¨ªa. La desintegraci¨®n ideol¨®gica, f¨ªsica, institucional y geogr¨¢fica de la URSS es irreversible. El pueblo, todo el pueblo sovi¨¦tico, deber¨ªa leer la obra m¨¢s importante escrita en el siglo XX. La novela de Robert Musil El hombre sin atributos.Y deberi¨¢n leerla ahora mismo para ex perimentar lo que es la incertidumbre de la condici¨®n humana. De otro modo ser¨¢ dif¨ªcil que puedan entender que la incertidumbre es el estado natural e inevitable del mundo libre. Se habla de los grandes genios de la literatura del siglo XX. Y cuando ya estamos cerca del fin de este siglo, en el que hemos cre¨ªdo que Joyce, Proust, Kafka, eran los gigantes, yo creo que el gigante es Musil. Ese es el gigante. Su visi¨®n de la existencia es absolutamente esclarecedora".
La poes¨ªa, escribe Brodsky en uno de sus mejores ensayos, es "un ejercicio para la muerte", La muerte ha sido y sigue siendo el tema profundo y ¨²ltimo del escritor. En sus memorias de infancia Una habitaci¨®n media Brodsky afirma que Finalmente todo lo que un hijo quiere que sus padres le ense?en es la lecci¨®n de c¨®mo hay que morir. BroeIsky dice que a partir de los 30 a?os empieza uno a descubrir en s¨ª mismo los rasgos los tics, las imitaciones, las tendencias de sus padres. Antes de esa edad tiendes a huir de esos maestros. Pero luego te das cuenta de que no puedes huir. Ya no puedes escapar de tus padres. Del recuerdo de tus padres. De la ense?anza de tus padres. Y ellos te han ense?ado a actuar, a no actuar. Y la manera en que ellos mueren va a ser la manera en que t¨² vas a morir. Sus enfermedades son tus enfermedades.
"Recuerdo como si fuera ayer cuando hace a?os, en Leningrado, llev¨¦ sobre mis hombros a mi padre al hospital. Era de madrugada. Estaba enfermo del coraz¨®n. Le hab¨ªa dado un infarto. Cargu¨¦ con ¨¦l los cuatro pisos hasta donde estaba el m¨¦dico. Esta aterrado. Yo pensaba: pobre hombre, se encuentra muy mal. Est¨¢ muerto de miedo. Y a?os m¨¢s tarde me he visto Yo mismo yendo al hospital en la Misma situaci¨®n que ¨¦l. Y no una sola vez. Varias veces. Tan asustado como ¨¦l estaba. Haciendo lo mismo que ¨¦l hac¨ªa. Exactamente lo rnismo en los tres infartos que he sufrido. Y ya ve, uno es un loco. Sigo fumando. Y pienso que si no muero del coraz¨®n luego de las dos operaciones que me han hecho y de los tres infartos que he tenido, ?de qu¨¦ morir¨¦?, Me vuelvo hacia el caso de mi rriadre y, veo que ella muri¨® de c¨¢ncer. No s¨¦ qu¨¦ es peor".
Sin embargo, a Brodsky le obsesiona la salud. Le horroriza la enfermedad. Sin duda le espanta la muere. Enciende otro cigarrillo. Pregunta si queda m¨¢s vino en la botella, que est¨¢ vac¨ªa. Pero hay otra botella. Su amigo va a buscarla. Dice que es preciso cortar lo del tabaco. Y cuando le pregunto c¨®mo ataca el rnaldito problema de la muerte, responde, riendo: "?Atacarla? ?No ataco a la rnuerte! No puedes protegerte de la muerte. No hay filosof¨ªa ni existe ninguna actitud que al adoptarla te ayude a morir. Y esto puede suceder en cualquier momento. Lo ¨²nico que puedo hacer es intentar no pensar en ello. Y esperar a ver qu¨¦ pasa. Nada m¨¢s. Me gusta una frase de Epicuro. Creo que fue Epicuro quien dijo que donde t¨² est¨¢s no existe la muerte y donde existe la muerte no est¨¢s t¨². Muy simple. Muy estoico. El epicure¨ªsmo es como una parte del estoicismo. No es que yo me considere epic¨²reo, pero pienso que el cuerpo es tu enemigo. Y que al final te traiciona. El cuerpo acaba entreg¨¢ndote a la muerte".
?Por eso ejercita la poes¨ªa?, pregunto. Una frase suya plantea precisamente eso, que la poes¨ªa es un ejercicio para morir. Pero Brodsky me corrige: "La frase no es m¨ªa, es de S¨®crates. Dijo que filosofar es un ejercicio para morir". Cuando apunto que algunos cr¨ªticos de su poes¨ªa la consideran no s¨®lo extrernadamente musical, sino metaf¨ªsica y religiosa. Brodsky alega que ¨¦l nunca observo, ni practic¨®, ninguna religi¨®n, aunque qui¨¦n sabe si ha sido absorbido por el cristianismo. "De considerarme algo, me considero af¨ªn a un calvinista porque creo que uno es responsable de sus propias acciones. Y creo que no se le puede Lulpar a nadie de los actos de uno mismo". Luego a?ade: "Supongo que Torquernada no estar¨ªa de acuerdo con este Punto".
Infinito
Torquemada dispar¨¢ otra vez la risa f¨¢cil de Brodsky. Parece divertido. Su mirada ahora del vaso de vino blanco al gato, al que llarria por Su nombre, y del gato a m¨ª en espera de la pregunta: ?cree o no cree en Dios" Todo depende del significado que le demos a la palabra responde Brodsky, porque en esta profesi¨®n, en mi carripo, en este mundo de la poes¨ªa en el que yo me encuentro, acabas teniendo un hambre inmensa de infinito.
En buena medida se trata de una cuesti¨®n de terriperarnento. Deseas pararte en un punto determinado de ese infinito. O, por el contrario, deseas segur m¨¢s lejos. En esa primera opci¨®n, en la de hacer un ¨¢lto en tu persecuci¨®n del infinito, aparece la creencia en el Ser Suprerno. Un Dios. Pero el poeta va siempre m¨¢s all¨¢ de los confines de un credo. Su labor se exige un viaje de m¨¢s alcance. Piense en Dante, por ejemplo. Su versi¨®n de la vida despu¨¦s de la muerte es mucho mejor que la del Nuevo Testamento, o que la de San Agust¨ªn. Mejor que el Evangelio. Y el poeta se encuentra siempre en el punto de partida. Es una especie de c¨ªrculo vicioso porque bien mirado el potencial metaf¨ªsico del hombre es excesivo, es desmesurado. No hay ser superior que lo satisfaga".
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