Dar trigo

No es lo mismo predicar que dar trigo, dice la sabidur¨ªa popular. Los pol¨ªticos ya han predicado y ahora tienen que dar trigo. Veremos. Cuando la sabidur¨ªa popular dice lo que dice es porque no se f¨ªa d e los predicadores. Algunos ciudadanos han o¨ªdo contar a sus abuelos, aquel famoso mitin de Natalio Rivas en un pueblo de la Alpujarra, donde prometi¨® tantas cosas que uno de los asistentes le grit¨®: "iNatalio, col¨®canos a todos!".La an¨¦cdota Figura en las antolog¨ªas de la predicaci¨®n pol¨ªtica, pero no fue ni la primera ni la ¨²ltima, y desde entonces mucho ha llovido, muchas promesas han venido haciendo los pol¨ªticos para ganarse el voto de los ciudadanos.

Unas ciudades sin droga ni golfer¨ªa; con transporte p¨²blico r¨¢pido y gratuito; impuestos reducidos a la m¨ªnima cuant¨ªa; medio mill¨®n de nuevas viviendas, o por ah¨ª, destinadas a la gente modesta, y cr¨¦ditos baratitos para que pueda comprarlas; burocracia eficaz; gobernantes honestos, limpios de polvo y paja (lo cual se dice sin ninguna doble intenci¨®n); grandes espacios naturales, venga verdor, calles amplias, aire limpio, edificios bellos, y los hist¨®ricos, conservados de dulce; sin especulaci¨®n con sus especuladores; sin industrias contaminantes; sin pobres de pedir ni ancianitos que no sepan d¨®nde meterse; con guarder¨ªas y escuelas para toda la chavaler¨ªa, centros culturales por doquier, canchas deportl vas a punta pala... Unas ciudades as¨ª, alegres y confiadas, con todo cuanto queda mencionado m¨¢s otros equipamientos de gran bienestar y actividades diversas de mucha decencia son, precisamente, lo que han prometido los pol¨ªticos para ganar votos.

Pero ya tienen los votos. Y ya mandan donde quer¨ªan mandar. Y si, adem¨¢s, dieran s¨®lo la mitad del trigo que han prometido, esto ser¨ªa jauja.