Mutis por el centro

EL CENTRO Democr¨¢tico y Social (CDS) corre el riesgo cierto de hacer mutis por el foro una d¨¦cada despu¨¦s de que su fundador, Adolfo Su¨¢rez, eligiera ese nombre para prolongar una carrera pol¨ªtica que contaba ya para entonces con resonantes triunfos y sonoros fracasos. El CDS ha descrito a lo largo de estos a?os una circunferencia completa que le ha llevado del voluntarioso deb¨² de 1982 (el 2,89% de los votos, dos diputados) al descalabro del pasado domingo (el 3,87% en las municipales, con p¨¦rdida de un mill¨®n de votos). Lejos quedan las esperanzas de 1987, cuando, frente a una derecha desnortada por la dimisi¨®n de Fraga, el partido de Su¨¢rez, con dos millones de votos, el 10,36% de los emitidos en las europeas de aquel a?o, parec¨ªa configurarse como componente ineludible de cualquier alternativa de centro-derecha.Perdida la oportunidad, la paradoja es que el hundimiento del partido centrista por antonomasia venga a coincidir con la apoteosis del centrismo: de la afanosa b¨²squeda del electorado moderado, tanto desde la derecha refundada de Aznar como del socialismo pragm¨¢tico de Gonz¨¢lez. Pero esto es algo a lo que Su¨¢rez est¨¢ acostumbrado: ¨¦xito y fracaso, ambos a manos llenas, han convivido en su biograf¨ªa de manera inseparable. Procedente del r¨¦gimen anterior, el verdadero triunfo de la reforma por ¨¦l auspiciada consisti¨® en abrir paso al gobierno de los partidarios de la ruptura. S¨®lo por eso, nada menos que por eso, Su¨¢rez pasar¨¢ a la historia de la Espa?a de las libertades con letras grandes.

La leyenda se repite ahora y, como suele ocurrir, sin especial grandeza. Sirvan estas l¨ªneas de reconocimiento por ese parad¨®jico destino.