Fallece en Bail¨¦n el actor c¨®mico Manolo G¨®mez Bur
Fue int¨¦rprete habitual en el cine de los sesenta
El actor Manolo G¨®mez Bur, de 74 a?os, falleci¨® en la madrugada de ayer en la localidad jiennense de Bail¨¦n, donde resid¨ªa, a causa de una dolencia pulmonar. Int¨¦rprete de obras de teatro que le dieron gran popularidad, como La sopera y La venganza de don Mendo, y de numerosos trabajos de televisi¨®n, G¨®mez Bur fue tambi¨¦n uno de los actores c¨®micos m¨¢s reclamados para el cine durante los a?os sesenta. Entre las pel¨ªculas en las que intervino figuran Tres de la Cruz Roja, La ciudad no es para m¨ª y Las que tienen que servir.
La primera vez que habl¨¦ con Manuel G¨®mez Bur fue cuando vino a visitarme al peri¨®dico donde yo trabajaba. Los dos trat¨¢bamos de arrancar en la vida: digamos que hace medio siglo. Sac¨® de su cartera el recorte de m¨ª cr¨ªtica a la obra que acababa de estrenar en el Infanta Isabel. "Este recorte", me dijo, "me lo ha dado mi empresario, don Arturo Serrano. Escribe usted", todos nos habl¨¢bamos de usted unos a otros, salvo para acreditar confianza, amistad o amor; el signo casi se ha perdido, "que estoy exageradc), que grito mucho, que me agito excesivamente en escena... Tiene usted raz¨®n, mucha raz¨®n. Solamente que don Arturo me ha dado el recorte y me ha dicho: 'Manolo, ya ves lo mal que est¨¢s: te voy a bajar cinco duros de sueldo'. Y me los ha quitado". Convinimos en que era una miseria. Y ¨¦l me explic¨® que ven¨ªa a verme s¨®lo para que supiera lo que, costaba una cr¨ªtica. Me ense?¨® mucho sobre la picaresca del teatro; y me produjo algunas rellexiones sobre los problemas que me podr¨ªa plantear el periodismo.Aprend¨ª yo m¨¢s que ¨¦l: hizo bien. Puede que G¨®mez Bur estuviese totalrnente desfasado en aquella obra -qui¨¦n sabe ya cu¨¢l era- deritro del estilo de la compa?¨ªa, que pod¨ªa ser m¨¢s bien cursi, pienso ahora: pero la verdad es que su exageraci¨®n le convirti¨® en el popular¨ªsimo actor c¨®mico que fue, y le hizo ganar mucho dinero como cabecera de cartel y de compa?¨ªa propia. Un primer actor c¨®mico era todav¨ªa -y a¨²n quedan algunos- alguien que ten¨ªa su propia manera -m¨¢s que estilo-, sus trucos de ilicci¨®n y de movimiento, su personalidad, sus rasgos; los perfillaba directamente ante el p¨²blico: repitiendo, resabi¨¢ndose ante las formas de decir que m¨¢s risas provocaban, y al mismo tiempo, acostumbrando a los espectadores a ello, haci¨¦ndoles esperarlo a cada momento. Adem¨¢s de cisas indefinibles, que ata?en a la personalidad: la vi . S c¨®mica -algo tan misterioso que procede de un error ling¨¹¨ªstico- y el carisma de primer actor, que no todo el mundo tiene por bueno que sea en su oficio, es un don.
As¨ª fue Manolo G¨®mez Bur; lleg¨® a ¨¦xitos interminables como, por ejemplo, el de La sopera, una obra francesa a la que afinc¨® en Espa?a y que le dur¨® a?os. Ese ¨¦xito personal lo acentu¨® m¨¢s tarde en el cine y, desde luego, en la televisi¨®n. Su aire de despistado, de buena persona metida en un ^,¨ªo teatral, su voz, despertaban en el espectador algo sin lo cual no triunfa un actor c¨®mico: la simpat¨ªa, la ternura por el personaje. Aunque fuera el de alguien malo -casi nunca- o p¨ªcaro: se le quer¨ªa. Y en la vida diaria era igual que en el escenario.
Como trabajaba todo ¨¦l, contodo su cuerpo y toda su atenci¨®n, se cansaba; y los a?os pasaban, se cansaba. Adern¨¢s de la recolecci¨®n que hizo con su trabajo, tuvo la visita de lasuerte: le toc¨® la loter¨ªa, creo que una cantidad aprovechable. Una, ocasi¨®n para retirarse a descansar. Lo hizo, y dej¨® de v¨¦rsele por Madrid: me dijeron que pasaba gran parte de su tiempo en una finca de Ball¨¦n.
Es ya demasiado tair de para pedirle perd¨®n por los cinco duros que le hice perder, en una ¨¦poca en que la comida de un restaurante costaba mucho me nos que eso. Lo digo p¨²blicamente, en se?al de atrici¨®n.
Babelia
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