Peter Zadek clausura con 'Ivanov' los Encuentros Teatrales de Berl¨ªn

El director Peter Zadek, al frente del Burgtheater de Viena, clausur¨® con Ivanov, de Ant¨®n Ch¨¦jov, los Encuentros Teatrales de Berl¨ªn: un sobrio e inteligente broche, de signo est¨¦tico opuesto al espect¨¢culo que abri¨® el festival: el musical The black rider, de Robert Wilson. Peter Palitzsch ha recibido el premio homenaje de Berl¨ªn a su larga labor como director e intendente, y la joven actriz Steffi K¨¹hnert el reci¨¦n creado instaurado premio a la mejor interpretaci¨®n en el festival.

Un escenario vac¨ªo, tan s¨®lo una lona gris cosida a tiras y colgada a media altura oculta el fondo. En medio, una vieja silla Thonet y, sentado en ella Gerd Voss, Ivanov. Con esa espeluznante sobriedad comienza la escenificaci¨®n de Peter Zadek de la obra de Ch¨¦jov, el maestro del realismo ruso que escribi¨®: "La escena es arte que expresa la quintaesencia de la vida, es innecesario llenarla con detalles superfluos". Sus obras, sin embargo, son representadas hoy en d¨ªa cargadas de detalles que, con af¨¢n hiperrealista, nos acercan a la ¨¦poca en que fueron escritas, olvidando en el peor de los casos la vida y en la mayor¨ªa las quintaesencias.No ocurre as¨ª en el trabajo con el que la compa?¨ªa del Burgtheater de Viena cerr¨® los encuentros de Berl¨ªn. Al contrario, a medida que transcurre la obra, los distintos espacios y escenas son insinuados sin m¨¢s por una gama de sillas viejas; la excelente interpretaci¨®n de los actores, llena de tonos y momentos de gran tensi¨®n y realismo, se encarga de transmitir quintaesencias.

Ivanov es una reflexi¨®n sobre la intelectualidad, o mejor sobre un cierto tipo de intelectual, que, de tanto autoanalizarse, cae en la total indigencia, en la depresi¨®n m¨¢s paralizante y en un torbellino egoc¨¦ntrico que destruye lo m¨¢s pr¨®ximo.

Frente a su decadencia, se exaltan los instintos maternales y de sacrificio del entorno femenino, lo que a su vez arrastra a Ivanov a actuar de tal manera que, a pesar de su sinceridad, sus actos son claramente interpretados como oportunismo c¨ªnico. No es de extra?ar que Zadek haya escogido esta obra para iniciar su labor, en el Burgtheater de Viena, tras los esc¨¢ndalos a los que dio lugar su intendencia en el Schauspielhaus de Hamburgo, donde a pesar de sus ¨¦xitos art¨ªsticos innegables la intelectualidad pol¨ªtico-cultural de la ciudad hanse¨¢tica le hizo la vida imposible.

Pero no s¨®lo estos detalles de la biograf¨ªa del director se intuyen en su puesta en escena, sino la intenci¨®n de proyectar la problem¨¢tica situaci¨®n en la que se encuentra gran parte de lo que se podr¨ªa llamar la "inteligencia europea de izquierdas", perdida en la inactividad, en busca de redefiniciones y con una grave apariencia de supervivencia a trav¨¦s del oportunismo. La quintaesencia vital, sin af¨¢n ninguno de se?alar con el dedo o hacer demagogias simplistas, queda as¨ª servida a trav¨¦s de la simplicidad esc¨¦nica, haciendo del escenario un espejo.

Un buen broche para unos encuentros teatrales marcados por el signo de la b¨²squeda de las definiciones, el an¨¢lisis de las situaciones, el comentario de los hechos hist¨®ricos, en los que se ve envuelta la sociedad centroeuropea.

Por otro lado esta actitud cr¨ªtico-art¨ªstica ha sido premiada por la ciudad de Berl¨ªn en la persona de Peter Palitzsch, un hombre que a lo largo de su vida ha sabido continuar la tradici¨®n teatral de su maestro Bertolt Brecht, con el que trabaj¨® en el inicio de su carrera art¨ªstica.