Impresionante y pat¨¦tica despedida de Connors
Jimmy Connors (EE UU), uno de los tenistas m¨¢s grandes de la historia, se despidi¨® ayer de Par¨ªs con un partido digno de un mito. Con casi 39 a?os -los cumplir¨¢ en septiembre-, le amarg¨® la tarde a Michael Chang (EEUU), campe¨®n de Roland Garros en 1989 y 20 a?os m¨¢s joven que ¨¦l. Connors, pese a sufrir fuertes dolores musculares que le imped¨ªan correr -y al final hasta caminar-, resisti¨® durante tres horas y media antes de abandonar, exhausto, al inicio del quinto set, con 6-4, 5-7, 2-6, 6-4 y 15-0 a su favor.
El final fue dram¨¢tico. Connors escuch¨® durante casi cinco minutos una ovaci¨®n del p¨²blico, puesto en pie, tras ganar el cuarto set. Las l¨¢grimas comenzaban a asomarse en sus ojos, pero su raza de campe¨®n le llev¨® a aguantar hasta ganar el primer punto del quinto set. Quer¨ªa irse ganando. Entonces se dirigi¨® al juez de silla y le dijo: "No puedo m¨¢s, no puedo seguir. Si pudiese, cre¨¢me que continuar¨ªa". Su entrenador fue a buscarle y Connors le dijo: "Ay¨²dame, ay¨²dame". Su imagen era pat¨¦tica, pero en el coraz¨®n de todos los presentes qued¨® grabada la imagen de un verdadero campe¨®n, uno de los que ha entrado en la leyenda del tenis
Chang contra un mito
Michael Chang debi¨® recordar a quel partido, hace dos a?os, en el que sus saques de cuchara rompieron la concentraci¨®n de Ivan Lendl y despertaron la hilaridad del p¨²blico. Entonces la Prensa francesa titul¨®: "La tortura china". Hoy, el t¨ªtulo podr¨ªa ser "la tortura del chino". Chang parec¨ªa un jugador infantil, y no el ganador de 1989. No sab¨ªa c¨®mo luchar contra un mito.Por lo dem¨¢s, los dioses estaban con Jimbo Connors en su despedida. Hasta seis veces estrell¨® bolas contra la cinta de la red que acabaron muriendo en la pista de Chang. La sexta, la ¨²ltima, le permiti¨® llegar a la bola de set de la cuarta manga. Connors no pod¨ªa correr sobre la tierra del estadio. Desde que en la segunda manga comenz¨® a sufrir dolores en la espalda, ya no pudo golpear con fuerza y cada golpe parec¨ªa poder partirle en dos.
Connors se fue apagando poco a poco. S¨®lo su enorme talento y su tremenda ambici¨®n le permitieron aguantar m¨¢s all¨¢ de lo que cualquier otro jugador habr¨ªa soportado. Pero su ¨²ltimo gesto, ganando el cuarto set y el primer punto del quinto, fue un final impresionante, la digna despedida de un mito.
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