El desfile

Nos cost¨® casi una vida desmitificar aquellas pel¨ªculas de Hollywood en las que los buenos eran los colonizadores y los malos los colonizados. Luego llegar¨ªa El guateque, una de esas pruebas de que Occidente puede satirizar sus propias creencias como coartada necesaria para seguir teni¨¦ndolas. En El guateque, Peter Sellers era el colonizado agradecido que advierte a las tropas colonizadoras de que se cierne sobre ellas la alevos¨ªa del infiel. Comprendo que fuera dif¨ªcil desmitificar las haza?as coloniales si los h¨¦roes que las cumpl¨ªan eran Gary Cooper, Cary Grant o Errol Flyn. Ah¨ª es nada. Tal vez por eso, algunos intelectuales mamadores de aquella leche merengada en tecnicolor hayan vuelto a la infancia de su memoria y hayan preferido formar parte del bando de los vencedores de la guerra del Golfo y no del de los vencidos, esas numerosas aunque todav¨ªa no concretadas docenas de miles de iraqu¨ªes alcanzados por los bombardeos m¨¢s inteligentes de la historia de la humanidad.Lo que me sorprende es que en los desfiles triunfales de Nueva York y Washington est¨¦n representados todos los ej¨¦rcitos que participaron en el linchamiento del pueblo iraqu¨ª (que no de Sadam Husein ni de su brain trust) y en cambio los organizadores no hayan reservado un espacio para los ej¨¦rcitos de propagandistas de la gran guerra contra la reencarnaci¨®n de Hitler. Los pol¨ªticos, en este caso, tienen que transigir cediendo protagonismo a los militares, aunque ese horroroso hombr¨®n de cuyo nombre no quiero acordarme quede tan lejos de Gary Cooper, Cary Grant o Errol Flyn. Pero con los intelectuales han sido implacables. Ni un par de hileras para que desfilaran cantando Am¨¦rica, Am¨¦rica. Ni siquera uno disertando sobre el nuevo orden internacional como si hablara solo. Nada. Nadie.