"No frenaremos Europa"
Helmut Schlesinger, profesor b¨¢varo de 66 a?os, sucede el 1 de agosto a Karl Otto P?hl en la presidencia del Bundesbank. Desde 1980 ha sido vicepresidente del banco central alem¨¢n. Su programa es de continuidad: as¨ª lo exig¨ªan los mercados y as¨ª ha respondido el Gobierno alem¨¢n. Dentro de dos a?os Schlesinger ceder¨¢ la presidencia del Bundesbank a Hans Tietmeyer, t¨¦cnicamente un experto y pol¨ªticamente m¨¢s sesible a las indicaciones de Bonn. En esta entrevista, hecha antes de que el gobierno le nombrase presidente del Bundesbank, Schlesinger valora los resultados de la uni¨®n econ¨®mica de las dos Alemanias y reafirma la necesidad -sostenida siempre por P?hl- de la construcci¨®n de Europa sobre base econ¨®micas y financieras comunes.
FABIO BARBIERIPregunta. ?Cree que el proceso e integraci¨®n econ¨®mica de las dos Alemanias puede retardar el proceso de integraci¨®n europea?
R. Es indiscutible que la integraci¨®n de la ex RDA en la econom¨ªa germano-occidental, y por consiguiente en la europea, es un emorme desaf¨ªo pol¨ªtico y econ¨®mico para Alemania. Las trasferencias financieras hacia la ex RDA, que gravan directa e indirectamente a los presupuestos, se calcula que ascienden en 1991 a cerca de 140 millones de marcos, un 5%, del PIB. En los pr¨®ximos a?os tambi¨¦n ser¨¢n necesarias trasferencias de cuant¨ªa notable. Un pa¨ªs cuya disposici¨®n a la solidaridad interna est¨¢ reclamada por una necesidad hist¨®rica ¨²nica en su g¨¦nero, no podr¨¢ hacerse cargo, por los menos en la fase de transici¨®n, de prestaciones an¨¢logas en el proceso de unidad europea.
P. ?Significa esto que Europa pasar¨¢ necesariamente a un segundo plano?
R. La uni¨®n econ¨®mica y monetaria europea no necesitar¨¢ un desembolso similar, por lo que no hay que temer una ralentizaci¨®n del proceso de unificaci¨®n a consecuencia de los problemas econ¨®micos de la Alemania Oriental. El Gobierno alem¨¢n ha afirmado claramente que la unificaci¨®n alemana puede entenderse como un empuje ulterior para el proceso europeo. Si los impulsos de crecimiento que la integraci¨®n de la econom¨ªa germano-oriental ha traido y traer¨¢ a otros pa¨ªses europeos, son utiizados para reforzar la estabilidad, mejorar¨¢n de forma evidente las premisas para la uni¨®n econ¨®mica y monetaria.
Necesidad de covergencia
P. ?Qu¨¦ otras condiciones son necesarias?
R. En lo que se refiere a las grandes diferencias de covergencia en la CE, la velocidad de la integraci¨®n depende de la disponibilidad de los pa¨ªses miembros a reducir sus d¨¦ficits en relaci¨®n con la estabilidad monetaria, pol¨ªtica-financiera y tambi¨¦n de la pol¨ªtica salarial: una tarea en la que naturalmente deben colaborar todas las fuerzas sociales. Una renuncia irrevocable a los instrumentos de modificaci¨®n del curso de los cambios monetarios, la uni¨®n monetaria en otras palabras, exige un alto grado de convergencia de los pa¨ªses miembros, pues en caso contrario ser¨ªan necesarias grandes prestaciones financieras para amortizar las cargas de adaptaci¨®n econ¨®mica.
P. ?C¨®mo ve, a un a?o de distancia, los resultados de la introducci¨®n del marco en la ex RDA?
R. Desde un punto de vista monetario se puede decir globalmente que la conversi¨®n monetaria se ha conseguido. La expansi¨®n del ¨¢mbito de implantaci¨®n del marco no ha restado, hasta ahora, estabilidad interna. La cantida de moneda ha aumentado un 15%, un salto de nivel que es parejo, contablemente, a la fuerza real de la econom¨ªa germano~oriental. Hasta ahora no se han derivado impulsos negativos del aumento de la cantidad de moneda, apreciables en la evoluci¨®n de los precios. En los lander occidentales, la RFA goza, junto con Holanda, de la mayor estabilidad de precios de todos los pa¨ªse occidentales mientras que la evoluci¨®n de los precios en la Alemania Oriental se mueve de la forma que pod¨ªa esperarse de una fase de transici¨®n desde unos precios dirigidos a una econom¨ªa de mercado cl¨¢sica.
P. Qu¨¦ supone ¨¦sto para la pol¨ªtica monetaria?
R. La pol¨ªtica monetaria del Bundesbank, que ahora mantiene el crecimiento de la masa monetaria al nivel m¨¢s bajo de la banda prevista, podr¨ªa en un plazo medio hacer que la econom¨ªa crezca mucho m¨¢s bajo el esquema monetario confecionado ahora en una medida algo abundante. Pero desde el punto de vista t¨¦cnico la introducci¨®n del marco en la Alemania Oriental ha sido un ¨¦xito. El aprovisonamiento de la poblaci¨®n del nuevo contante y la conversi¨®n de los dep¨®sitos han sido limpios, y, por lo que s¨¦, han sido apreciados en el exterior como fruto de una gran capacidad organizativa del Bundesbank. Es cierto que en los primeros meses posteriores a la conversi¨®n hubo difucultad en los pagos, pero eran absolutamente inevitables, pues ten¨ªan que sostenenerse en el sistema de pagos, completamente incompatible con el nuestro, de la ex RDA.
P. Es ¨¦sta la principal dificultad?
R. Se han manifestado, sin duda, mucho m¨¢s gravosos los problemas de la econom¨ªa germeno-oriental, que son los mismos que los de todos los pa¨ªses del Este: problemas de la propiedad, situaci¨®n desoladora del capital fijo, falta de una administraci¨®n cualificado y da?os ambientales, por citar algunos. La debilidad competitiva de las empresas orientales se manifest¨® de la ma?ana a la noche. Adem¨¢s, hubo grandes dificultades cuando se hundi¨® la demanda de bienes de exportaci¨®n de los pa¨ªses ex comunistas y la poblaci¨®n germano-oriental rechaz¨® los productos internos. El proceso de ajuste se aceler¨® much¨ªsimo, de forma que fueron necesarias enormes transferencias de recursos p¨²blicos para amortizar el coste social del proceso.
P. ?Preve¨ªan las dificultades en las que se debate la ex RDA?
R. Debemos admitir que entonces valoramos con demasiado optimismo la capacidad objetiva de la econom¨ªa germano-oriental. Este error de valoraci¨®n se debe a las estad¨ªsticas de las que dispon¨ªamos, con muchas lagunas y dif¨ªcilmente confrontables con las nuestras por la diferencia de ambos sistemas econ¨®micos. No eran previsibles una serie de reacciones psicol¨®gicas, como el comportamiento adquisitivo, ni la velocidad de cambio de las condiciones de las relaciones econ¨®micas con el exterior, como por ejemplo, el colapso del comercio oriental.
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