El salario de HB
LOS CUATRO diputados de Herri Batasuna han cobrado desde las elecciones de 1989 unos 26 millones de pesetas, correspondientes a las asignaciones econ¨®micas previstas en la ley y satisfechas con cargo a los Presupuestos Generales del Estado. A partir de ahora y durante un a?o esos diputados dejar¨¢n de percibir tales asignaciones en aplicaci¨®n de la sanci¨®n decidida por la Mesa del Congreso por su notoria inasistencia a la C¨¢mara. La posibilidad de aplicar una sanci¨®n a ese comportamiento est¨¢ expresamente contemplada en el reglamento del Congreso, a cuya Mesa atribuye la fijaci¨®n de su extensi¨®n y duraci¨®n. Al hacerlo, la Mesa ha tenido en cuenta el pronunciamiento del Tribunal Constitucional en relaci¨®n a una medida de similar naturaleza acordada en su d¨ªa por el Parlamento de Navarra.Se ha dicho que la medida es pol¨ªtica. Lo es, indudablemente, pero ello no basta para descalificarla; la cuesti¨®n es si dicha medida pol¨ªtica es, aparte de m¨¢s o menos acertada, ajustada a derecho. Lo es en principio: se ha aplicado una norma preexistente que claramente establece la posibilidad de privar de sus emolumentos a los parlamentarios que "de forma reiterada o notoria dejaren de asistir voluntariamente a las sesiones del Pleno o de las Comisiones". Que ¨¦se es el caso de los diputados Aizpur¨²a, Id¨ªgoras y Usobiaga parece fuera de dudas. Y si las hubiera -en el sentido de considerar excepcional la condici¨®n de los diputados de un partido en cuya oferta electoral ya figura la inasistencia como norma-, el Tribunal Constitucional las despej¨® en su momento en relaci¨®n a Navarra.
Queda entonces el problema de la valoraci¨®n de una medida que, siendo legal, busca un objetivo pol¨ªtico. Aqu¨ª la cosa es m¨¢s complicada. Que la Mesa del Congreso pueda sancionar a los absentistas no significa que est¨¦ obligada a hacerlo; y, de hecho, no lo hace con muchos diputados que casi nunca asisten a los plenos: los de Herri Batasuna podr¨ªan invocar el principio de no discriminaci¨®n para oponerse a la sanci¨®n. Sin embargo, es evidente que ambos casos son de naturaleza diferente. El absentismo, digamos, particular es condenable pero su sanci¨®n corresponde, en principio, al grupo parlamentario o formaci¨®n pol¨ªtica a que pertenezca, mientras que la no participaci¨®n de los diputados de HB en las tareas parlamentarias forma parte de la estrategia pol¨ªtica antisistema de ese grupo. Y si bien nadie cuestiona su derecho a hacerlo s¨ª es razonable plantear al menos que dejen de percibir los haberes correspondientes a ese trabajo parlamentario.
Pero tampoco esto es tan evidente: pues la tarea del parlamentario no se reduce a la que realice o deje de realizar en el marco.de la C¨¢mara. Su funci¨®n de representaci¨®n de los electores que lo votaron se manifiesta en m¨²ltiples actividades, singularmente en todas las que tengan que ver con la conformaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica: participar en una mesa redonda o en una manifestaci¨®n p¨²blica, hablar en un acto pol¨ªtico o realizar unas declaraciones por la radio son actividades a trav¨¦s de las cuales se realiza esa funci¨®n de representaci¨®n y comunicaci¨®n con el electorado que es consustancial al electo. Entonces, cabe tal vez considerar que las asignaciones contempladas en la ley est¨¢n relacionadas s¨®lo en parte con la asistencia o no al Parlamento. Ello es defendible, pero no parece ser el punto de vista del reglamento de la C¨¢mara puesto que expresamente relaciona las sanciones por inasistencia con la privaci¨®n de una asignaci¨®n cuyo objetivo es, seg¨²n el articulo 8, permitir a los diputados "cumplir eficaz y dignamente su funci¨®n".
Todos estos matices son importantes. Pero es m¨¢s decisiva la consideraci¨®n de que, frente al uso y abuso de los resquicios legales por parte de una coalici¨®n que se pretende brazo pol¨ªtico legal de un grupo terrorista, el Estado democr¨¢tico debe utilizar tambi¨¦n todas las posibilidades de no ser burlado, imposibilitando aquella estrategia. Con una sola condici¨®n: que sus procedimientos sean leg¨ªtimos y estrictamente escrupulosos con las normas emanadas del propio sistema democr¨¢tico.
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