Pogorelich merece leyenda
El Auditorio Nacional registr¨® un nuevo lleno para el recital del pianista Ivo Pogorelich (Belgrado, 1958), de tan formidable t¨¦cnica como elevado pensamiento musical: un verdadero fuera de serie. Aparece Pogorelich en escena como desmadejado y ausente, ensimismado y expectante ante la nueva creaci¨®n de Chopin, Rachmaninov, Ravel o, fuera de programa, Balakirev.Se sienta ante el piano e inmediatamente ataca. Cualquiera puede pensar que est¨¢ ante un int¨¦rprete inspirado y sin embargo Pogorelich ha calculado, durante a?os, todas y cada una de sus versiones. Las mantiene, madura y perfecciona y as¨ª pudimos escuchar una versi¨®n absolutamente insuperable de la tercera sonata de Chopin o descubrir cosas nuevas en los Nocturnos.
Ivo Pogorelich
Ivo Pogorelich, pianista. Obras de Chopin, Ravel y Rachmaninov. Juventudes Musicales de Madrid. Auditorio Nacional, Madrid, 18 de junio.
El primer misterio de Pogorelich radica en su sonido o, para ser m¨¢s exacto, sus sonidos, pues maneja tal riqueza de registros que mantiene una simultaneidad polif¨®nica de raros colores verdaderamente asombrosa. Su piano, tan personalizado, tiene algo de ¨®rgano y mucho de orquesta, pero es, sustantivamente, piano, el instrumento heredero de Schumann, Chopin, Liszt, Debussy, Rachmaninov o el sorprendente Mauricio Ravel, cuyos Valses nobles y sentimentales quiz¨¢ no ha comprendido a¨²n del todo el gran p¨²blico.
Filosof¨ªa
Pero el plano de Pogorelich es, todav¨ªa, otra cosa: una voz que canta con hermosa continuidad e intensidad, una filosof¨ªa que medita pausadamente, una expresi¨®n que va de lo sensible a lo sensitivo, de la emoci¨®n ps¨ªquica a la fenomenolog¨ªa ac¨²stica. Todo el recital de Pogorelich para las Juventudes Musicales madrile?as, que preside Isabel Falabella, fue algo maravilloso, una sucesi¨®n de actos creadores, un retorno a los or¨ªgenes de cada obra llevado a cabo desde un complejo t¨¦cnico-expresivo s¨®lo explicable desde el pensamiento actual. Pero, sobre todo lo dem¨¢s, la Sonata en si menor de Chopin permanecer¨¢ para siempre en nuestros mejores recuerdos musicales.La po¨¦tica, te?ida de iron¨ªa, desde la que Ravel so?¨® la Viena de Schubert en los Valses nobles y sentimentales constituye otro fen¨®meno, pues el "m¨¢gico prodigioso", como le denominaba Falla, fusion¨® en uno solo el acto emocional y el intelectual. En cuanto a Rachmaninov en su Sonata n¨²mero .2 se presenta, igual que en otras obras, a modo de nueva entronizaci¨®n del gran pianismo rom¨¢ntico. Su s¨ªntesis es de otro orden: junta formas y procesos muy trabajados y un aire aparentemente improvisator¨ªo. Ivo Pogorelich sabe seguir, paso a paso, el pulso de todos y cada uno de los pentagramas e iluminar la legendaria Islamey de Balakirev. M¨¢s que cr¨ªtica, Pogorelich merece leyenda. Estamos frente a un pianista que en cada actuaci¨®n se enfrenta con el m¨¢s dif¨ªcil reto: la superaci¨®n de s¨ª mismo.
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