Dacia Maraini
La convicci¨®n feminista de una autora italiana
Su familia la hizo escritora: lo eran su abuela, su bisabuela y su padre, que era un antrop¨®logo. La vida, adem¨¢s, la hizo feminista y le impuso como obligaci¨®n la escritura: "Fue acaso la perplejidad la que me puso a poner sobre el papel mis memorias, mis impresiones, el miedo". Durante la guerra mundial vivi¨® dos a?os de su infancia en un campo de concentraci¨®n. "Aquella impresi¨®n del horror no se puede borrar jam¨¢s: la muerte estaba delante de m¨ª, y no se pod¨ªa mirar para otro lado". Es Dacia Maraini, una de las grandes escritoras italianas de la posguerra, cuya prudencia personal y cuya calidad literaria han impedido que la historia period¨ªstica cotidiana la despache diciendo que fue uno de los grandes amores de Alberto Moravia.Lo fue. Lo dijo Moravia, y ella tambi¨¦n lo ha dicho. El martes, en Madrid, en el Instituto Italiano de Cultura, donde present¨® su ¨²ltimo libro, La larga vida de Marianna Ucria, con el que gan¨® el pasado a?o el Premio Campiello, uno de los m¨¢s prestigiosos de su pa¨ªs, Dacia Maraini recordaba "aquella hermosa relaci¨®n" a partir de un convencimiento: "Al amor le sucede la amistad, y esa amistad que queda depende siempre de la confianza, de la persistencia en la conversaci¨®n".
Su actitud cuando muri¨® Moravia, sol¨ªcita y solidaria con la familia del famoso novelista, que hab¨ªa sido su amigo hasta la muerte, se vio en Italia y se describi¨® en Espa?a como un gran homenaje de amistad. "Era natural. ?C¨®mo iba a ser de otra manera? El amor se prolonga en afecto, y ¨¦ste llega a ser indestructible si se mantiene la confianza".
Romana de tres d¨¦cadas, esta florentina de ascendencia siciliana e inglesa es, adem¨¢s de novelista, poetisa y ensayista, una de las m¨¢s reconocidas feministas italianas. Dominada por la literatura, piensa que "todo es escritura porque todo es pensamiento". Su infancia terrible, rodeada de la muerte y de la guerra, no la hizo melanc¨®lica, "sino una muchacha vital con una conciencia de la tragedia y con capacidad tambi¨¦n para olvidar la tragedia. Habitualmente, la infancia es el para¨ªso, y toda la vida se vive con nostalgia de ese para¨ªso. Para m¨ª, sin embargo, la infancia es el infierno, y durante toda mi existencia lo, ¨²nico que he hecho es alejarme del infierno". ?Ha tenido ¨¦xito en esa huida? "Digamos que he ido mejorando con los a?os".
La vida le ha hecho ganar "una cierta tranquilidad, pero persiste este sentimiento tr¨¢gico con el cual me dot¨® la infancia y que funciona como una alarma en mi existencia cotidiana". "La tragedia constituye un material muy rico para construir una obra literaria, aunque a veces debo decir que ha sido un instrumento demasiado fuerte, y en ocasiones me he sentido paralizada por su presencia".
El mundo masculino de la literatura la recibi¨® "con mucha sospecha". Venci¨® la reticencia de los otros "con tenacidad y con mi cabeza dura e incluso inconsciente". ?Han cambiado las cosas? "Cuando comenc¨¦ a escribir, las mujeres se avergonzaban de hacerlo y firmaban en muchos casos con nombres supuestos, habitualmente masculinos, o hac¨ªan una literatura asexuada por temor a ser se?aladas seg¨²n su sexo. Ten¨ªan horror y verg¨¹enza por la femineidad. Ahora eso no ocurre, aunque quedan remanentes de esa sospecha masculina: los arquetipos son muy duros y est¨¢n en la cabeza de los hombres de manera muy poderosa. Est¨¢n ah¨ª y son muy dificiles de romper del todo".
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