Manolo Alcal¨¢, un maestro
Ha Muerto una de las raras leyendas del periodismo espa?ol. Manolo Alcal¨¢ era un maestro del periodismo bueno, uno de los ¨²ltimos periodistas de raza, el mejor reportero que jam¨¢s he conocido. Ha muerto, a los 56 a?os, con las botas puestas, como corresponsal en M¨¦xico y Centroam¨¦rica.Recordar la trayectoria profesional, de Manolo Alcal¨¢ es casi un ejercicio de resumir la historia de los ¨²ltimos 30 a?os. Durante ese periodo no ha habido acontecimiento notable en el que Manolo Alcal¨¢ no haya estado presente ni personaje destacado a quien Manolo Alcal¨¢ no haya entrevistado. Desde Ava Gardner, que le dedic¨® un aut¨®grafo en la escayola, hasta Brigitte Bardot, con la que comparti¨® habitaci¨®n de hotel durante toda una noche; desde Moshe Dayan, a quien se le meti¨® en el coche oficial violando la vigilancia de los escoltas, hasta Juan Domingo Per¨®n, que se llev¨® a Manolo a su lado en su regreso triunfal a Buenos Aires; desde The Beatles, a los que, durante toda la entrevista en Radio Madrid, llam¨® repetidamente Los Brincos, hasta Orson Welles, a quien le organiz¨® una capea en la finca de Antonio Bienvenida; desde el arzobispo Makarios, al que hizo desfilar dos veces para mejorar el plano, hasta el general Noriega, que le concedi¨® a Manolo la ¨²ltima entrevista de su gesti¨®n al frente de Panam¨¢.
La lista es inagotable. Podr¨ªamos seguir con la entrevista a Allende inmediatamente antes del golpe; con su reportaje sobre el Che; la cobertura de la Guerra de los Seis D¨ªas; su entrevista a Somoza durante el terremoto de Managua; su trabajo en los primeros a?os de Hora 25; su conversaci¨®n con Luis Bu?uel durante una escala del director en el aeropuerto de Barajas, lo que le cost¨® una buena llamada de atenci¨®n a los componentes del equipo del telediario nocturno de Televisi¨®n Espa?ola en la ¨¦poca de Manuel Mart¨ªn Ferr¨¢n.
Todo lo que se puede hacer en periodismo lo ha hecho Manolo Alcal¨¢. Primero, en el diario Pueblo, a las ¨®rdenes de Emilio Romero; despu¨¦s, en Informaciones, con Jes¨²s de la Serna -el hombre por quien mayor admiraci¨®n profesional y humana me confes¨® durante toda nuestra amistad-; m¨¢s tarde, en Radio Madrid, y por ¨²ltimo, en Televisi¨®n Espa?ola, donde, despu¨¦s de muchos a?os de sentar c¨¢tedra con sus trabajos, tuvo que ser rescatado por Pilar Mir¨® del ostracismo al que le hab¨ªa condenado alguno de los equipos anteriores.
Su amigo y disc¨ªpulo cita hoy este peque?o repertorio de ¨¦xitos profesionales por respeto a Manolo y como homenaje a un colega que ser¨¢ ejemplo de periodismo para generaciones venideras, pero lo que su amigo siente en este instante es la p¨¦rdida del compa?ero de tantos viajes entre M¨¦xico y Managua, del cabezota que se empe?aba en pedir caf¨¦s cortados en El Salvador sabiendo que no le entend¨ªan, del fren¨¦tico comprador que me obligaba en Panam¨¢ a cargar con media docena de camisas mientras esper¨¢bamos el inicio de una manifestaci¨®n, del dormil¨®n que nunca pasaba de la primera p¨¢gina del peri¨®dico, del glot¨®n que se pegaba a los escaparates de las pasteler¨ªas, del coleccionista de cuadros y del fumador de tres paquetes diarios. Siempre recordar¨¦ a Manolo vestido con pantal¨®n corto, dando gritos a las tres de la madrugada en los pasillos de un hotel cualquiera porque se hab¨ªa ido la luz y no iba a tener tiempo de montar su cr¨®nica para el sat¨¦lite de las seis. Cuando por fin lo consegu¨ªa, me despertaba, me invitaba a un caf¨¦ y me dec¨ªa: "Anto?ito, ?te das cuenta de que trabajamos como gilipollas y los que se llevan el dinero son esos gacetilleros que escriben desde su casa en la sierra?".
En uno de esos homenajes tan frecuentes a ilustres periodistas norteamericanos vivos, un colega de una cadena de televisi¨®n de Estados Unidos dec¨ªa estos d¨ªas: "Cuando ¨¦l habla, los dem¨¢s escucharnos". Valga esta frase para dejar sentado que, cuando Manolo Alcal¨¢ trabajaba, los dem¨¢s aprend¨ªamos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.