Los libreros, especie protegida
Las nuevas t¨¦cnicas de venta reordenan el sector de librer¨ªas
La profesi¨®n del librero se ha visto afectada en los ¨²ltimos a?os por una serie de fen¨®menos que ha llevado a estos comercios a aceptar nuevas reglas de juego. En Espa?a los libros se venden tanto en los grandes almacenes como en los quioscos y las librer¨ªas de barrio. El mercado exige una oferta din¨¢mica y el libro se ha convertido en un objeto de consumo, un producto de actualidad. El oficio del librero -la vocaci¨®n- y la propia sociedad han creado nuevos papeles y lugares distintos para esta raza de vendedores que se resiste a desaparecer y que, por el contrario, parece haber generado ramas j¨®venes para su antiguo ¨¢rbol.
Un cartel en el escaparate: "Se necesita aprendiz de 16 a?os". Es una librer¨ªa. Se necesita un aprendiz de librero y se le solicita como quien busca un aprendiz de tendero. Pero no es lo mismo. Un aprendiz de librero puede empezar con tareas similares a las de "un chico para todo", pero si le pica el aguij¨®n de los libros, se puede hacer esclavo voluntario de una profesi¨®n que ofrece tantas satisfacciones como dolores de cabeza."Ayer vino un aprendiz", dice Antonio Ortega. "Le dije: No te quiero ver ah¨ª parado. Lee t¨ªtulos, lee los lomos de los libros una y, otra vez, cambialos de sitio. S¨®lo as¨ª aprender¨¢s de qu¨¦ se trata". Aquel aprendiz no volvi¨® al d¨ªa siguiente. Pero Antonio Ortega, que tiene a su cargo una peque?a librer¨ªa de barrio (P¨¦rgamo), no se preocupa. "Yo empec¨¦ as¨ª, de aprendiz, a los 13 a?os, y ya llevo 24 de profesi¨®n", dice. El cartel es un cebo selectivo y funciona con quien tiene que funcionar.
Pero las librer¨ªas de barrio han encontrado en los ¨²ltimos a?os un fen¨®meno que ha cambiado su funci¨®n comercial y que ha creado una nueva raza de "vendedores de libros". Las librer¨ªas de grandes superficies, en los grandes almacenes y autoservicios, han orientado los servicios de las peque?as librer¨ªas hacia los pedidos especiales de los clientes y los encargos de mediano volumen para instituciones. Las librer¨ªas de grandes superficies son el reflejo de una mercadotecnia directa y agresiva.
Lo principal, las novedades. El mostrador se renueva constantemente y llama al ojo del comprador que puede encontrar a pocos metros comestibles, videos, discos o juguetes.
Premios
"La nuestra es como una librer¨ªa piloto, una librer¨ªa viva", dice Alberto Peralta, ex encargado de la secci¨®n de libros en el Vips y actualmente en la secci¨®n de compras. "Mantenemos los mostradores al d¨ªa, con lo m¨¢s actual. Llamamos a los medios informativos cuando hay un premio importante de literatura, para ofrecer inmediatamente los libros de ese autor. No tenemos un almac¨¦n, ni buscamos libros especiales para los clientes". Sin embargo, y a pesar de vender libros al lado de los que venden pizzas, este empleado de un autoservicio no se siente s¨®lo como tal.
"Yo me siento librero", dice. "Se trata de unir el cari?o al mostrador con las t¨¦cnicas de mercadotecnia". Sin embargo, en estas grandes superficies los libreros no tienen mucho tiempo para sentirse como tales por los frecuentes cambios de secci¨®n a los que se ven sujetos.
Pero el mercado del libro ha encontrado tambi¨¦n c¨®mo beneficiarse de otros adelantos de nuestro tiempo. La librer¨ªa especializada vive un auge silencioso. La librer¨ªa cient¨ªfica D¨ªaz de Santos, por ejemplo, no cambia con frecuencia los libros en los mostradores, no recibe multitud de clientes e incluso tiene un escaparate bastante anticuado y poco atractivo. Sin embargo, tiene un volumen de ventas entre los m¨¢s altos del pa¨ªs. Su t¨¦cnica: la venta por cat¨¢logo y por suscripci¨®n. Tienen un ordenador con un ampl¨ªsimo cat¨¢logo de obras cient¨ªficas no s¨®lo publicadas en Espa?a, sino actualizado con los ¨²ltimos t¨ªtulos en diferentes especializades en varios idiomas.
Est¨¢n conectados directamente con una serie de instituciones, universidades y grandes empresas que hacen directamente sus pedidos. "M¨¢s del 80% de nuestras ventas se hacen por suscripci¨®n", comenta Juli¨¢n Mart¨ªn. "S¨®lo el 10 a 15% de las ventas son al contado". "Lo importante es que cada especialidad tenga una buena selecci¨®n de t¨ªtulos, y nuestra atenci¨®n al cliente es muy personal y esmerada. Pero tambi¨¦n bombardeamos a los clientes y otros profesionales (clientes potenciales) con folletos y cat¨¢logos. En alg¨²n momento necesitar¨¢n algo que les ofrecemos".
Frente a estos m¨¦todos de venta que pretenden tener al cliente al d¨ªa, se encuentra como una capilla, o como un monumento tallado en otra materia, la librer¨ªa del bibli¨®filo. Entrar en una es como poner el pie dentro de un museo, dentro de una joyer¨ªa para iniciados. Hay dos sobrios y elegantes sillones, peque?os, junto a una mesita y las paredes est¨¢n totalmente tapizadas por libros encuadernados, con los lomos sobados durante siglos. Uno cree percibir en el olor que despiden la devoci¨®n con la que esos libros han sido acariciados por los herederos de la rara perversi¨®n de la bibliofilia.
Elitista
"A nosotros no nos ha afectado en lo absoluto la aparici¨®n de las librer¨ªas de grandes superficies", dice Luis Bard¨®n, el librero-anticuario, con una cierta sonrisa despectiva y orgullosa. "Lo nuestro es un negocio elitista con poqu¨ªsimos clientes. Los libreros para bibli¨®filos son distintos. Para nosotros es una obligaci¨®n saber qu¨¦ hacer cuando un cliente pide algo de poes¨ªa francesa del XVII o si el autor que busca el cliente es un m¨¦dico del XVV.
Pertenece a la tercera generaci¨®n de libreros en su familia, pero afirma que no es una raza en peligro de extinci¨®n. "Por el contrario, cada d¨ªa hay m¨¢s bibli¨®filos en Espa?a", dice. "Ahora los profesionales son m¨¢s cultos y tienen m¨¢s dinero, y pueden darse un capricho o un lujo".
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