Espa?a se clasifica para las semifinales
ENVIADO ESPECIALTercera estaci¨®n del viacrucis romano. El equipo espa?ol se clasifica para las semifinales y lo hace de puntillas y por la puerta peque?a. Se ha conseguido el primer objetivo -que se intentar¨¢ rentabilizar al m¨¢ximo- pero cada d¨ªa que pasa resulta m¨¢s complicado comulgar con ruedas de molino, sobre todo en una ciudad catalogada como santa. Espa?a gana, pero elige caminos tortuosos, sombr¨ªos, llenos de baches causados por ellos mismos m¨¢s que por la habilidad de los contrarios. El encuentro frente a Polonia no pudo ser una excepci¨®n en la ya larga penitencia que sufrimos, en parte originada por pecados anteriores.
Con or¨ªgenes m¨¢s cercanos a la psicolog¨ªa que a la pura ciencia deportiva, Espa?a no consigue rendir acorde con su calidad. Mientras sus adversarios juegan relajados, sueltos, alegres, en el equipo espa?ol domina la tensi¨®n no exenta de cierta crispaci¨®n. Poco importa la val¨ªa del adversario o la importancia del encuentro. Los cientos de partidos disputados por los jugadores espa?oles se diluyen en cuanto el ¨¢rbitro tira el bal¨®n al aire y en una curiosa transformaci¨®n se convierten en temerosos aprendices que dif¨ªcilmente pueden llegar a controlar sus acciones y emociones.
Atenazados, pasan de cazadores a cazados, de martillos a yunques. De forma masoquista se complican la vida innecesariamente insistiendo en conceder ventajas en los inicios de partido, que aumentan la inseguridad y falta de control. Carentes de l¨ªder natural, no existe un jugador designado y destinado a aglutinar esfuerzos y as¨ª poder cambiar el rumbo de los acontecimientos, y ¨¦ste tiene que salir por ciencia infusa. Hasta ahora, Cargol est¨¢ desarrollando este papel, a pesar de aparecer en pista como el Guadiana.
El jugador madridista est¨¢ siendo el encargado de poner el punto diferencial en el juego espa?ol. Frente a Bulgaria hizo de refrigerador para enfriar la hirviente mu?eca de M. Ladenov, y ayer quit¨® el freno de mano a la hasta ese momento lenta maquinaria hispana, para que se pudiesen realizar 10 minutos en el segundo tiempo del m¨¢s genuino estilo espa?ol. Rebote -muy bien Mart¨ªn y Andreu-, bal¨®n al base, dos aleros corriendo y f¨¢cil canasta. Por ah¨ª se gan¨® el partido.
Porque la otra opci¨®n ofensiva, el ataque est¨¢tico, sigue siendo cosa de brujas. Polonia plante¨® una zona de acople que no pudo ser resuelta con solvencia durante todo el encuentro. Ausentes los tiradores de distancia -Villacampa, 6 puntos; Epi, 8, y entre Ant¨²nez y Jofresa, 10-, no quedaba otro remedio que intentar meterse hasta la cocina, zona habitualmente muy concurrida y de dif¨ªcil tr¨¢nsito sobre todo para los peque?os.
Por suerte, las bater¨ªas del equipo polaco no eran alcalinas como las b¨²lgaras, y acabaron por agotarse. Zelig, veterano en mil batallas, Zielinski y Duda no pudieron cargar durante 40 minutos con todo el equipo, y la lozan¨ªa f¨ªsica del quinteto Ant¨²nez, Villacampa, Cargol, Mart¨ªn y Andreu pudo romper el partido.
Con el partido visto para sentencia (63-53, minuto 12 de la reanudaci¨®n, y los polacos cuesta abajo), Espa?a volvi¨® a dejar pasar la oportunidad de, como mal menor, terminar tranquilamente el encuentro, dejar buen sabor -importante cuesti¨®n de imagen- y de paso aumentar su autoestima. Tampoco estaban los hados por la labor.
Italia-Espa?a y Yugoslavia-Francia ser¨¢n las semifinales. Francia se clasific¨® a pesar de su derrota ante Grecia (93-81) que necesitaba ganar por m¨¢s de 17 puntos.
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