?Berl¨ªn? Berl¨ªn

( ... ) En la discusi¨®n sobre la capitalidad alemana hubo argumentos aut¨¦nticos y falsos, argumentos correctos y supuestamente correctos. Quienes defend¨ªan Bonn tuvieron en el parlamentario Heiner Geissler un caballo de Troya. Alguien que recomendaba con total seriedad la separaci¨®n de Gobierno y Parlamento debilitaba la causa por la que luchaba. Horst Ehrnke, perteneciente al lobby pro Bonn, sac¨® a colaci¨®n, por razones inescrutables, los territorios perdidos del Este, y se volvi¨® ( ... ) contra su anterior jefe, Willy Brandt. ?ste, por su parte, come-debate a Vichy y Par¨ªs. ( ... ) El debate no siempre fue refinado; hemos vuelto a o¨ªr las consabidas muletillas, "fuller¨ªa", "bajeza", "absurido". ( ... )?Es ¨¦ste el "elevado mvel" tan celebrado por todos? Sin duda. Aqu¨ª no funcionaba la conocida m¨¢quina de votaciones, sino un Parlamento en su elemento m¨¢s pr¨ªstino ( ... ), en el que, adem¨¢s, se discut¨ªa en parte una cuesti¨®n generacional. ?Podr¨ªa alguien que nunca ha estado en Berl¨ªn decidirse en contra de la familiar Bonn? ?Y qu¨¦ decir de la "profunda dimensi¨®n hist¨®rica", tan tra¨ªda y llevada? Pues bien, existe. ( ... )

Hemos dejado de ser un Estado nacional patri¨®tico, "orgulloso de nuestro pa¨ªs", como franceses, ingleses y americanos. (.. .) No despreciamos nuestra bandera, pero s¨®lo la enarbolaremos en caso de necesidad.

, 29 de junio