El hombre seg¨²n Lefebvre
El pasado s¨¢bado 29 de junio falleci¨® a los 90 a?os en un hospital de Pau (Francia), Henri Lefebvre. El epitafio de Henri Lefebvre dice "marxista-leninista". Es una referencia demasiado f¨¢cil para quitarse de encima un pensador infinitamente m¨¢s complejo. Miembro del Partido Comunista Franc¨¦s, fue excluido del mismo en 1958 y posteriormente acusado de ser el "jefe del revisionismo internacional", sobre todo por su libro Problemas del marxismo, donde describ¨ªa como principal enemigo al dogmatismo. Un hombre de pensamiento vivo no pod¨ªa estar esclerotizado.
En realidad, la evoluci¨®n fue la del partido franc¨¦s y la del comunismo internacional: Henri Lefebvre fue siempre cr¨ªtico, discutidor y fant¨¢stico, tan fant¨¢stico que en su Contribuci¨®n a la est¨¦tica puso como exordio una larga cita de Marx que se hab¨ªa inventado para conseguir la anuencia del PCF. Las prohibiciones y las persecuciones le acompa?aron siempre: todos sus libros publicados hasta 1939 fueron incautados y destruidos: por el Gobierno fascista de Daladier, por la destrucci¨®n de su propio editor y por la que llevaron a cabo los alemanes en la famosa lista Otto (hab¨ªa entre ellos un an¨¢lisis de Hitler y el nazismo, y una cr¨ªtica de Nietzsche). Cuando se crey¨® en libertad comenz¨® a preparar la que deb¨ªa ser la obra magna de su vida, el Tratado del materialismo dial¨¦ctico en ocho volumenes: no lleg¨® a salir m¨¢s que uno, sometido en parte por la cr¨ªtica del partido, del que le impresionaba " el inmenso aparato de autoridad, prestigio y propaganda" -es decir, que desde siempre vio su instrumentalidad, su capacidad de servicio para las ideas- y en parte por la cr¨ªtica de s¨ª mismo.Porque podr¨ªa decirse de Lefebvre que era, en realidad, un fil¨®sofo de aquellos que atienden su propia voz interior y dialogan consigo mismos en tanto que humanistas; que hab¨ªa adoptado el marxismo como interlocutor para el di¨¢logo y como marco para pensar sin permitirse la huida anarquista; ten¨ªa una sana tendencia, y podr¨ªa decirse que la comenz¨® con la adhesi¨®n al surrealismo, y con la participaci¨®n en los grandes debates suscitados por ¨¦l a finales de los a?os veinte. Cre¨ªa que participar era aprender teor¨ªa; luchar al lado de los surrealistas pod¨ªa serlo, y hacer se proletario, como un antecesor de los sacerdotes-obreros, participando en la vida obrera cuan do ya era polit¨¦cnico y licenciado en derecho, deb¨ªa ser para ¨¦l el preludio del comunismo.
Estaba en su teor¨ªa continua: el marxismo era algo ."vivo", desarrollado al mismo tiempo que el mundo moderno y, por tanto, lleno de contradicciones. Unas contradicciones naturalmente deseables, porque de ellas deb¨ªa salir una dial¨¦ctica vivificadora: siempre que se atendiese al verdadero Marx. No como un gran muerto, no como la cabezota de piedra del cementerio de Londres, sino como el autor de un sistema en el que caben todas las verdades, de forma que "la verdad es siempre m¨¢s importante que el dogma". La importancia de Marx ser¨ªa, sobre todo, la de haber sellado la muerte de la filosof¨ªa y la de haber comenzado la era de la praxis.
Vida cotidiana
Lo que Marx hab¨ªa elegido como c¨¦lula primaria de su pensamiento, como grano de arena sobre el que iba a tejerse su pensamiento era "el hombre total", que aparecer¨ªa en la base del libro de Lefebvre Cr¨ªtica de la vida cotidiana y luego en su Introducci¨®n a la modernidad, de 1952. La vida cotidiana ser¨ªa "la regi¨®n de la apropiaci¨®n por el hombre no tanto de la naturaleza exterior como de su propia naturaleza ", como zona de demarcaci¨®n y de uni¨®n entre el "sector dominado" de la vida y el sector "no dominado"; como regi¨®n donde los "bienes se confrontan m¨¢s o menos transformados en deseos".
Como "hombre total", Lefebvre citaba ¨²nicamente a Leonardo da Vinci y a Goethe: lo dem¨¢s era un sue?o sin conseguir jam¨¢s, lo cual no quer¨ªa decir que fuese imp9sible. "Se trata" explicaba, "de una noci¨®n esencialmente realista y concreta, aunque para definirla haga falta un an¨¢lisis serio y minucioso y una toma de conciencia de las posibilidades actuales del ser humano". Si la metaf¨ªsica hab¨ªa dosificado la naturaleza del hombre -la naturaleza con sus leyes; el hombre con su libertad-, Marx demostr¨® que hay entre los dos una unidad: el hombre lucha contra la naturaleza, pero sin separarse de ella> y se transforma transformando la naturaleza. Marx habla de la "apropiaci¨®n" por el hombre de la naturaleza (y de su propia naturaleza). Pero este aspecto de] "hombre total" se rompe a lo largo de la histor¨ªa: actividades y poderes distintos ocurren a cada individuo, y esas actividades llegar a separarse y a ignorarse reciprocamente. Hacia 1948 levantaba un cat¨¢logo de algunas alienaciones, siguiendo el pensamiento que rebuscaba en Marx: la soledad y el sentimiento de la soledad; la vida de las masas en la que el hombre pierde su individualidad, y por tanto la libertad, y son oprimidos e indiferenciados; el poder del dinero, porque ¨¦ste toma el aspecto o la apariencia de una realidad independiente, de una potencia exterior al hombre, y simplifica todas las necesidades en una (la del dinero); y la alienaci¨®n de que las posibilidades de la t¨¦cnica y del poder del hombre sobre la naturaleza se vayan a producir en un tiempo "que es precisamente el de los grandes dolores, de las crisis, de las guerras; y tambi¨¦n el tiempo en el que se llega, en las formas de la cultura, del arte, de la literatura, a la abyeccci¨®n".
Escarbando en Marx, y poco en Lenin (aunque tenga un libro titulado Para comprender el pensamiento de Lenin, 1957), observando, leyendo incesantemente, Lefebvre constituy¨® este mundo de pensamiento que no gust¨® a los marxistas, aunque se le meta ahora en ese sudario. Fue un hombre imaginativo y creador, dentro de esa desaz¨®n por la busca de la verdad, y escribi¨® sobre temas muy diversos, dotado de una curiosidad universal; Rabelais, Diderot o Musset fueron estudiados en su biograf¨ªa y en su obra por ¨¦l, sin dejar de ser jam¨¢s ¨¦l mismo.
Babelia
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