C¨®mo nos hicimos blancos
"Y siendo esto as¨ª, bien puedes comprender -?oh, Leopoldo!-, si es que conoces las costumbres y naturaleza de una y otra gente, que con perfecto derecho los espa?oles imperan sobre estos b¨¢rbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan inferiores a los espa?oles como los ni?os a los adultos y las mujeres a los varones... " (Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, Juan Gin¨¦s de Sep¨²lveda, editorial Fondo de Cultura Econ¨®mica, M¨¦xico).En junio de 1990 aconteci¨® en Ecuador un gran levantamiento ind¨ªgena: el pa¨ªs entero estuvo paralizado durante 10 d¨ªas, alborotado durante m¨¢s de un mes. En el imaginario colectivo de los blanco-mestizos volvieron a aflorar los cerros cubiertos al amanecer de ponchos rojos, el retumbar de cachos, pitos y bocinas... ?Los indios alzados!
Al mismo tiempo que los indios de Ecuador, enarbolando la bandera arco iris del Tawantisuyu (nombre del imperio inca) y de Tupac Amaru (caudillo de la mayor rebeli¨®n ind¨ªgena en los Andes, a fines del siglo XVIII), celebraban en¨¦rgicamente los 500 a?os de resistencia ind¨ªgena a la invasi¨®n, llegaban a Madrid ciertas personalidades ecuatorianas invitadas a la Semana de Ecuador, en el marco de la celebraci¨®n del V Centenario de lo que aqu¨ª se llama el descubrimiento de Am¨¦rica. Asist¨ª a la recepci¨®n ofrecida por la embajada sin saber nada todav¨ªa del levantamiento. Fue d¨ªas despu¨¦s, al recibir una carta de Quito, cuando me enter¨¦. Ca¨ª en la cuenta entonces de que la llegada a Madrid de aquellas personalidades coincid¨ªa, y me qued¨¦ at¨®nita al recordar... el m¨¢s absoluto silencio al respecto. Al punto invent¨¦ una escena sim¨¦trica: por ejemplo, una recepci¨®n en la Embajada de Francia en Quito, pongamos, en mayo de 1968. ?Era imaginable, siquiera probable, que todas las conversaciones no girasen alrededor de los acontecimientos parisienses y que los reci¨¦n llegados hubieran tenido alg¨²n respiro entre el acoso de preguntas?
?Y c¨®mo explicar la total discreci¨®n de la prensa espa?ola? ?Indiferencia? ?Autocensura? ?Mala conciencia? ?Vieja pr¨¢ctica de solidaridad entre criollos y espa?oles cuando de indios se trata?
He visto ocho horas aproximadamente de documentos filmados del levantamiento: escenas sorprendentes.
En una comuna de Chimborazo, un destacamento del Ej¨¦rcito dispara. Cae un joven comunero. Las mujeres rodean entonces a los soldados y los van arreando, como lo hacen todos los d¨ªas con el ganado, hasta dejarles en la puerta del cuartel, "a devolver sus borregos al presidente Borja", en palabras de una de ellas. Tres horas de caminata bajando los cerros.
La gran plaza del mercado de Latacunga, capital de la provincia de Cotopaxi, colmada: decenas de miles de ind¨ªgenas m¨¢s un buen n¨²mero de mestizos. En la tribuna, un dirigente ind¨ªgena local lee, uno por uno, los reclamos presentados a las autoridades de la provincia: -la gobernadora, el intendente de' polic¨ªa, la directora del Registro Civil, sentados, los ojos protegidos por gafas oscuras, inc¨®modos y hechos los s¨ªmp¨¢ticos... En la plaza, caras atentas, serias, de repente Iluminadas por una risa abierta y alegre. El pregonero, animado por el ambiente, se lanza a recrear diversas situaciones habituales de las oficinas del Registro Civil o de la comisar¨ªa de polic¨ªa, con sus personajes, gestualidad y lenguaje. En la plaza estallan carcajadas, en los rostros alternan j¨²bilo y tensi¨®n por recuerdos de escozores y humillaciones. En la tribuna, una cierta mala conciencia, mezclada con risa contenida, pues es dif¨ªcil resistir la gracia del actor improvisado. Ahora, el documento est¨¢ presentado para que lo firmen las autoridades: momento de tirantez, el silencio es total: ?firmar¨¢?, ?no firmar¨¢? Primero, la gobernadora... firm¨®. Luego, el intendente de polic¨ªa... firm¨®. Casi se siente un hondo suspiro subir de la plaza. Ya le toca a la directora del Registro Civil, autoridad menor; claro que va a firmar, y firma. Ya est¨¢.
Las instituciones jur¨ªdicas espa?olas reconoc¨ªan expl¨ªcitamente la situaci¨®n colonial: las Indias Occidentales estuvieron conformadas por dos rep¨²blicas: la una, de indios, y la otra, de espa?oles, divididas en virreinatos y reales audiencias, bajo jurisdicci¨®n central de la monarqu¨ªa espa?ola. La igualdad, ?hace falta recordarlo?, no fue precisamente lo que rigi¨® las relaciones entre ambas rep¨²blicas: se trat¨® de implementar, desarrollar y consolidar la dominaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica, cultural de la segunda sobre la primera.
Las constituciones alumbradas para dar su cuerpo jur¨ªdico a las flamantes rep¨²blicas suramericanas, al decretar a los ciudadanos libres e iguales entre s¨ª, expulsaron a la rep¨²blica de indios del cuerpo jur¨ªdico. Mutis por el foro: los indios desaparecieron del escenario, es decir, del conjunto de representaciones que constituyen el andamiaje simb¨®lico de la naci¨®n. De la realidad, obviamente, no desaparecieron.
El levantamiento de junio de 1990, sin lugar a dudas, reivindica, afirma y demuestra pr¨®tagonismo pol¨ªtico, jur¨ªdico y simb¨®lico por parte de la poblaci¨®n ind¨ªgena como tal, lo que sacudi¨® y sigue sacudiendo hondamente la sociedad ecuatoriana en su conjunto.
El 7 de junio, el presidente de la Rep¨²blica, Rodrigo Borja, hace una declaraci¨®n a la naci¨®n: "El Ecuador tiene pocos constructores de obra, pero tiene demasiados agitadores sin conciencia de patria, sin sentimiento de nacionalidad, que pretenden dividir al pa¨ªs ( ...). En 500 a?os, tanto en la ¨¦poca republicana como en la colonial, ninguna Administraci¨®n ha hecho tanto por resolver los problemas de las comunidades abor¨ªgenes como se ha hecho en mi Gobierno. En cinco siglos nadie les ha tratado corno seres humanos, como ecuatorianos con los mismos derechos y obligaciones ( ... ). Por esto me parece injusto que hoy se hagan movimientos violentos, manipulados por agitadores ( ... ), para turbar la paz del pa¨ªs, en estos momentos en que nos acercamos a una con?tienda electoral" (subrayados, m¨ªos).
Es dificil ser m¨¢s expl¨ªcito: el presidente de la Rep¨²blica asume sin vacilaci¨®n alguna la d¨ªvisi¨®n entre civilizados, aquellos que participan del majestuoso desenvolvimiento de la democracia, y los salvajes, los irracionales: la contienda electoral contra movimientos violentos manipulados por agitadores. Los extirpadores de idolatr¨ªa coloniales y los liberales republicanos coinciden: es preciso desindianizar (A. Guerrero: La sem¨¢ntica de la dominaci¨®n, el concertaje de indios, Ediciones Libri Mundi, Quito, 1991).
El 23 de agosto, la Confederaci¨®n de Nacionalidades Ind¨ªgenas del Ecuador (Conaie) obtiene, por fin, audiencia del presidente de la Rep¨²blica para discutir los puntos expuestos en un documento que, en sustancia, plantea la creaci¨®n de territorios con autonom¨ªa, autodeterminaci¨®n y autogobierno para los pueblos ind¨ªgenas. La propuesta est¨¢ sometida a "suscripci¨®n entre el. Estado ecuatoriano y los pueblos quichua, shiwiar y achuar, cuyos representantes a continuaci¨®n firmamos". El presidente de la Rep¨²blica, fiel a 200 a?os de Estado republicano blanco y centralista, declara el documento inaceptable en su fondo (las autonom¨ªas) y en su forma (tratado entre el Estado ecuatoriano y los pueblos indios), lanz¨¢ndose a una perorata sobre la inviolabilidad del territorio nacional y la unicidad del Estado. El m¨¢ximo dirigente de la Conaie, Luis Macas, se levanta entonces, diciendo: "Se?or presidente, nosotros venimos a dialogar con usted, no a recibir una clase magistral de Derecho Constitucional" (Luis Macas es saraguro y doctor en Derecho de la PUCE de Quito. Un p¨¢rroco del Chimborazo presente en dicha reuni¨®n me inform¨® de esta declaraci¨®n).
La prensa nacional, escrita, hablada y televisada, refleja perfectamente c¨®mo funciona la solidaridad ¨¦tnica entre los blancos: dejando a un lado las famosas contiendas electorales, Fuerzas Armadas, terratenientes, burgues¨ªa industrial y financiera aplauden sin restricciones la actuaci¨®n presidencial. Editoriales y declaraciones abundan, variaciones todas sobre un mismo tema: dividir la naci¨®n es lo que quieren los indios; ya se sabe lo que son: nuestros enemigos.
A su vez, del 17 al 21 de julio se celebra en Quito el Encuentro Continental del Pueblo Ind¨ªgena. Diario Hoy.- "M¨¢s de 300 delegados del continente americano se dan cita en Quito. Con sus t¨ªpicas vestimentas, rostros cobrizos, unos reservados y otros altivos, las delegaciones de Bolivia, Per¨²,. Rep¨²blica Dominicana, El Salvador, Nicaragua, Chile, Colombia, Canad¨¢, Estados Unidos y M¨¦xico...". El Comercio.- "Ritual ind¨ªgena. Los l¨ªderes campesinos que asisten en Quito a un encuentro continental ind¨ªgena cumplieron una curiosa ceremonia de invocaci¨®n a sus dioses ( ... ). En sus dialectos originales, expresaron buenos deseos y anhelos por alcanzar una vida mejor" (subrayados, m¨ªos).
Alejado el peligro, los periodistas retoman sus viejos reflejos y los indios vuelven a ocupar el lugar que les corresponde en la prensa nacional, aquel del folclor.
Es una buena ilustraci¨®n de la inconsistencia de la actitud blanco-mestiza para con los ind¨ªgenas: cuando los indios recalcan su diferencia y los derechos que conlleva, se les acusa inmediatamente de ?esa patria y se blande el discurso de la integraci¨®n; pero esa integraci¨®n no es viable, sistem¨¢ticamente negada a todos los niveles de una sociedad, en este caso la ecuatoriana, que se fundamenta precisamente en el ejercicio cotidiano de su dominaci¨®n econ¨®mica, social, cultural y ¨¦tnico: si desaparece el otro, ?qu¨¦ ser¨¢ de nosotros?
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