Elecciones en Polonia
POR FIN, Lech Walesa, presidente electo de Polonia, cumpliendo lo que la Constituci¨®n ordena, convoc¨® las elecciones generales para el 27 de octubre, aceptando asi la Ley Electoral votada por el Parlamento. Es una noticia tranquilizadora; en el entorno presidencial se tem¨ªa por una actitud menos constitucional. Queda, pues, zanjada la batalla sobre la Ley Electoral, que enfrent¨® durante meses a Walesa y al Parlamento. ?ste ha cedido en un punto importante: acept¨® que las iglesias puedan ser utilizadas en la campa?a electoral. En cambio, el criterio del Parlamento se ha impuesto en otros puntos, y concretamente en el sistema de voto: no ser¨¢ simplemente por lista, como quer¨ªa Walesa, sino que los polacos deber¨¢n indicar en la lista los nombres por los que desean votar.En el trasfondo de la pelea sobre la Ley Electoral se perfilan dos actitudes distintas ante el sistema pol¨ªtico que debe regir el pa¨ªs. Walesa se inclina de manera cada vez m¨¢s abierta a favor de m¨¦todos autoritarios. Por ello, y ante un gran vac¨ªo de personas conocidas dispuestas a apoyar sus posiciones, prefer¨ªa una campa?a populista basada en definiciones vagas. Hoy, las personalidades m¨¢s prestigiosas por su papel en la resistencia a la dictadura comunista, como Geremek, Michnik, Kuron, y los principales nombres de la cultura est¨¢n en el partido Uni¨®n Democr¨¢tica, dirigido por el ex primer ministro Mazowiecki. Contra ellos lanza Walesa constantes ataques, acus¨¢ndoles de ser intelectuales que se olvidan de los intereses nacionales. A pesar de lo cual, dicho partido est¨¢ en cabeza en los sondeos. Los grupos que apoyan a Walesa quieren revitalizar los comit¨¦s c¨ªvicos de Solidaridad, creando as¨ª un movimiento de opini¨®n basado en la personalidad del presidente. Tal movimiento ser¨ªa un est¨ªmulo al cada vez menos disimulado autoritarismo de Walesa. Es significativa su reciente afirmaci¨®n de que pod¨ªa escoger "entre democracia, pluralismo... o algo menos de democracia". La disyuntiva de las elecciones del 27 de octubre es seria: un ¨¦xito rotundo de los partidarios de Walesa aumentar¨ªa las posibilidades de los recortes democr¨¢ticos.
Esas elecciones ser¨¢n las primeras realmente libres desde la II Guerra Mundial. El actual Parlamento fue elegido mediante un pacto con el partido comunista -entonces en el poder- que le aseguraba un tercio de los esca?os. Las elecciones presidenciales de noviembre de 1990 dieron lugar al curioso fen¨®meno Tyminski: un aventurero que logr¨® el 25% de los sufragios en la primera vuelta y oblig¨® a todas las personas sensatas a votar por Walesa en la segunda. Las fuerzas pol¨ªticas no han tenido, pues, una posibilidad real de medir su influencia entre el electorado.
Otro factor esencial a tener en cuenta es que los problemas econ¨®micos, cuando se agrava la crisis y crece el paro, tendr¨¢n un peso decisivo en la opci¨®n de los electores. En el ¨²ltimo periodo se han producido huelgas en servicios p¨²blicos y en empresas estatales. El paso a la econom¨ªa de mercado est¨¢ resultando m¨¢s lento y costoso de lo que se hab¨ªa previsto. Ello coloca a Walesa en la cuerda floja: como presidente, le es dif¨ªcil oponerse a la pol¨ªtica de su Gobierno, pero las campa?as populistas de sus partidarios especulan de manera irresponsable con el descontento popular. Muchas cosas pueden pasar en los cuatro meses que faltan para las elecciones. Ser¨ªa conveniente para el futuro polaco que el debate se desarrollase en un clima de racionalidad. Los partidos no pueden rehuir pronunciarse sobre el ritmo de la reforma econ¨®mica, sobre la conveniencia de que ¨¦sta sea m¨¢s sensible ante situaciones angustiosas sufridas por amplios sectores de la poblaci¨®n. Pero si la demagogia se desata en tomo a estos temas, cabe temer que la campa?a electoral sea fatal para los avances que Polonia ha hecho hacia una econom¨ªa m¨¢s estable.
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