"El jazz europeo no tiene por qu¨¦ sonar como el americano"
El saxofonista noruego est¨¢ considerado como uno de los artistas m¨¢s representativos de la filosof¨ªa del sello discogr¨¢fico alem¨¢n ECM, nacido a finales de los a?os sesenta con la intenci¨®n de buscar una alternativa al jazz t¨ªpicamente norteamericano. Manfred Eicher, due?o de la etiqueta, pretend¨ªa crear un sonido refinado y sutil, de clara identidad europea, que ocupara el espacio contiguo al del silencio. Garbarek, uno de los primeros en grabar bajo sus auspicios, sigue compartiendo, 20 a?os despu¨¦s de su primera experiencia con Elcher, los mismos credos musicales que le han convertido en una de las voces m¨¢s personales de la escena mundial.Confiesa que siendo adolescente no estaba particularmente interesado en la m¨²sica. Parad¨®jicamente, fue un jazzman norteamericano quien primero le llam¨® la atenci¨®n. "Sol¨ªa escuchar en la radio rock and roll hasta que un d¨ªa de 1961 o¨ª a John Coltrane. Qued¨¦ tan fascinado que decid¨ª hacer todo lo que ¨¦l hac¨ªa; por ¨¦l me acerqu¨¦ al jazz, por ¨¦l escog¨ª el saxo tenor, y bajo su influencia me interes¨¦ por la m¨²sica hind¨². Lo que realmente me cautivaba era el intercambio espiritual entre los miembros de su cuarteto. Me dediqu¨¦ a imitar su sonido y a reproducir su fraseo, pero me di cuenta de que as¨ª nunca progresar¨ªa realmente, y tom¨¦la determinaci¨®n de desechar todo lo que no fuera exclusivamente m¨ªo. Al Final de este proceso me qued¨¦ con tan poca cosa que tuve que partir pr¨¢cticamente de cero".
Con 18 a?os, Garbarek entr¨® en la orquesta del compositor y pianista norteamericano George Russell, otra influencia determinante que puso m¨¦todo donde s¨®lo hab¨ªa intuici¨®n. A partir de entonces todo se desarroll¨® con rapidez.
Colaboraciones
Trabaj¨® ocasionalmente con m¨²sicos como Chick Corea o Don Cherry y form¨® sus primeros grupos. "Yo ten¨ªa algunas cintas que no consegu¨ªa editar en Noruega. Con motivo de un festival de jazz en Bolonia se las mostr¨¦ a Manfred Eicher; no me prometi¨® nada en ese momento, pero me llam¨® tres meses despu¨¦s y me pidi¨® que localizara ingenieros y estudios para grabar un disco". Fue el inicio de tres historias paralelas; la de ECM, la de los famosos estudios Rairibow de Oslo y la propia de Jan Garbarek. Los siguientes cap¨ªtulos relatan multitud de colaboraciones; la m¨¢s c¨¦lebre, junto a Keith Jarrett. "Nos entendimos r¨¢pidamente. Le conoc¨ª en 1966, cuando pertenec¨ªa al cuarteto de Charles Lloyd; volv¨ª a verle varias veces, pero no recuerdo exactamentec¨®mo surgi¨® la idea de tocar j untos. De cualquier manera, se cre¨® desde el primer instante un sentimiento de colaboraci¨®n espont¨¢neo que me influenci¨® poderosarnente".
El mismo esp¨ªritu cooperativo alumbra sus ¨²ltimas formaciones, en las que procura equilibrar sus ra¨ªces n¨®rdicas con la inclusi¨®n de m¨²sicos, fundamentalmente percusionistas, procedentes de tierras m¨¢s c¨¢lidas. "No me interesan los m¨²sicos europeos que intentan sonar tan negro como los americanos; preFiero los que construyen su estilo de acuerdo con sus culturas".
Garbarek dice que recibe muchas cintas grabadas por instrumentistasi¨®venes: "Pueden tocar con maestr¨ªa cualquier cosa, pero creo que para llegar a ser un m¨²sico completo no es suficiente tener destreza t¨¦cnica, sino que, adem¨¢s, hay que optar por un camino concreto, por una aproximaci¨®n est¨¦tica clara. Pueden hacerlo porque lo tienen todo a su favor: la tecnolog¨ªa, las facilidades para educarse correctamente y una industria discogr¨¢fica m¨¢s atenta con los nuevos valores que en el pasado".
"SI aprovechan todas estas ventajas", dice, "pueden reunir grupos de gustos compartidos y aspirar a expresarse sin trabas. Esto mismo es lo que vengo haciendo desde hace tiempo y puedo asegurar que es sumamente gratificante".
Babelia
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