Ricos y pobres
UN NUEVO consenso acerca de los factores que han de impulsar el desarrollo de los pa¨ªses del Tercer Mundo se pone de manifiesto en el ¨²ltimo informe del Banco Mundial, sin duda uno de los m¨¢s ambiciosos en sus prescripciones. La inversi¨®n en capital humano y la liberalizaci¨®n de los mercados constituyen los dos pilares sobre los que se asienta el conjunto de recomendaciones a las 60 econom¨ªas en desarrollo analizadas. La atenci¨®n al primero de esos cap¨ªtulos se ha de materializar en un mayor gasto en educaci¨®n primaria, en sanidad y nutrici¨®n. La mejora del esp¨ªritu empresarial y la liberalizaci¨®n de los mercados, por su parte, se ha de poner de manifiesto en una menor intervenci¨®n p¨²blica en la fijaci¨®n de los precios y en un mayor grado de apertura de los mercados dom¨¦sticos al comercio internacional. Complementariamente, los Gobiernos deber¨¢n garantizar una firme pol¨ªtica macroecon¨®mica, con especial atenci¨®n al mantenimiento de reducidos d¨¦ficit presupuestarios y al control de la inflaci¨®n, con el fin de hacer posible la generaci¨®n de incentivos al ahorro y a la inversi¨®n.Sin que tales recomendaciones puedan considerarse novedosas, es necesario destacar la importancia que en el informe de este a?o se otorga a la educaci¨®n como factor de crecimiento econ¨®mico a trav¨¦s de las mejoras de productividad de esas econom¨ªas. Como se destaca en el informe, aquellos pa¨ªses que intensificaron su inversi¨®n en educaci¨®n y eliminaron al mismo tiempo las distorsiones sobre sus econom¨ªas han mantenido una tasa de crecimiento anual del 5,5% entre 1965 y 1987, significativamente superior a la de aquellos otros entre cuyas prioridades no figuraban esas dos actuaciones. En la actualidad, una cuarta parte de las econom¨ªas del conjunto de los pa¨ªses del Tercer Mundo re¨²ne peores condiciones que hace 30 a?os.
La eliminaci¨®n de esas distorsiones introducidas por los Gobiernos en el funcionamiento de las econom¨ªas y la consiguiente reconciliaci¨®n con el mercado no ha de excluir las actuaciones p¨²blicas en las ¨¢reas de educaci¨®n, salud e infraestructuras. El reconocimiento de funciones tales constituye otro punto de diferenciaci¨®n de este informe respecto a otros m¨¢s conservadores puestos de manifiesto en los documentos del Banco Mundial durante la pasada d¨¦cada. Despu¨¦s de todo, los programas de ajuste estructural orientados exclusivamente al mercado, vigentes durante los ochenta, no han aportado resultados apreciables en la mejora de las condiciones de vida de esos pa¨ªses.
En la aplicaci¨®n de esa estrategia de desarrollo, dos condiciones se presentan como necesarias: la dr¨¢stica reducci¨®n de los gastos militares y la colaboraci¨®n de los pa¨ªses industrial izados. Esos pa¨ªses en desarrollo destinan 170 millones de d¨®lares anuales a gastos de defensa, equivalentes a un 5% de su producto nacional bruto y a m¨¢s de tres veces la ayuda que reciben de los pa¨ªses industrializados. La reasignaci¨®n de tales recursos a las nuevas prioridades educativas y de infraestructura es una condici¨®n b¨¢sica para el abandono de ese c¨ªrculo vicioso de la pobreza en que est¨¢n inmersos.
A ello ha de contribuir la generaci¨®n de un entorno pol¨ªtico y econ¨®mico m¨¢s estable, en el que las actuaciones de las naciones industrializadas son fundamentales. Tambi¨¦n la conclusi¨®n favorable de la actual ronda de negociaciones por la liberalizaci¨®n del comercio mundial o la definitiva soluci¨®n del problema de la deuda externa de algunos de esos pa¨ªses. Aspectos no menos importantes, a los que, sin embargo, el informe apenas presta atenci¨®n, son los referidos a la protecci¨®n del medio ambiente o al crecimiento de la poblaci¨®n de esos pa¨ªses, cuya dimensi¨®n estructural seguir¨¢ condicionando el modelo de crecimiento de unas econom¨ªas que albergan a 4.000 millones de personas.
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