El fin de una era en Jezzin
Los milicianos libaneses en la 'zona de seguridad' israel¨ª temen el paro y la venganza
En los pocos negocios que abrieron ayer en Jezz¨ªn hab¨ªa, visiblemente, m¨¢s preocupaci¨®n que clientes. Al alba, un ataque guerrillero contra la milicia aliada de Israel que controla este pueblo multiplica la incertidumbre de los 45.000 libaneses s¨²bitamente atrapados en un juego geopol¨ªtico regional. "S¨®lo Dios sabe lo que va a pasar", coment¨® con tristeza el viejo propietario de una cuchiller¨ªa que a?os atr¨¢s dio fama internacional a la artesan¨ªa libanesa.
Los milicianos libaneses alquilados por Israel, los hombres del predominantemente cristiano Ej¨¦rcito de L¨ªbano del Sur (ELS) que patrullaban el desolado camino de entrada a Jezz¨ªn, eran sin duda los m¨¢s preocupados: su poder en este basti¨®n monta?oso de cristianos y musulmanes va a decidirse en las pr¨®ximas semanas, y podr¨ªa ser el fin de una era.A pesar de que Israel insiste en que no piensa renunciar a este puesto estrat¨¦gico de su llamada zona de seguridad, entre esos hombres entrenados, armados y pagados para defender al Estado jud¨ªo est¨¢ cundiendo velozmente la duda: a menos de ocho kil¨®metros hacia el Este, a tiro de fusil, en las rocosas colinas de Kafar Fal¨²s, el ELS se ve frente a un tercio del Ej¨¦rcito legal de L¨ªbano, empe?ado en extender la autoridad del Gobierno prosirio de El¨ªas Haraui hacia L¨ªbano del Sur con el mismo vigor con que ha liquidado a la guerrilla palestina en Sid¨®n. Haraui les invita a integrarse gradualmente al r¨¦gimen sin milicias que ha conseguido implantar con apoyo de Siria. Pero, a sus espaldas, los milicianos del general retirado Antoline Lahad tienen a un Israel que paga bien y desaf¨ªa a L¨ªbano, a Siria e incluso a los esfuerzos de Washington para desactivar una crisis.
Fumando Marlboro al volante de un cami¨®n militar, aparcado entre los matorrales de una colina desde la cual Jezz¨ªn -con sus viejas casas de piedra, tejados rojos y huertos bien cuidados- surge espl¨¦ndidamente como una postal de apacible vida rural, un miliciano cristiano de 29 a?os que dice llamarse Georges afirma que el plan de Haraui entra?a desastres. "El Ej¨¦rcito liban¨¦s no es garant¨ªa alguna", dice, repitiendo el argumento de los israel¨ªes tenazmente opuestos a ceder un mil¨ªmetro del territorio liban¨¦s que ocupan desde 1978. "Los palestinos siguen siendo fuertes en la regi¨®n de Sid¨®n", agrega, pero se adivina que este joven est¨¢ en realidad m¨¢s asustado por la p¨¦rdida de un salario seguro y en d¨®lares. A poca distancia, en el puesto de control a las puertas de Jezz¨ªn, uno de sus camaradas, un joven de barba cuidada y que s¨®lo se identifica como Hani, revela pragmatismo y confianza. "Me quedar¨¦ aqu¨ª", dice, "cambiar¨¦ de vida y no me pasar¨¢ nada".
Promesas oficiales
Promesas oficiales de que el Ej¨¦rcito legal se encargar¨¢ de prevenir las venganzas que puntualmente han acompa?ado casi todo cambio en la geograf¨ªa pol¨ªtica libanesa son hasta ahora la mejor arma del Gobierno de Haraui. El hecho de que la Novena Brigada del Ej¨¦rcito, apostada cerca de Karar Fal¨²s, incluya a un importante n¨²mero de oficiales cristianos originarios de la regi¨®n de Jezz¨ªn, ha comenzado a inspirar cierta tranquilidad.
"Lo importante es que el Ej¨¦rcito inspire seguridad y d¨¦ garant¨ªas", se?ala Edmond Rizk, uno de los tres diputados cristianos de Jezz¨ªn. "Creemos que si el Ej¨¦rcito asume su responsabilidad en la zona, no habr¨¢ problemas, sobre todo si el Gobierno se encarga de impedir que haya represalias contra miembros del ELS".
Aunque declaraciones oficiales en L¨ªbano e Israel sugieren que la cuesti¨®n de Jezz¨ªn puede tornarse violenta, entre. los parroquianos de Jezz¨ªn todav¨ªa existe fe en un arreglo pactado. Algunos pol¨ªticos apuntan que s¨®lo Damasco, que mantiene 40.000 soldados en L¨ªbano, puede imponer en el sur una tranquilidad semejante a la que reina en la buc¨®lica frontera sirio-israel¨ª.
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