Los 'siete' ofrecer¨¢n a Gorbachov s¨®lo buenos deseos

La cumbre de los siete grandes (EE UU, Jap¨®n, Canad¨¢, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia) promete dejar a Mijail Gorbachov con la miel en los labios. El plan de reforma econ¨®mica que el presidente sovi¨¦tico presentar¨¢ oficialmente el mi¨¦rcoles en Londres no va a suscitar m¨¢s que palmaditas en la espalda y el consejo de profundizar en ¨¦l: la ayuda en serio quedar¨¢- supeditada a futuros avances en la liberalizaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica que, mientras llega, ir¨¢ precedida simplemente por ayuda t¨¦cnica. Mosc¨² se ha resignado a ello y ya habla de que esto "s¨®lo es el principio de un proceso muy importante".

Las primeras conversaciones bilaterales celebradas ayer en Londres dejaron bien claro que Gorbachov va a recibir mucho menos de lo que desea. Tras el encuentro del primer ministro brit¨¢nico, John Major, con su colega canadiense, Brian Mulroney, trascendi¨® que ambos ten¨ªan serias dudas de que los Siete fueran a responder positivamente al presidente sovi¨¦tico. Mulroney manifest¨® tras la visita a Downing Street que Gorbachov no deb¨ªa esperar milagros ni cheques en blanco.Major almorz¨® con el primer ministro nip¨®n, Toshiki Kaifu, y en las dos horas que estuvieron juntos qued¨® claro que los japoneses tampoco est¨¢n por la faena de sacar del atolladero a los sovi¨¦ticos. Tokio, en estos momentos el banquero del mundo, no siente la necesidad econ¨®mica y -pol¨ªtica de ayudar a la URSS, pa¨ªs con el que mantiene unas relaciones simb¨®licas en t¨¦rminos financieros y del que le separa el contencioso de las cuatro islas Kuriles (con una superficie total de 5.000 kil¨®metros cuadrados, la mitad de una provincia media espa?ola), que el Ej¨¦rcito Rojo ocup¨® en v¨ªsperas de la rendici¨®n japonesa en la II Guerra Mundial.

El premier brit¨¢nico, que por la tarde recibi¨® al italiano Giulio Andreotti, ten¨ªa previsto cenar con un George Bush reci¨¦n llegado de su entrevista con Francois Mitterrand. Italia, Francia y Alemania son los pa¨ªses m¨¢s dispuestos a escuchar comprensivamente la propuesta sovi¨¦tica. Bonn tiene ya comprometidos unos 2,5 billones de pesetas en el desarrollo sovi¨¦tico y quisiera ver a los otros grandes sumarse tambi¨¦n a ello.

La URSS es para Alemania un ¨¢rea de expansi¨®n natural y de ah¨ª el entusiasmo germano, no compartido por otros de los grandes. Bonn llega a esta cumbre sin el fuelle y la capacidad de imponer criterios que se le presum¨ªan hace un a?o, debido a que la absorci¨®n de la antigua RDA se muestra demasiado onerosa.

Helmut Kohl defiende para la URSS algo parecido a un nuevo plan Marshall, que reparta costes entre todos los pa¨ªses ricos y alivie la carga que ahora lleva, casi en solitario, Alemania. Pero el canciller de Bonn no s¨®lo actuar¨¢ como abogado de Mosc¨².

Kohl lleva tambi¨¦n a Londres las peticiones de Hungr¨ªa y Checoslovaquia, dos pa¨ªses ansiosos por entrar en la ¨®rbita germana que de momento se conformar¨ªan con poder exportar sus productos agr¨ªcolas y metal¨²rgicos sin padecer las barreras comerciales de los pa¨ªses ricos, especialmente proteccionistas en lo que se refiere a estos art¨ªculos y cuyos avances en el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) -otro de los puntos de la agenda de la cumbre del G7, empe?ado en establecer un comercio internacional sin trampas- han sido casi nulos en el ¨²ltimo a?o.

Kohl intentar¨¢, adem¨¢s, que la posici¨®n de los Siete sobre Yugoslavia, un asunto sobre el que habr¨¢ declaraci¨®n oficial, no sea absolutamente partidaria del mantenimiento de las actuales fronteras y deje un resquicio para las aspiraciones independentistas y pro germ¨¢nicas de Eslovenia y Croacia.

Cuesti¨®n estelar

Pese a la ingente cantidad de temas incluidos en la agenda de la cumbre, la cuesti¨®n estelar es, con mucho, la evoluci¨®n de la URSS, un asunto que se ha dejado cuidadosamente al margen de la reuni¨®n oficial. Gorbachov, esperado el martes por la noche en Londres, no har¨¢ su primera aparici¨®n p¨²blica hasta el mi¨¦rcoles a mediod¨ªa, justo despu¨¦s de la sesi¨®n de clausura.

Los portavoces que ha enviado por delante a Londres hacen hincapi¨¦ en la intenci¨®n del l¨ªder sovi¨¦tico de privatizar la peque?a y mediana industria -el 80% en un plazo de dos a?os, seg¨²n Yevgueni Primakov, emisario presidencial- y sobre todo, de transformar buena parte del complejo militar industrial en otros de uso civil, una novedad con respecto a anteriores proyectos de reforma que permit¨ªa a los duros en Estados Unidos clamar contra el lobo con piel de cordero. Bush recoge parte de estas reservas al supeditar la eventual ayuda al buen fin de las negociaciones sobre desarme.

La presencia de los poderosos del mundo y de 4.000 periodistas en Londres tambi¨¦n atrae reclamaciones marginales a las de la nutrida agenda oficial, como quienes ayer enarbolaban una pancarta ante el centro de prensa con este texto: "G-7 y Gorbi. Gracias a vosotros el mundo se muere de sida. Entregad 18.000 millones de d¨®lares para curar el sida ya".