Llamas en el Espa?ol

EL INCENDIO del escenario y de algunos decorados del teatro Espa?ol, en Madrid, rememoran el suceso que abras¨® el teatro entero en octubre de 1975, deteriorado luego por la incuria mezclada del Ayuntamiento, propietario, y del Ministerio de Cultura, explotador: pod¨ªa haberse repetido. Sin embargo, no sabemos la cuant¨ªa econ¨®mica de las p¨¦rdidas, su verdadero alcance y el tiempo que tardar¨¢ en repararse: el director del establecimiento ha sido, sin embargo, demasiado r¨¢pido al atribuirlo a "causas externas" y "misteriosas". La fealdad de los decorados para la obra de Benavente que se representaba no puede haber incitado a nadie a esta depuraci¨®n art¨ªstica, y la competencia entre teatros no parece tan fuerte como para quemar el Espa?ol. M¨¢s bien se sabe que los sistemas autom¨¢ticos y los extintores no funcionaban, que desde la ¨²ltima inspecci¨®n de Protecci¨®n Civil pas¨® a?o y medio, que en el local no hab¨ªa vigilante alguno y que el conservador estaba en la sierra.Afortunadamente, el patio estaba levantado: las butacas estaban en reparaci¨®n y el tel¨®n met¨¢lico funcion¨®. El incidente es f¨¢cilmente olvidable, y eso es lo grave. Hay edificios como ¨¦ste, que forman parte del patrimonio cultural, que pueden estar en similares condiciones. En un verano madrile?o de m¨¢s de 40 grados de temperatura y de vigilantes con querencia hacia el parque acu¨¢tico, el mal puede brotar en cualquier lugar y momento. Suponemos que este caso habr¨¢ hecho correr a los responsables a vigilar sus extintores, sus medidas de seguridad y las vacaciones de sus empleados. Y puede que supongamos mal.