Espa?a, entre dos comunidades
La reuni¨®n de jefes de Estado latinoamericanos, en la que particip¨® Espa?a al m¨¢s alto nivel, adquiere su real sentido en la medida en que se sit¨²a en una perspectiva de futuro, m¨¢s que en el an¨¢lisis del pasado, y en el marco de las relaciones euro-latinoamericanas, con vistas a dar respuesta a las nuevas realidades que emergen aceleradamente en el concierto internacional. Para Espa?a, ¨¦ste es un reto de largo aliento ante el cual, si estructura una respuesta imaginativa, audaz y pragm¨¢tica, puede llegar a situarse en una posici¨®n de privilegio entre dos realidades, con claros beneficios pol¨ªticos, econ¨®micos y comerciales.Al negociar el Tratado de Adhesi¨®n a la Comunidad Europea, suscrito el 12 de junio de 1985, Espa?a pidi¨® que se estableciera en el mismo una especial referencia a las relaciones con Am¨¦rica Latina, lo que se plasm¨® en una declaraci¨®n com¨²n de intenciones y en una declaraci¨®n particular de Espa?a, anejas al tratado. En ellas se manifiesta b¨¢sicamente la voluntad de la CE de "extender y de reforzar sus relaciones econ¨®micas, comerciales y de cooperaci¨®n con estos pa¨ªses", buscando los mecanismos id¨®neos que permitan acrecentar los intercambios y examinar todas las posibilidades para contribuir al desarrollo econ¨®mico y social y a la integraci¨®n regional.
El ingreso en la CE marcaba para Espa?a el comienzo de un reto hist¨®rico y representaba su incorporaci¨®n a un proceso de construcci¨®n europea en marcha, el que ha contribuido a impulsar vigorosamente, que desembocar¨¢, a pesar de ciertos retrasos o disidencias, en la uni¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y monetaria de una Europa que en el mediano plazo ya no ser¨¢ s¨®lo la de los Doce actuales, sino que se ver¨¢ ampliada a pa¨ªses de la Asociaci¨®n Europea de Libre Comercio (EFTA) y otros como Turqu¨ªa, Malta o Chipre. El mercado ¨²nico de 1993, m¨¢s el acercamiento vertiginoso de los pa¨ªses del Este a la Europa occidental, la unificaci¨®n alemana, el espacio econ¨®mico com¨²n con la EFTA, la definici¨®n de un pilar europeo de defensa en la OTAN, el fortalecimiento de la UEO, etc¨¦tera, configuran para sus protagonistas un repertorio de desaf¨ªos a la imaginaci¨®n, la inteligencia y la dedicaci¨®n de tal envergadura, m¨¢s su equivalente en recursos financieros, que comprensiblemente pueden condicionar por completo las variables de la pol¨ªtica exterior y de cooperaci¨®n espa?olas. En especial, sus relaciones latinoamericanas, por las que muestra particular vocaci¨®n, consagrada incluso constitucionalmente.
Hasta el momento, Espa?a parece haber conciliado m¨¢s o menos felizmente su pertenencia a dos comunidades. Son innegables los esfuerzos en este sentido, que los latinoamericanos reconocen y estimulan. Desde el momento de la adhesi¨®n hasta la fecha, las relaciones CE-Am¨¦rica Latina han tenido un desarrollo importante, lo que, si bien no puede atribuirse en exclusiva a la acci¨®n espa?ola, s¨ª es el resultado de una persistente presi¨®n de Espa?a tanto en el Consejo como en el Parlamento y la Comisi¨®n. El Consejo de La Haya de junio de 1986, tan s¨®lo seis meses despu¨¦s del ingreso, acuerda que la Comisi¨®n presente un documento que desarrolle los objetivos planteados en el tratado de adhesi¨®n y encarga a los ministros de Exteriores de los Doce que sigan de cerca el tema e informen peri¨®dicamente al Consejo. En los cinco a?os transcurridos, tanto la Comisi¨®n come el Parlamento y el propio Consejo se han ocupado seriamente del tema. El di¨¢logo CE-Am¨¦rica Latina se ha intensificado a trav¨¦s de las conferencias interparlamentarias, las conferencias San Jos¨¦ de ministros de Exteriores, planes concretos de cooperaci¨®n en Centroam¨¦rica y pa¨ªses andinos y, recientemente, la institucionalizaci¨®n del di¨¢logo con el Grupo de R¨ªo, a partir de la reuni¨®n, el a?o pasado en Roma, de los cancilleres de los Doce con los latinoamericanos, seguida de otra recientemente en Luxemburgo. Los fondos destinados a cooperaci¨®n CE-Am¨¦rica Latina fueron pr¨¢cticamente duplicados por la Comisi¨®n para el periodo 1990-1995 (aunque siguen siendo insuficientes, ya que representan s¨®lo el 7% del total que destina la CE al Tercer Mundo), se ha avanzado en ciertos acuerdos comerciales transitorios de tipo preferencia] y se est¨¢ llevando a cabo una pol¨ªtica de convenios de tercera generaci¨®n, o cooperaci¨®n avanzada, que incorporan elementos tecnol¨®gicos, medio ambiente, formaci¨®n y promoci¨®n comercial. Se ha autorizado a que el BEI, caso por caso, extienda sus acciones a proyectos en Latinoam¨¦rica y se apoya la integraci¨®n de forma decidida contribuyendo a revitalizar la ALADI.
En el terreno bilateral, Espa?a inici¨® hace un tiempo una pol¨ªtica de acuerdos-programa y acuerdos-marco con pr¨¢cticamente todos los pa¨ªses latinoamericanos, en una acertada estrategia de mediano plazo por acceder al mercado potencial que representa la regi¨®n, en especial ciertos pa¨ªses, como Chile, M¨¦xico, Venezuela y Argentina. Se ha comprometido, adem¨¢s, en ciertos programas regionales con vistas al V Centenario -como el de ciencia y tecnolog¨ªa, el Hispasat, educaci¨®n a distancia, etc¨¦tera- de indudables repercusiones.
Pero este crecimiento e intensificaci¨®n de las relaciones CE-Am¨¦rica Latina propugnados por Espa?a, valiosos por cierto, tienen un car¨¢cter lineal, mientras la actual coyuntura latinoamericana plantea la urgencia de un salto cualitativo en sus relaciones con el mundo desarrollado, por tanto, con Europa. Latinoam¨¦rica est¨¢ empe?ada seriamente en un proceso de saneamiento de sus econom¨ªas, reformas profundas en materia fiscal, reestructuraci¨®n del Estado, dinamizaci¨®n de su comercio exterior, atracci¨®n de inversiones, etc¨¦tera, para asegurar su reinserci¨®n internacional en el nuevo orden que se perfila. Todo esto arrastrando una deuda externa que consume sus recursos para el desarrollo y en medio de necesidades secularmente insatisfechas. Requiere, por tanto, sumar al esfuerzo interno y a la voluntad pol¨ªtica de sus Gobiernos la cooperaci¨®n de los pa¨ªses industrializados, en especial de Estados Unidos y Europa, en materia de libre comercio, restablecimiento de flujos financieros hacia la regi¨®n, eliminaci¨®n del peso de la deuda e incremento significativo de la ayuda al desarrollo. Para este esfuerzo latinoamericano existe ya un marco interamericano: la denominada Iniciativa de las Am¨¦ricas, lanzada por el presidente Bush. No hay, sin embargo, un equivalente de car¨¢cter euro-latinoamericano, lo que es extremadamente necesario, ya que Europa es el segundo cliente para la regi¨®n; m¨¢s de una cuarta parte de la deuda externa de Am¨¦rica Latina es con el Viejo Continente, y el mercado ¨²nico de 1993 acentuar¨¢ el car¨¢cter de la CE como primera potencia comercial del mundo. En consecuencia, una adecuada articulaci¨®n de relaciones CE-Am¨¦rica Latina en las materias antes mencionadas es imprescindible. Aqu¨ª radica, desde nuestro punto de vista, el papel clave que puede desempe?ar Espa?a en los noventa. En la medida en que establezca, de manera efectiva y no s¨®lo ret¨®rica, una interlocuci¨®n Europa-Latinoam¨¦rica, aprovechando su car¨¢cter de biconciencia de ambas realidades, para apoyar el proceso de reinserci¨®n internacional de Am¨¦rica Latina en la l¨ªnea indicada, estar¨¢ no s¨®lo ayudando a ¨¦sta, sino tambi¨¦n sirviendo a sus propios intereses, al reforzar una presencia europea activa en la regi¨®n que se articule con la Iniciativa de las Am¨¦ricas, con el Mercosur, etc¨¦tera, creando un mercado de futuro muy necesario. Es una visi¨®n de largo plazo, mutuamente enriquecedora, que para traducirse en hechos requerir¨¢ por parte de Espa?a una firme y sostenida voluntad pol¨ªtica.
H¨¦ctor Casanueva es director del Centro de Investigaciones y Promoci¨®n Iberoam¨¦rica- Europa (CIPIE).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.