Espect¨¢culo necesario
En el llamativo doble concierto de clausura todo se desarroll¨® a lo grande: el calor fue de lujo, el p¨²blico acudi¨® en masa y los dos grupos convocados echa ron mano de todos los recursos esc¨¦nicos para adornar una m¨²sica ya de por s¨ª brillante.Jon Hendricks abri¨® su show con la energ¨ªa de un adolescente. A sus 70 a?os ha dado con la f¨®rmula ideal para mantenerse en activo y envejecer en gira junto a su esposa, hija y yerno. Tan familiares como ¨¦stos, le resultan las canciones que conforman su repertorio, basado en un invento de incierta paternidad que ¨¦l acapara ahora con m¨¢s derecho que nadie. El vocalese consiste en poner letras a grandes solos instrumentales de la historia del jazz, una idea afortunada de la que son rendidos admiradores cantantes de moda, como Al Jarreau o Bobby McFerrin. El ¨¦xito de Hendricks no se debe a su voz, tirando a mate, ni a los dem¨¢s valores tradicionales que se le suponen a un vocalista, sino a un estilo sumamente personal forjado en el entendimiento de las claves fundamentales de la construcci¨®n orquestal y en un certero instinto para adaptarlas a un grupo vocal.
The Dirty Dozen Brass Band
Palacio de Congresos Europa. Precio: 500 pesetas. Aforo: 350 personas.Jon Hendricks & Co. / The Manhattan Transfer Polideportivo Mendizorrotza. Precio: 1.700 pesetas. Aforo: lleno. Vitoria, 19 de julio.
Los miembros de The Manhattan Transfer s¨ª tienen todos los atributos del buen cantante; voces quiz¨¢s no tan singulares como la de Hendricks, pero in¨¢s vers¨¢tiles y capaces de adentrarse en cualquier temario con absoluto aplomo. Su concierto fue todo un prodigio de equilibrio. Su grupo acompa?ante inclu¨ªa desde el ortodoxo guitarrista rockero al circunspecto di rector musical que maneja todos los teclados con soltura encomiable. El repertorio que interpretaron se dividi¨® en tres bloques bien diferenciados: un primero dedicado al repaso de su mejor disco hasta la fecha, llamado Vocalese; un segundo de presentaci¨®n de algunos de los temas que compondr¨¢n su pr¨®xima grabaci¨®n y un tercero recordatorio de sus grandes ¨¦xitos. Entre medias qued¨® una reuni¨®n con Hendricks en el cl¨¢sico de Sonny Rollins, Airegin. Los arreglos eran calcos de los de la versi¨®n discogr¨¢fica, pero sonaron tan frescos como el primer d¨ªa.
La sesi¨®n vespertina tambi¨¦n result¨® divertida con la banda de Dirty Dozen Brass Band, aut¨¦nticos especialistas en comunicar con la audiencia gracias a su entusiasta versi¨®n de la m¨²sica de Nueva Orleans.
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