El esc¨¢ndalo del BCCI enfrenta al ministro de Finanzas y al gobernador del Banco de Inglaterra
El Gobierno brit¨¢nico est¨¢ decidido a soltar el lastre que sea necesario antes de verse arrastrado por el naufragio del Banco de Cr¨¦dito y Comercio Internacional (BCCI). Incluso parece dispuesto a lanzar por la borda al mism¨ªsimo gobernador del Banco de Inglaterra, Robin Leich-Pemberton. El canciller del Exchequer (ministro de Finanzas), Norman Lamont, ha anunciado la apertura de una investigaci¨®n p¨²blica, a la que Leich-Pemberton se opon¨ªa radicalmente.
Ante la C¨¢mara de los Comunes, Lamont fue rotundo al afirmar que la supervisi¨®n bancaria es "indiscutiblemente una tarea del Banco de Inglaterra, y no del Gobierno". "Leich-Pemberton ha sido nombrado cabeza de turco oficial", gritaron desde los bancos laboristas.La magnitud del esc¨¢ndalo es tal, que se especula incluso con la posibilidad de que el primer ministro, John Major, anticipe al m¨¢ximo las elecciones para que ¨¦stas se celebren antes de que se conozca el resultado de la investigaci¨®n, previsiblemente negativo para la Administraci¨®n conservadora. Hoy lunes empezar¨¢ a discutirse qui¨¦n debe dirigir la comisi¨®n investigadora.
Los laboristas insisten en que debe ser un experto en materia de finanzas internacionales y en que, preferiblemente, deber¨ªa no ser brit¨¢nico. Si el Gobierno elige a un Financiero londinense, argumentan, es muy posible que acabe investig¨¢ndose a s¨ª mismo, dadas las casi infinitas ramificaciones del asunto.
Los des¨®rdenes del Bank of Credit and Commerce International eran p¨²blicos y notorios al menos desde 1988, a?o en que se cre¨® un comit¨¦ especial para vigilarlo. El Banco de Inglaterra y el Instituto Monetario de Luxemburgo -pa¨ªs donde el banco ten¨ªa su sede central- dirig¨ªan el comit¨¦, en el que participaban otros cinco pa¨ªses. El estrecho marcaje estaba justificado: el BCCI financiaba las actividades del antiguo hombre fuerte de Panam¨¢, general Manuel Antonio Noriega, y exist¨ªan indicios de relaci¨®n con el narcotr¨¢fico.
El a?o pasado, efectivamente, varios directivos de la entidad fueron condenados en Estados Unidos por blanquear dinero procedente del comercio de drogas.
Desde ese momento, arreciaron las denuncias contra la entidad. El despido de un nutrido grupo de t¨¦cnicos y auditores del BCCI foment¨® entre ¨¦stos un incontenible frenes¨ª delator. Enviaron cartas al Gobierno brit¨¢nico, al Banco de Inglaterra, a Price-Waterhouse -auditora del banco desde 1987- e incluso al presidente de los Estados Unidos. Lo contaron todo: fraude fiscal generalizado, corrupci¨®n -los directivos se repartieron 5.000 millones de pesetas, para cerrarse la boca unos a otros-, falsificaci¨®n -un auditor de Price-Waterhouse ha confesado ahora que "casi todo lo que ve¨ªa o tocaba en el banco era falso"-, estafas... pero, seg¨²n se defiende Leich-Pemberton, no se pod¨ªa hacer nada "por falta de pruebas".
P¨¦rdidas
No se pudo hasta el pasado 5 de julio, cuando, a instancias del Banco de Inglaterra, el banco fue cerrado en siete pa¨ªses. Las delegaciones restantes -que afectaban a otros 62 pa¨ªses- cesaron su actividad en los d¨ªas siguientes. Las p¨¦rdidas totales de la entidad a¨²n no han sido evaluadas. Los m¨¢s optimistas hablan de 4.000 millones de d¨®lares (m¨¢s de 400.000 millones de pesetas). Los menos optimistas elevan la cifra hasta los 15.000 millones (m¨¢s de 1,5 billones). Los activos est¨¢n valorados en unos 20.000 millones de d¨®lares.
Lo que se preguntan los accionistas y los impositores -miles y miles de ellos van apareciendo en todo el mundo- es por qu¨¦ ha sido cerrado el banco, en lugar de procesar a sus directivos -los m¨¢s enfangados de ellos abandonaron la entidad a principios de a?o- y articular un plan de saneamiento.
El principal accionista del BCCI, el jeque Zayed bin Sultan al-Nayan, multimillonario dirigente del emirato de Abu Dabi, aport¨® 1.000 millones de d¨®lares en 1990 para sanear el banco, y, pocos d¨ªas antes del cierre -y de acuerdo con el propio Banco de Inglaterra-, hab¨ªa reforzado el capital con otros 660 millones de d¨®lares, que no eran sino el adelanto, dicen fuentes del emirato, de una masiva inyecci¨®n de petrod¨®lares. Ahora, el jeque est¨¢ de un humor de perros. Se siente estafado y brama contra las autoridades brit¨¢nicas. El viernes pag¨® un enrabletado anuncio a toda p¨¢gina en varios peri¨®dicos londinenses para desahogarse.
Los impositores, a su vez, se oponen a la liquidaci¨®n de la entidad. Un grupo de ellos presentar¨¢ hoy ante los tribunales ingleses un recurso contra el cierre decretado por la autoridad monetaria.
Querellas
Y otro grupo, mucho m¨¢s agresivo, ha anunciado una querella contra el mism¨ªsimo Banco de Inglaterra y contra la Firma auditora Price-Waterhouse. Seg¨²n las leyes del Reino Unido, los impositores pueden recuperar como m¨¢ximo el 75% de su dinero, con un l¨ªmite de 15.000 libras (lo que equivale a menos de tres millones de pesetas).
Vista la magra perspectiva, los impositores que confiaron en el Bank of Credit and Commerce International para depositar sus ahorros, parecen dispuestos a luchar hasta el final para conseguir recuperar su, hoy por hoy, esfumado dinero.
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