"S¨ª, ministro"

E. G. S¨®lo quien haya visto alguna vez la hilarante teleserie brit¨¢nica S¨ª, ministro, sobre las trapacer¨ªas administrativas de los altos funcionarios al servicio de su majestad, puede comprender sin grandes dificultades la desconcertante actuaci¨®n del Gobierno del Reino Unido respecto a la crisis del BCCI. Hacen falta muchos s¨ª, ministro y una portentosa capacidad para esquivar problemas para que un esc¨¢ndalo financiero de gigantesco volumen acabe en el departamento de Empleo.

Fue el propio John Major, actual primer ministro y a la saz¨®n canciller del Exchequer, el detinatario de una documentada denuncia canalizada, hace casi exactamente un a?o, por un dirigente de la oposici¨®n laborista, Tony Benn. Pero la denuncia no lleg¨® a amargarle las vacaciones del a?o pasado. Un sagaz funcionario decidi¨® evitarle a Major un dolor de cabeza y traslad¨® el informe lo m¨¢s lejos que pudo: al Ministerio de Empleo, nada menos. El argumento empleado fue exquisito: se trataba de la denuncia de un grupo de despedidos.

El secretario de Empleo, Michael Howard, orden¨® que se investigaran los despidos. Y, por si acaso, tambi¨¦n se quit¨® de encima el informe. La v¨ªctima propiciatoria fue en este caso el Ministerio de Industria y Comercio. Se trataba del lugar id¨®neo para que la denuncia expirara , ya que el ministro, Nicholas Ridley, iba a dimitir al d¨ªa siguiente. El 14 de julio de 1990, el informe entr¨® por una puerta y el ministro se march¨® por otra. Aprovechando el vac¨ªo de poder, un funcionario enterr¨® para siempre los papeles.