Muere el periodista y escritor Eduardo de Guzm¨¢n
Eduardo de Guzm¨¢n [fallecido ayer en Madrid, a los 82 a?os, v¨ªctima de una enfermedad cardiaca] tambi¨¦n se llam¨® Edward Goodman, y algunos nombres m¨¢s. Este brillant¨ªsimo reportero de La Libertad y La Tierra, director luego de Castilla Libre, este anarquista puro y valiente, fue atrapado al terminar la guerra, encerrado en campos de concentraci¨®n, apaleado, juzgado, condenado a muerte, conmutado luego, vuelto a encerrar acusado de conspiraci¨®n. Y cuando al fin qued¨® en libertad, ten¨ªa que escribir una novela -policiaca o del Oeste- cada, semana para poder, simplemente, comer. Con seud¨®nimos ingleses: el lector compraba menos las firmas espa?olas.Era un trabajador incansable: la vieja m¨¢quina de escribir parec¨ªa una prolongaci¨®n de sus manos. Cuando mataron a Kennedy, le o¨ª explicar minuciosamente la zona de Dallas por donde se supon¨ªa que hab¨ªa estado el posible asesino: conoc¨ªa la ciudad de estudiar los planos y las descripciones para escribir sus novelas, estrujado por los peque?os editores. El periodismo de entonces y de sus peri¨®dicos le hab¨ªa ense?ado que siempre hay que respetar una realidad, hasta para aplicar la fantas¨ªa. Muchas veces se basaba en obras cl¨¢sicas para apurar su inventiva, que no pod¨ªa cesar ni un d¨ªa. Un joven llega a su pueblo ganadero despu¨¦s de haber estudiado en la Universidad; su padre ha muerto, su madre se ha casado con el hermano del padre. Empieza a escuchar rumores de que su padre fue asesinado por el t¨ªo: investiga, prepara trampas y, al final, su Colt del 45 se toma la venganza: Hamlet pod¨ªa as¨ª pasar en Arizona.
Guzm¨¢n tuvo siempre una fe pol¨ªtica en que a la muerte de Franco todo cambiar¨ªa: solamente que crey¨® que el cambio iba a ser mucho m¨¢s decisivo, incluso revolucionarlo. Nada, m¨¢s que un optimista, un, digamos, creyente -en la idea, que dec¨ªan ellos-, pod¨ªa haber resistido todo lo que resisti¨®. Acept¨® la realidad de lo posible, de lo que fue viniendo, y tuvo la alegr¨ªa de poder escribir lo que deseaba, con su verdadero nombre: no s¨®lo la, historia de su cautiverio, la ca¨ªda de Madrid, la peor suerte de sus compa?eros fusilados, sino tambi¨¦n tina amplia y sincera historia de la II Rep¨²blica Espa?ola, y algunos de los grandes temas que vivi¨® y conoci¨® Por ejemplo, la novela viva de Hildegart, jovenc¨ªsima feminista espa?ola durante la Rep¨²blica que fue asesinada por su madre: el libro, de gran ¨¦xito, fue despu¨¦s una pel¨ªcula dirigida por Fernando Fern¨¢n-G¨®mez. Otras novelas suyas, de la ¨¦poca del western, fueron tambi¨¦n pasadas al cine.
Cierro los ojos y veo todav¨ªa la masa blanca y, verde de agua de la piscina del Lago: yo era un ni?o, y Eduardo me empuj¨® al agua para. "quitarme el miedo" y que arrancase a nadar. Est¨¢bamos bajo el puente de los Franceses, donde poco despu¨¦s iba a empezar a resistir Madrid. Fue un gran nadador: cuando, ya mayor, pudo comprarse una casa en el campo, segu¨ªa haciendo cada d¨ªa sus largos. Su hermano ?ngel era atleta y cronista de deportes: en, aquellos anarquistas de doctrina y vida hab¨ªa un amor a, la naturaleza, un sentido de respeto al propio cuerpo, que luego apenas ha ido a anidar a los ecologistas. ?ngel sali¨® de mi casa un clima de guerra: el avance de los franquistas le sorprendi¨® en San Mart¨ªn de Valdeiglesias, y all¨ª mismo le ejecutaron.
Los recuerdos se agolpan siempre a la llora de la muerte de la persona querida, y hay que derramarlos a toda prisa a la hora de cerrar el peri¨®dico. Sujetando la angustia personal, si se puede.
Babelia
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