Bush y la duplicidad de De Klerk
La noche del pasado mi¨¦rcoles 10 de julio debi¨® beberse mucha cerveza en Sur¨¢frica. Tambi¨¦n hubo quien brind¨® con champa?a. Pero no estaban celebrando el mismo acontecimiento.El regreso de Sur¨¢frica al Comit¨¦ Ol¨ªmpico ha suscitado m¨¢s atenci¨®n en ese pa¨ªs que el levantamiento de las sanciones decidido por el presidente Bush. Jugadores y aficionados a la pasi¨®n nacional se muestran exultantes de alegr¨ªa, pero al mismo tiempo preocupados, con la idea de Barcelona, que ya ha sido perfilada, y de la que empieza a hablarse en las p¨¢ginas de los diarios deportivos. Hay muy pocas voces que se opongan.
El recibimiento dado al levantamiento de las sanciones americanas ha sido muy diferente. El Gabinete de De Klerk, las empresas y los bancos son los que beben champa?a. Gatsha Buthelezi estar¨¢ sin duda celebrando con la tradicional cerveza su participaci¨®n durante a?os como emisario gubernamental contra las sanciones, mientras que los miembros del Congreso Nacional Africano y del Congreso Panafricano arriesgaban su vida por lograr los cambios llegados a Sur¨¢frica.
Pero en este momento hay una fuerte oposici¨®n a la abolici¨®n de las sanciones, no s¨®lo por parte del CNA y de otros movimientos de liberaci¨®n, sino tambi¨¦n por parte de otros grupos no guerrilleros, como los Abogados Surafricanos para los Derechos Humanos. Esta oposici¨®n est¨¢ basada en hechos innegables.
La euforia desatada en los titulares de los peri¨®dicos por el levantamiento de las sanciones en Europa y Estados Unidos ha barrido todos estos hechos. La trascendencia del nombre de esa agrupaci¨®n de eminentes juristas, por ejemplo, se ha visto ignorada junto con los disidentes esperados, como el Black Caucus, o el desacuerdo del Consejo Eclesi¨¢stico Surafricano.
La letra peque?a contiene mucha m¨¢s verdad que los titulares cuando se considera qu¨¦ es lo que ser¨ªa efectivo para acabar realmente con el apartheid. El presidente Bush afirm¨® que la ¨²nica posibilidad a su alcance era levantar las sanciones porque se hab¨ªan cumplido las cinco condiciones exigidas por la ley anti-apartheid promulgada por el Congreso de Estados Unidos: la ¨²ltima condici¨®n, la liberaci¨®n de todos los prisioneros pol¨ªticos, hab¨ªa sido satisfecha al recibir del Gobierno surafricano una lista de liberados. El presidente norteamericano acept¨® las cifras gubernamentales, aunque otras fuentes independientes de investigaci¨®n no se muestran de acuerdo en que sean correctas.
La discusi¨®n sobre lo que define a un preso pol¨ªtico no se ha resuelto satisfactoriamente, y la condici¨®n establecida por el Gobierno de aplicar la amnist¨ªa s¨®lo a aquellos presos sin antecedentes penales acaba de ser incumplida por el propio Gobierno. El polic¨ªa blanco Jack LaGrange -que no era un preso sin antecedentes-, que se hallaba cumpliendo una condena por el asesinato de un hombre de color, ha salido de la c¨¢rcel, aunque dicha condici¨®n se sigue aplicando r¨ªgidamente a los presos pol¨ªticos.
Todas ¨¦stas son injusticias individuales que, sin duda, no cuentan en las grandes negociaciones entre Gobiernos. Los extranjeros est¨¢n a una distancia lo suficientemente c¨®moda como para sentir no el agravio que hemos experimentado muchos a causa de esta demostraci¨®n de la capacidad del Gobierno surafricano para jugar con dos barajas utilizando una amnist¨ªa concebida para los presos de conciencia para liberar prisioneros comunes, que da la casualidad de que son miembros de la polic¨ªa.
Hay otra consecuencia de la conformidad del presidente Bush con las cifras gubernamentales. La Comisi¨®n Surafricana de Derechos Humanos afirma que en Bofuzatsuana quedan 266 prisioneros pol¨ªticos no incluidos en la lista dada al presidente norteamericano. El hecho de que Bush haya aceptado la exclusi¨®n constituye un reconocimiento, aunque sea t¨¢cito, de patrias independientes, desafiando una antigua resoluci¨®n del Congreso norteamericano que no reconoc¨ªa estas creaciones de la ingenier¨ªa social racista. Si George Bush no sab¨ªa que se hab¨ªa excluido a Bofuzatsuana, deber¨ªa haberlo sabido: se supone que tendr¨ªa que haber comprobado si se hab¨ªan controlado escrupulosamente todas las condiciones.
En este momento, cualquier reconocimiento de estas patrias ser¨ªa m¨¢s perjudicial que nunca para los derechos de los negros surafricanos, debido a que la abolici¨®n de las leyes sobre la tierra, producida este a?o, no contemplaba la reincorporaci¨®n de estos territorios corno parte integrante de Sur¨¢frica ni la restituci¨®n de la ciudadan¨ªa surafricana a su poblaci¨®n.
El otro tema que deber¨ªa haber hecho que el presidente Bush se lo pensase dos veces antes de levantar las sanciones es la ola de violencia que impide la actividad pol¨ªtica, te¨®ricamente libre, en nuestro pa¨ªs. No cabe negar la existencia de tensiones entre negros, con la violencia que ha desencadenado, en una sociedad en la que cualquier expresi¨®n pol¨ªtica por parte negra hab¨ªa sido recibida, a lo largo de generaciones de Gobierno blanco, con violencia blanca.
Los blancos y los negros liemos descubierto la negociaci¨®n como si hubi¨¦semos tenido que inventar nuevamente la rueda. Pero destacar en titulares la violencia de "negros contra negros" no es solamente ignorar sus causas hist¨®ricas; tambi¨¦n es ignorar el hecho de que los blancos y su Gobierno, como todos los reg¨ªmenes que se ven enfrentados a la deposici¨®n y a las luchas intestinas, har¨¢n Liso de todos los medios secretos posibles para seguir manteniendo apartados a quienes ascienden al poder. Aunque esto signifique que sus portavoces gubernamentales, al mismo tiempo que proclaman su dedicaci¨®n a la revoluci¨®n democr¨¢tica, se preparen para hacer que las personas de principios menos elevados que les rodean fomenten las condiciones de tensi¨®n que la dificultan.
Aun cuando, en la confusi¨®n que trae consigo la violencia, se ignorase cualquier otra prueba de esta t¨¢ctica, queda la flagrante coincidencia de los ataques por bandas no identificadas a trenes de viajeros y las emboscadas a los autobuses que transportan obreros a su trabajo diario, producidos al mismo tiempo que deber¨ªan haberse iniciado las conversaciones de paz entre el CNA y el Inkhata. Una tercera fuerza en discordia no es una invenci¨®n favorable: a Nelson Mandela. Existe. Indepedientemente de la medida en que los l¨ªderes negros puedan contribuir a la pacificaci¨®n, es el Gobierno el que ¨²nicamente tiene la capacidad y la responsabilidad de poner fin al, fomento de la violencia.
Todas ¨¦stas son razones espec¨ªficas por las que no deber¨ªan haberse levantado las sanc¨ªones. La raz¨®n global es algo que me gustar¨ªa ver en titulares. Las sanciones se consideran c¨®mo una especie de muro de Berl¨ªn, triunfalmente demolido. Todo esto es una paradoja. La verdad es que ha sido la aplicaci¨®n de estas sanciones lo que ha abierto un agujero en el apartheid. Sin la presi¨®n econ¨®mica del mundo exterior, el presidente De Klerk no habr¨ªa levantado nunca la proscripci¨®n que pesaba sobre los movimientos de liberaci¨®n, ni jam¨¢s hubiera liberado a Nelson Mandela. Nunca se habr¨ªa sentado a una rnesa de negociaciones. El levantamiento de las sanciones supone, mientras el apartheid siga encontrando modos de expresi¨®n, el abandono tr¨¢gico y a medio camino de una estralegia pac¨ªfica que, combinada con los tiremendos esfuerzos del CNA, podr¨ªa haber hecho triunfar el pr¨²ceso. Todos los que hemos apoyado las sanciones desearrios presenciar su final, pero sornos conscientes de que esto no debe suceder hasta que hayan completado el fin para el que, sin duda alguna, han tenido tanto ¨¦xito y se han mostrado, hasta ahora, tan valiopsas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- George H. W. Bush
- Apartheid
- Frederik W. de Klerk
- Congreso Nacional Africano
- Opini¨®n
- Embargos
- Sud¨¢frica
- Comercio internacional
- Relaciones comerciales
- Conflictos raciales
- Estados Unidos
- Relaciones econ¨®micas
- Sentencias
- Derechos humanos
- Partidos pol¨ªticos
- Sanciones
- Pol¨ªtica exterior
- Racismo
- Discriminaci¨®n
- Comercio
- Juicios
- Ideolog¨ªas
- Delitos odio
- Proceso judicial
- Delitos