Drama de opositor
Supongo que el Estado encuentra muy edificante el espect¨¢culo de un opositor al profesorado de ense?anzas medias pasando por los 10 minutos m¨¢s desagradables de su vida. Despu¨¦s de estudiar a conciencia durante bastante tiempo (o no hacerlo, pues no se trata de saber, sino de demostrar), un pobre opositor puede perfectamente llevarse un carro de libros a ese apacible y fresquito Madrid de julio, puede sudar la gota gorda por cada palabra que retenga en dos horas de encierro, puede incluso recordar todo lo que sabe, armarlo en un esquema, decorarlo con indicaciones pedag¨®gicas absolutamente in¨²tiles y, al final, cuando 10 ojos y 5 bocas cerradas lo miran para que les alivie el calvario de juzgar indicios de 40 grados, el opositor puede quedarse callado, le puede dar un colapso, ponerse a llorar, descubrir que los nervios se han amontonado en la puerta de acceso a la responsabilidad. El opositor se queda mudo. No puede. El tribunal (el tribunal suele ser muy majo) le dice que no pasa nada, mujer, c¨¢lmese, hombre, que esperamos unos minutos..., y esos minutos son una tortura china insuperable, porque cuando se acaba la congoja ataca la verg¨¹enza, le cae un rayo de absurdo que lo parte, y s¨®lo quiere salir de all¨ª y que se calle de una puta vez ese novio/a tan voluntarioso que desde la ¨²ltima fila le grita: "?Pero mujer / hombre, si te lo sabes tan bien ... !". Luego el opositor se va de vacaciones, porque el sentimiento de fracaso dura poco: lo suple la duda sobre qu¨¦ va a comer el curso que viene.Y esto ocurre, m¨¢s frecuentemente de lo que nos cre¨ªamos, en el ¨¢mbito del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, de modo que no quiero ni pensar lo que ocurrir¨¢ en el de Pesca y Alimentaci¨®n. Lo que pasa es que los afectados no suelen contarlo, porque la obsesi¨®n les lleva a considerar una oposici¨®n como algo normal, y su fracaso, como una incapacidad radical para la vida
?Costar¨ªa mucho al ministerio, ya que los sistemas milenanios son dif¨ªciles, de cambiar, incluir en n¨®nuna a un pedagogo que solucione semejantes dramas? El m¨¦todo es muy sencillo: se llama al opositor, se le sienta, se le pregunta el nombre, edad, denei, lugar de nacimiento y 27 cosas m¨¢s si fuesen necesarias, a condici¨®n de que sean intrascendentes y no necesiten m¨¢s de dos o tres palabras para ser contestadas. Si el pedagogo es competente, sabr¨¢ cu¨¢ndo el opositor ya est¨¢ fuera de peligro de sufrir un patat¨²s, aunque para ello emplee toda una hora de erario p¨²blico.- Sebasti¨¢n F¨¢bregas. Madrid.
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