Gasto social e inversi¨®n productiva
Se anuncian recortes en los Presupuestos Generales del Estado para el a?o que viene. ?chense a temblar, especialmente si tienen algo que ver con el mundo de la educaci¨®n, desde el ministro del ramo hasta el ¨²ltimo ciudadano preocupado por un asunto de tanta trascendencia social como el que nos ocupa, pasando por todos cuantos tienen alguna responsabilidad educativa, sea ¨¦sta pol¨ªtica o profesional. Yo, por mi parte, soy un puro temblor desde hace d¨ªas y, lejos de encontrar consuelo en los peri¨®dicos que con tanta inquietud leo, empiezo a notar que me vienen sudores fr¨ªos cada vez que me detengo en sus p¨¢ginas econ¨®micas.Porque, naturalmente, cuando es preciso hacer reajustes, una de las primeras cosas que cae a la mano y a la tijera es el presupuesto de Educaci¨®n y Ciencia. En efecto, el gasto en educaci¨®n no suele ser considerado "gasto social", etiqueta que, justificadamente, preserva de excesos reajustadores a cuanto a ella se acoge. Ni tampoco suele ser considerado "inversi¨®n productiva", expresi¨®n que se reserva para otro tipo de gastos tambi¨¦n intocables, generalmente asociados, en las mentes de quienes la usan y de quienes la escuchan, m¨¢s bien a la compra de equipamientos pesados, erecci¨®n de naves y talleres, contrataci¨®n de trabajadores y producci¨®n de objetos materiales vendibles. Y, claro, el gasto en educaci¨®n no evoca precisamente este tipo de im¨¢genes.
Hay que decir, sin embargo, que la educaci¨®n, incluyendo la universitaria y las actividades que le son indisolubles como la investigacion, es al tiempo gasto social e inversi¨®n productiva. Es, probablemente la ¨²nica actividad social significativa que posee ese doble car¨¢cter.
Desde luego no se conoce instrumento m¨¢s e5caz en la reducci¨®n verdadera e irreversible de las desigualdades sociales que la educaci¨®n. En cuanto a su condici¨®n de inversi¨®n resulta ya fatigoso, por reiterado, insistir en la importancia creciente que todos los pa¨ªses avanzados prestan a la educaci¨®n como garant¨ªa de futuro; idea ¨¦sta que indudablemente comparten, en sus discursos y seminarios, todos los que tienen alguna responsabilidad p¨²blica, pero que, a juzgar por los hechos, no han interiorizado lo suficiente o, m¨¢s sencillamente, en la que de verdad no creen.
D¨¦ficit educativo
Todos los informes de expertos y organizaciones internacionales se?alan el d¨¦ficit educativo como uno de los m¨¢s evidentes y peligrosos en nuestro pa¨ªs. Y ello porque no hay par¨¢metro que est¨¦ m¨¢s un¨ªvocamente relacionado con el bienestar presente y futuro de un pa¨ªs, y con su solidez econ¨®mica, que el complejo educaci¨®n-ciencia-cultura. Pueden encontrarse pa¨ªses pr¨®speros que dispongan o que carezcan de materias primas, de diferentes tama?os, situaciones geogr¨¢ficas y clim¨¢ticas, distintas religiones dominantes y variadas relaciones entre lo p¨²blico y lo privado. Pero no hay pa¨ªs pr¨®spero que haya descuidado la educaci¨®n y no hay modo m¨¢s seguro de pronosticar el declive de un pa¨ªs que detectando sus insuficiencias educativas.
Lo que est¨¢ claro es que la competitividad de una econom¨ªa, asunto ¨¦ste de gran actualidad, no se consigue vistiendo de yuppies a dudosos personajes, poni¨¦ndoles carteras Samsonite en la mano y una l¨¢mpara de dise?o en el despacho; ni tampoco mediante la letra peque?a de los contratos, las subvenciones o la triqui?uela fiscal. Lo importante es la calidad y la originalidad de productos y servicios, que es resultado de varios factores entre los que se cuentan primordialmente la cualificaci¨®n de los profesionales y el nivel cient¨ªfico y tecnol¨®gico general del pa¨ªs en cuesti¨®n; lo dem¨¢s son suefios vanos.
Y no digo que no se haya hecho nada en el campo de la educaci¨®n y la ciencia en el pasado reciente; no ser¨ªa ci erto. Digo que es tal el retraso acumulado y el dinamismo de nuestra sociedad, que lo que se ha hecho no puede ser considerado sino como el comienzo de una tarea hist¨®rica de recuperaci¨®n que ha de mantenerse a lo largo de decenios. Una manifestaci¨®n, por ejemplo, de ese dinamismo es el aumento vertiginoso del n¨²mero de estudiantes universitarios, uno de los rn¨¢s altos de Europa, que neutraliza una parte sustancial de los incrementos presupuestarlos. Pero m¨¢s all¨¢ de este fen¨®meno puramente cuantitativo ocurre que los estudiantes y profesores, hoy, conocen y visitan otras universidades y no es f¨¢cil que acepten con naturalidad las evidentes carencias de las nuestras, a lo que debe a?adirse que el nivel de exigencia en cuanto a calidad acad¨¦mica y a instalacioneseducativas es hoy, como no pod¨ªa ser de otro modo, muy superior a lo que era en el pasado.
De modo que siempre estamos en los principios de un proceso que no acaba nunca de consolidarse. Siempre es inminente una toma de conciencia decidida, y las decisiones que de ella se derivan, en el sentido de hacer de la educaci¨®n y la ciencia una prioridad estra.t¨¦gica nacional, pero nunca se materializa. En ¨¦pocas de bonariza econ¨®mica, tan cortas y vulnerables, se atienden multitud de necesidades y carencias urgentes aprovechando la disponibi,lidad de medios, la educaci¨®n incluida; pero al m¨¢s m¨ªnimo amago de ajuste el esfuerzo se dirige a lo m¨¢s visible, mientras que la educaci¨®n, algo de apariencia tan abstracta y tan a largo plazo, siempre puede esperar. Seguimos esperando.
Existe una cierta tendencia, en ciertas ¨¢reas, a fijar objetivos presupuestarios que nos lleven, por encima de contingencias pol¨ªticas o econ¨®micas, a dedicar fracciones fijas del PIB, normalmente similares a las correspondientes a los llamados pa¨ªses de nuestro entorno, al gasto en esas ¨¢reas. No estar¨ªa mal hacer un ejercicio parecido en lo que a gasto en educaci¨®n y ciencia se refiere. Nos dar¨ªamos cuenta de lo lejos que estamos de esos pa¨ªses con los que, inevitablemente, vamos a competir en campos para los que el conocimiento y la tecnolog¨ªa son ingredientes b¨¢sicos. Deber¨ªamos, seg¨²n esa l¨®gica, hacer un esfuerzo gigantesco para llegar a un nivel simplemente adecuado, y m¨¢s gigantesco a¨²n si quisi¨¦ramos recuperar parte del retraso comparativo acumulado a lo largo de muchos a?os.
En fin, que el presupuesto de 1992 nos pille confesados. Porque si en pol¨ªtica parece imponerse el ajuste fino, en econom¨ªa lo que priva es el ajuste grueso. Y la experiencia muestra que la furia reajustadora, en un comprensible af¨¢n de eficacia y simplicidad, arrarribla indiscriminadamente con proyectos e inversiones interesantes, en lugares interesantes, junto con otros perfectamente prescindibles. Si de verdad nos importan esas generaciones venideras, tan manipuladas aun antes de existir y mentadas tan en vano, no cedamos en nuiestro esfuerzo educativo. Ellas, a buen seguro, nos lo agradecer¨¢n.
es rector de la universidad Aut¨®noma de Madrid.
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